Sostenia propone el regreso al campo

Desde que la crisis económica se agudizó, cada año mil personas vuelven al campo en Cantabria para tratar de ganarse la vida, ahora que otros sectores, devastados por el desempleo, ya no están en condiciones de garantizársela. Muchos propietarios de tierras baldías o con una baja rentabilidad se preguntan también cómo obtener un mayor rendimiento de unos recursos ociosos o insuficientemente aprovechados.
Coordinar los esfuerzos y poner en común de sus conocimientos o de sus activos les situaría a todos ellos en mejores condiciones para competir. El cooperativismo se ha demostrado como la mejor respuesta en el sector agrario a la hora de ahorrar costes y encontrar canales de comercialización y es en esta dirección hacia donde se encamina Sostenia, una cooperativa en la que se han integrado socios de muy diversa procedencia, planteada como un proyecto de economía social. Una idea, novedosa por lo ambicioso de su enfoque, en una región en la que la cultura cooperativista no está muy arraigada.
Si las previsiones de sus promotores se cumplen, este primer trimestre de 2014 llegarán al mercado sus primeras frutas y hortalizas, aunque el objetivo es más ambicioso y sus técnicos trabajan en varios proyectos de agricultores y propietarios de tierras que les han pedido asesoramiento.

Un programa que sirvió de ensayo

La cooperativa ha dado continuidad a las experiencias surgidas en 2012 en los ayuntamientos de Santa María de Cayón y Castañeda. Durante seis meses, medio centenar de personas recibieron formación en tareas agrarias y forestales en el marco de los proyectos Bosque Sostenible Valles Pasiegos y Cooperativa Bioverde, financiados por el Gobierno de Cantabria con 350.000 euros. En ambos casos, la consultora que diseñó los proyectos, Rehabitania, perseguía crear posteriormente una empresa o una cooperativa que permitiese que al menos una parte de las personas que habían recibido esa formación continuasen trabajando. Es ahí donde empezó a cobrar fuerza la idea de crear una cooperativa, aprovechando las amplias posibilidades que da la nueva ley cántabra.

Una cooperativa integral

Al margen de las cooperativas ganaderas, que tienen una notable implantación en Cantabria, en el sector agrícola existen asociaciones de productores de frutas u hortalizas, pero el objetivo de Sostenia era implicar a colectivos con perfiles más variados. Desde propietarios de tierras deseosos de mejorar su rendimiento a quienes deseaban cultivar pero no disponen de terrenos, pasando por técnicos agrarios, expertos en comercialización, prestadores de servicios agrícolas y forestales e, incluso, a los propios clientes de la cooperativa, tanto si son particulares como empresas de alimentación.
La misma amplitud de enfoque se ha pensado también en los servicios que preste la cooperativa: Se suministrarán frutas, hortalizas y legumbres a los canales comerciales en régimen de cultivo bajo demanda; se prestarán servicios de asesoramiento agrario y forestal a terceros; se suministrarán plantas, semillas y maquinaria a través de una central de compras… Su visión del posible campo comercial llega a la realización de plantaciones, la recogida de la cosechas o al mantenimiento de parcelas y zonas ajardinadas.
A Sostenia ya le han llegado peticiones de asesoramiento para la plantación de una parcela forestal con maderas nobles, concretamente cerezo, para una explotación de carico montañés o para un cultivo de verduras y su posterior transformación agroalimentaria, entre otras. Uno de los proyectos presupuestados más recientes persigue convertir una hectárea de terreno baldío, en la zona de Suances, en una explotación de manzanas de mesa con la que se podría obtener un rendimiento anual de entre 20.000 y 30.000 euros.
“Nosotros –explica Pedro Pila, uno de los promotores del proyecto– le preparamos al cliente la parcela, se la cerramos, analizamos la idoneidad del terreno, le añadimos nutrientes si lo necesita, plantamos los manzanos, hacemos el mantenimiento y luego recogemos la cosecha y la vendemos a través de nuestro servicio de comercialización”. Es decir, todo.
La cooperativa trabaja también en la creación de un banco de tierras con las aportaciones de ayuntamientos, juntas vecinales o propietarios particulares que deseen poner sus terrenos en explotación. El objetivo es sumar una importante extensión de tierra cultivable que le permita elevar la productividad y acceder a las grandes cadenas de distribución.

Un mercado en proceso de cambio

El cambio de estrategia que han iniciado las firmas de alimentación, que ahora se decantan por dar el protagonismo a los productos frescos, va en la línea de los objetivos que se ha marcado la cooperativa.
La cercanía al punto de venta es un valor que solo el agricultor local es capaz de aportar. Si además son productos cultivados al modo tradicional, con los sabores y olores de antaño, se abren otras oportunidades de mercado que los promotores de la cooperativa han comenzado a explorar.
Por el momento, han entablado conversaciones con cadenas de alimentación para ofrecerles el suministro de productos bajo pedido, pero el abanico de posibles clientes abarca también a restaurantes, empresas de catering, mayoristas, particulares –a los que incluso se podrá servir a domicilio– o concursos de suministro de frutas y verduras para centros asistenciales, residenciales y penitenciarios. Sostenía se plantea, incluso, abrir su propia tienda, como primer paso hacia un modelo de franquicia que pueda extenderse por toda la comunidad.
Los promotores del proyecto trabajan ahora en la redacción de los estatutos, que resultan más complejos que en las cooperativas tradicionales porque deben dar acomodo a los diferentes colectivos y determinar los derechos sociales y económicos de cada uno de los integrantes.
Pedro Pila define su iniciativa como “un proyecto de economía social que no pretende sacar mucho beneficio y derivarlo a los accionistas, como haría una empresa normal. Lo que se trata es de que participe toda la gente posible y si esa gente puede obtener una renta a tiempo parcial o completo pues mejor. Es un proyecto abierto que va a empezar con unas diez o doce personas, pero que a final del año pueda llegar a tener 100 o 150 integradas”, concluye Pila.
Será entonces el momento de valorar el alcance de una iniciativa que quiere sacar partido de recursos del campo cántabro que hasta ahora han estado desaprovechados y hacer bueno el lema que la impulsa: “Volver a mirar a la tierra es rentable”.

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora