Cantarey construye el aerogenerador terrestre más potente de España

La puesta en marcha del Plan Eólico Regional ha generado una gran expectación por el impacto que presumiblemente va a tener sobre la industria local, tanto por el suministro de componentes como por las nuevas iniciativas que llegarán aparejadas. Todo ello debería dar lugar a un nuevo sector industrial, con un importante volumen de empleo.
En realidad, Cantabria cuenta ya desde hace años con una de las firmas de referencia del sector eólico, la planta de Cantarey en Reinosa, perteneciente al grupo Gamesa. Especializada en la fabricación de la parte más compleja de los molinos, el generador, produce cada año más de mil máquinas que, en términos de potencia, equivalen a unos 1.700 megavatios. Esto quiere decir que en sólo diez meses, la factoría campurriana podría producir todos los aerogeneradores necesarios para cubrir el Plan Eólico de Cantabria, que prevé la instalación de 1.400 Mw.
Con los molinos que se comercializan actualmente, cuya mayor potencia no pasa de los dos megavatios y medio, el Plan cántabro requeriría no menos de 700, una cifra que ha disparado la polémica por su presumible impacto visual. Sin embargo, la investigación que realizan empresas como Cantarey podrían atenuar este impacto. La firma de Reinosa ha fabricado ya el prototipo de un nuevo modelo de generador que con sus 4,5 Mw duplica la potencia de los existentes. Su aplicación en parques eólicos como los que se pretenden levantar en Cantabria permitiría reducir a la mitad el número de molinos, y disminuir sensiblemente el impacto paisajístico.
El inconveniente es que unos generadores tan potentes necesitan palas más largas para transmitir una mayor potencia sobre el generador y, por tanto, torres más altas. Ese hándicap puede ser temporal, ya que Gamesa también está tratando de desarrollar molinos que, con menor volumen de máquina, generen más potencia. Un logro que contribuiría a aminorar la polémica sobre la preservación del paisaje.

El mayor aerogenerador terrestre

Lo que ya es un hecho es el nuevo generador de 4,5 Mw diseñado por Gamesa-Cantarey, con tecnología cien por cien española. No será el más potente del mercado, ya que los parques eólicos marinos permiten la instalación de máquinas más grandes, pero sí es el mayor entre los terrestres. También lo es en dimensiones físicas: el nuevo modelo tiene 128 metros de diámetro de giro de las palas, necesita una torre de 120 metros de altura, y alcanza los 190 metros (la de un edificio de 65 plantas) si se mide hasta la punta de pala cuando ésta se encuentra en posición vertical.
Para alcanzar los 4,5 MW no basta con aumentar el tamaño de las palas. Se ha conseguido con una tecnología novedosa, basada en imanes permanentes. En vez de utilizar un rotor en el que se inserta un bobinado de cobre, como en los generadores convencionales, la nueva máquina lleva unos paquetes de chapa en los que se introducen los imanes que le dan la polaridad.
Al tratarse de imanes permanentes, su colocación debe ir acompañada de unas medidas estrictas de seguridad, entre ellas la imposibilidad de que los operarios lleven encima cualquier tipo de objeto metálico, lo que no sólo incluye herramientas, sino también prótesis. De lo contrario serían atraídos hacia los imanes con una fuerza tal que resultaría muy dificultoso ‘despegarlos’ del rotor o podrían sufrir problemas físicos.
Además de generar la potencia asignada con la mitad de las torres que un parque eólico actual, el nuevo generador (denominado G10X) puede ponerse en pie con los mismos medios de transporte y montaje que el modelo de 2,5 Mw, lo cual es una ventaja sustancial, si se tiene en cuenta que los campos eólicos por lo general se encuentran en lugares apartados y, en ocasiones, de difícil acceso.
Otra de las ventajas del nuevo modelo se encuentra en el mantenimiento, uno de los puntos críticos de los aerogeneradores. Dado que la mayoría de las averías que sufren las máquinas eléctricas se concentran en el rotor, se calcula que uno sin corrientes eléctricas evitará, al menos, la mitad de las paradas que provoca este componente en la actualidad.
Cantarey ya ha construido cuatro prototipos de los nuevos generadores, que se están probando en un parque eólico zaragozano. Para iniciar la producción en serie, necesitaba habilitar una nueva línea de fabricación, con su utillaje específico y, después de una inversión de cinco millones de euros, está prácticamente a punto. Tanto que el nuevo modelo de generador ya ha sido ofrecido a varias de las empresas que se han presentado al concurso de los parques eólicos cántabros, cuya resolución se podría hacer pública en enero.
La inversión de Cantarey no se traducirá en más empleos. La fábrica cuenta ya con una plantilla de 248 trabajadores y, desde su adquisición por el grupo Gamesa, ha mantenido una política de empleo sostenible que ha consolidado unos 50 puestos de trabajo. Si a esto se le suma el empleo indirecto que genera la planta –que suele recurrir a proveedores de la región para los trabajos de calderería y mecanizado– puede percibirse la importancia que tiene Cantarey para la economía campurriana. Una relevancia que se acentúa aún más en tiempos de crisis como los que atravesamos.

Una planta gemela en China

Al frente de Cantarey se encuentra Luis Pindado, que fue jefe de producción de la planta hasta la marcha de su anterior director, Ricardo Chocarro, que ha pasado a dirigir otra de las filiales de Gamesa, Made.
En su larga trayectoria profesional, Pindado ha conocido más de cuarenta años de la historia de la factoría, desde la época en que todavía era la antigua Cenemesa –en la que entró como aprendiz– hasta su compra por Gamesa, tras la conflictiva etapa de ABB y la más breve de Buce. Esta compañía holandesa especializada en reflotar empresas, acertó al reorientar la planta hacia el emergente mundo de la energía eólica. Gamesa ha potenciado esta vía de negocio hasta convertir a la fábrica reinosana en un referente en el sector de los aerogeneradores.
No obstante, Cantarey produce algo más que generadores eólicos, aunque esta actividad represente el 80% de su volumen de negocio. De sus naves salen también generadores hidráulicos, como los que mueven las aguas de la presa de Itoiz, en Navarra.
La experiencia del equipo humano de Cantarey en la optimización de la planta de Reinosa les ha otorgado un papel especial en la construcción y puesta en marcha de una planta similar en China. Allí se fabrican –al igual que se hace en Reinosa– generadores eólicos