Un torrelaveguense al frente del fabricante de Prozac
«Vine a Madrid cuando mis padres se trasladaron aquí, en el año 1947. Pocas semanas después, cumplía 6 años.» Así puede empezar la entrevista de muchos cántabros que, tras una larga vida profesional, política, empresarial o universitaria fuera de la tierra en que nacieron, conservan en su retina el paisaje de su pueblo, guardan en lo recóndito de su cerebro las primeras impresiones de su ciudad, el viaje a la aldea, los primeros compañeros del parvulario, el vago rostro del abuelo. En este caso está José Ramón Arce, presidente de los laboratorios Lilly, que en breve dejará su cargo por jubilación.
«Mi padre era una persona con bastantes ambiciones y también por el interés, creo que muy importante, de la educación de sus hijos, pensó que había llegado el momento, a sus cuarenta y pocos años, de salir de Torrelavega y venirse a Madrid. Era abogado, con éxito, y le suponía un reto reiniciar su actividad profesional en Madrid. Durante unos años mantuvo la actividad jurídica, pero poco después se dedicó a los negocios».
Está hablando de Fernando Arce, persona que en los ambientes económicos y universitarios madrileños tenía una alta estima y popularidad. Era consejero de la Fundación Gregorio del Amo –un ilustre hijo de Suances que hizo fortuna en Estados Unidos– cuyo objetivo principal era promover la formación de estudiantes norteamericanos en España y, sobre todo, de españoles en California. El fue, también, quien en los años de una incipiente apertura económica, fomentó la presencia de Lilly en España, la consolidó y fue su primer presidente desde 1963 a 1976.
El tío de nuestro interlocutor es otro Arce ilustre: Guillermo Arce, uno de los más destacados pediatras españoles. Si en el ámbito profesional destacó por su labor como catedrático de Pediatría en la Universidad de Salamanca y creador de la Escuela Española de Pediatría, su popularidad y, especialmente el afecto del pueblo la alcanzó como jefe del servicio de Pediatría de Valdecilla y director del Jardín de Infancia, en el Alta de Santander. Millares de familias de niños tratados y curados en décadas difíciles guardaron siempre un devoto cariño para el doctor Arce, recordado hoy en un monumento que se encuentra en los Jardines de Pereda.
Una vida en Lilly
José Ramón Arce Gómez, nacido en Torrelavega en 1941, hizo su bachillerato en el Colegio Areneros de los jesuitas madrileños y se licenció en Derecho a los 22 años por la Universidad Complutense. Un año más tarde, en 1964, se graduó en Dirección de Empresas por la Escuela de Organización Industrial. En 1969, como colofón de una temporada de experiencia profesional en Estados Unidos, se diplomó en Marketing Management por la Columbia University de Nueva York.
La carrera profesional de este torrelaveguense siempre ha estado vinculada a Lilly, uno de los más destacados laboratorios del mundo, en el que ha recorrido todo el escalafón. Se integró en su plantilla recién licenciado y en 1964 fue nombrado responsable de las áreas de Veterinaria y Agroquímicos. En 1968 se trasladó a Indianápolis, EE UU, donde fue adjunto al Vicepresidente Ejecutivo de Marketing y volvió al año siguiente a la filial de Madrid como director de Marketing, hasta que en 1976 fue nombrado director general. En 1982 alcanzó el máximo rango ejecutivo, el de consejero delegado, y desde 1996 ha presidido la compañía. Paralelamente, es, desde 1995, consejero de Bankinter, donde convive con algunos paisanos, y miembro de la Junta Directiva del Círculo de Empresarios y del American Business Council.
Ahora, después de 38 años en puestos claves de la empresa, prepara su retirada: «Cuando se llega a los 60 es bueno y sano intensificar la dedicación al descanso, pero también tengo intención de dedicarme a otros temas, como pueden ser las inversiones de distinto tipo con directivos procedente de otras actividades».
Éxito exportador
La empresa que preside José R. Arce en España es la filial de Lilly un grupo farmacéutico estadounidense con 125 años de historia. En España empezó la actividad primero con la distribución de sus productos y, a partir de 1963, como una empresa, constituida al 50% con capital español y de la casa matriz. Desde el año 1996, la totalidad del capital pertenece a Lilly, un grupo que se mantiene desde hace muchísimos años entre las diez primeras compañías del mundo en su sector. En España ha seguido también una trayectoria brillante y lleva varios años entre las primeras empresas farmacéuticas del país, con unas ventas en el último ejercicio de 57.500 millones de pesetas, de los que 37.500 fueron de productos farmacéuticos destinados al territorio nacional, más de 16.000 millones por exportaciones y unos 3.750 millones en productos veterinarios.
Arce se siente legítimamente orgulloso de la fábrica de Lilly en Alcobendas –Madrid– que «desde 1968 ha ido creciendo siempre y los últimos años ha incrementado las exportaciones, hasta convertirse en una de las plantas de suministros más importantes para Lilly de todo el mundo, probablemente la tercera más significativa entre las que el grupo tiene fuera de EE UU, tras las de Inglaterra y Francia. La factoría de Alcobendas tenía el pasado año 990 personas y está en un proceso de ampliación que provocará el que a finales del presente año tenga ya 1.250. «Este aumento del personal tan importante es consecuencia, fundamentalmente, del aumento de las exportaciones. El éxito que está teniendo la planta en el mercado exterior ha supuesto que nos atribuyan más producción para el conjunto mundial. El segundo motivo es el crecimiento de nuestro grupo de investigadores, que también han tenido un éxito rotundo en el ámbito mundial, tanto que Lilly ha decidido que Alcobendas sea uno de los centros de investigación más importantes de su red».
Lilly realiza en la fábrica madrileña la investigación básica, algo que la compañía tiene circunscrito exclusivamente a EE UU, Inglaterra, Bélgica y España. En estos momentos, la filial española cuenta con 48 investigadores, un número que se duplicará cuando en la próxima primavera se ponga en servicio el nuevo centro que ahora está en construcción y que va a requerir una inversión de más de 2.000 millones de pesetas, lo que puede convertirlo en el centro privado de investigación más importante de España.
Poco contacto con Cantabria
–¿Se atreve a realizar un diagnóstico sobre la economía de Cantabria, sus deficiencias y sus posibilidades?
–No tengo datos suficientes, pero por lo que leo, creo que la situación no es mala. Realmente, no me atrevo a opinar, ni tengo un conocimiento sobre su economía para saber por dónde debería ir en el futuro.
¿Mantiene un contacto frecuente con la región?
– Con gentes de Cantabria me relaciono algo. Con los de Torrelavega, poco, desde que dejé de veranear allí hacia 1956. Luego veraneamos en Santander hasta el 78, donde siguen yendo mis hermanos. Hasta entonces tuve muchos contactos y amigos; pero ahora voy poco, aunque procuro acercarme un par de veces al año en estancias cortas para no cortar el contacto con nuestra tierra. Aquí, en Madrid, tengo que reconocer que me relaciono poco con los ambientes cántabros.
–Hay gentes de Torrelavega de mucho relumbrón: Gutiérrez Aragón, Resines, Pedro Sobrado…
–Sobrado es un pintor que me gusta y, de hecho tengo un par de cuadros de él. En general, siempre me ha gustado la pintura de Cantabria y la he seguido. Y ha mencionado a otra persona de renombre, como Antonio Resines, una figura popular, de cuyo éxito me alegro, porque es un gran actor.
–¿No estamos un poco aislados los cántabros unos de otros, al contrario de lo que hacen otras gentes de otras regiones?
–Yo creo que no. Esos movimientos se producen más cuando estás fuera del país. Pero estar fuera de la tierra y trasladarte a un sitio como Madrid, tan acogedor para todos, no requiere de una unión tan especial de los paisanos. En mi caso, llevo aquí desde tan pequeño, que el mundo del colegio como el de la Universidad y luego el profesional está centrado en Madrid.
Las «otras ocupaciones»
La capacidad de trabajo de José R. Arce le permite atender otras obligaciones, entre ellas una bastante alejada de su actividad habitual, la de consejero de Bankinter:
–Ser consejero de Bankinter –dice– como su nombre indica es eso, aconsejar a la dirección del Banco. Lo vengo desempeñando desde 1995 y estoy muy satisfecho. He aprendido mucho de algo que no sabía, que era de banca.
–¿Y qué le supone su actividad como miembro de la Junta Directiva del American Business Council?
–Es una oportunidad para estar en contacto no sólo con colegas de empresas norteamericanas, ya que ABC lo componen las empresas norteamericanas de una cierta dimensión establecidas en España. También me brinda la posibilidad de asistir, más o menos una vez al mes, a reuniones con políticos o personalidades de interés para el mundo de la empresa.
–¿Se ha convertido, acaso, en un grupo de presión?
–No. Es sólo una oportunidad para oír a los políticos cómo piensan actuar o están actuando, conocer sus planes y tener una base de conocimiento de sus ideas en el área empresarial. Es natural, por otra parte, que nosotros aprovechemos para dar nuestros mensajes de preocupación en algunos puntos, si es que los hay. Pero no es un grupo de presión.
-¿Y su papel como miembro de la Junta del Círculo de Empresarios?
– Muy interesante. Pertenezco como socio al Círculo de Empresarios hace más de 10 años. Me encuentro muy a gusto y me resulta muy interesante que en la Junta Directiva diseñemos un poco los objetivos del Círculo en las distintas actividades a las que da vida y que me parecen de enorme interés. Considero muy positivo que no sea sólo la patronal CEOE la que trasmita sus inquietudes y preocupaciones, sino también que el Círculo pueda convertirte en la voz del empresario, para que el país conozca cuáles son las preocupaciones del mundo de la empresa.
– El Círculo de Empresarios, o al menos sus miembros han emitido algunas opiniones, como el caso de las mujeres, difícilmente asumibles en una sociedad progresista. ¿Qué se ha pretendido con estas llamadas?
–En el caso del papel de la mujer en el trabajo, ha sido un error interpretativo, que hizo mucho ruido. Pero el tema de las pensiones es una preocupación de toda la sociedad. Nosotros fuimos pioneros en ponerlo sobre la mesa y tuvimos una receptividad muy negativa. Ahora bastantes grupos empiezan a aceptar el riesgo de que las pensiones no puedan mantenerse tal como están. Por supuesto que las pensiones se van a mantener siempre, pero lo que se transmite es que si no se cambian las reglas del juego, las posibilidades de que se tengan que reducir de forma notable son muy altas. Ya hay muchos interesados en el modelo chileno, que el Círculo consideró el mejor, y no sólo lo están aplicando algunos países de Hispanoamérica, sino que EE UU lo está valorando muy seriamente. En el Círculo estamos convencidos de que algo va a tener que cambiar. No es, desde luego, un tema dramático y urgente, pero, cuanto antes empiecen los gobiernos a pensar en ello, antes se encontrarán soluciones que a lo mejor no son tan drásticas como algunos piensan, o que pueden ser mixtas.
–En resumen, ¿cómo podemos resumir el papel del Círculo?
–Yo lo consideraría como una institución formada por los empresarios y altos directivos que, en los 25 años que lleva actuando, ha querido transmitir al mundo empresarial, político y a la sociedad cuáles son las inquietudes y cambios de carácter estructural que el país necesita afrontar. Y no ha andado descaminado en sus planteamientos. Muchas inquietudes que fueron consideradas en su momento exageradas, quizás hayan sido sólo prematuras, pero luego la historia nos ha confirmado que eran acertadas.
Competitividad, el gran reto
–¿Cuáles son los grandes desafíos que tiene la economía española de cara al futuro?
–El reto más importante es seguir mejorando la competitividad. Realmente, la Unión Europea exige ser lo más competitivo posible, ya que de todo lo que España exporta, alrededor de dos tercios van a la UE. Esto se ha conseguido a base de mejorar la competitividad y eso ha implicado algunos cambios estructurales importantes que deben profundizarse. Ese es el reto número uno, la competitividad en Europa. Y ello lleva consigo reformas de la legislación laboral como las que se han hecho en los últimos años. Tenemos que tener en cuenta que hemos entrado a formar parte de un nuevo país que se llama Europa, que esto es una región de Europa y cuantas más diferencias de legislación haya, más difícil será competir, porque competimos dentro de un mismo país.
–¿Y los aspectos más positivos de la economía española?
–Son muchos, realmente. La situación económica del país es francamente buena. En estos momentos, la única o la más importante dificultad es mantener la inflación en el entorno de países próximos a nosotros. Es muy difícil compatibilizar un gran crecimiento con una inflación baja, puesto que muchas de las medidas drásticas que se puedan tomar para controlar la inflación pueden repercutir en la reducción del Producto Interior Bruto. Por lo demás, el ritmo de crecimiento de España es espectacular, muy parecido a otro punto culminante que hubo a finales de la década de los 80, tras lo que vinieron unos años francamente negativos. Nunca pudimos pensar entonces, y a mí no me cabía en la cabeza, que el Gobierno se planteara como objetivo de los Presupuestos Generales del Estado el objetivo de déficit cero, que será muy difícil conseguir, pero que resultará altamente positivo si creemos en la economía libre de mercado, y yo creo firmemente.
–¿Qué nos espera ahora?
–Creo que no nos esperan grandes dificultades. Es difícil creer que tendremos muchos años de bonanza grande y mantener un crecimiento del 4 al 4,5%; pero estar en torno al 3% es francamente bueno.
–¿Qué opina sobre el euro?
–En primer lugar, creo que no va a ser fácil recuperar la paridad del euro con el dólar que se estableció en el arranque de nuestra moneda, nada menos que en 1 por 1,15. Se forzaron muchos las cosas en Europa para establecer esa paridad, pero creo que no tardaremos en verlo en paridad 1:1. Para mejorarla y superarla se tardarán bastantes años.
Con respecto al efecto euro sobre la economía española, al principio, puede producirse una ligera inflación y pienso que los redondeos van a tirar de los precios al alza y va a ser muy difícil que la inflación se mantenga por debajo del 2,5% en Europa y del 3% en España. Será un poco complicado al principio, pero después será muy positivo para Europa y para España.
La formación
–¿Qué experiencia le dejó Estados Unidos?
–Estuve allí siendo joven y cuando llevaba poco tiempo en la empresa. Los directivos americanos pensaron que era muy importante que pasara un año allí para conocer mejor la compañía, los sistemas y estilos de dirección y tengo que decir que fue una de mis mejores experiencias profesionales.
– ¿Cuál de las dos experiencias es la que más enriquece, la académica o la profesional?
–Las dos son muy importantes. En estos momentos, trabajar en una empresa en Estados Unidos, con lo mucho que ha evolucionado España y las filiales norteamericanas, quizás represente un aporte pequeño. Pero, en esa época de 1968/69, con las diferencias tan grandes que había entre las empresas en España y las de allí, se aprendía mucho. Desde el punto de vista académico, la diferencia con España en aquel momento era de la noche al día.
–¿Eso quiere decir que ya no es imprescindible darse un baño de aprendizaje por Estados Unidos para tener éxito profesional?
–No lo considero imprescindible. Pero sí resulta enormemente útil hacer un master en Dirección de Empresas en un magnífico centro norteamericano, europeo, o español incluso, de los que están aplicando el sistema que pusieron en marcha los norteamericanos en los años 50 y que actualizan periódicamente. En España hay algunos centros, cuyos alumnos contratamos, que están en el primer nivel mundial, como pueden ser el IESE y ESADE en Barcelona o el Instituto de la Empresa en Madrid; el Inseat en París, dos o tres en Inglaterra, veinte en Estados Unidos… Estudiar en cualquiera de ellos sí que lo considero imprescindible para ser un gran directivo. El trabajar en alguna empresa fuera de España es conveniente, por conocer otra cultura, pero no imprescindible.
–Entonces ¿qué le aconsejamos a los jóvenes graduados?
–Que si pueden hacer un máster en Dirección de Empresas que lo hagan y, si no pueden, que pongan un gran interés en trabajar en una de las muchas empresas que hay en España que son magníficas escuelas de formación, aunque luego cambien de trabajo y vayan a otra.
–¿Podemos poner ejemplos?
-Empresas como puede ser El Corte Inglés, que es modélica en todos los sentidos; multinacionales norteamericanas, entre ellas ocho o diez del sector farmacéutico como la nuestra, las del sector de automoción… Yo soy un enamorado de la empresa norteamericana; creo que va varios años por delante del resto y que en estilo de dirección es otro mundo. Como ejemplo, puedo decir que en nuestro sector el 90% de los medicamentos que en la última década han supuesto una revolución han sido descubiertos en los Estados Unidos. En una empresa norteamericana se puede aprender muchísimo.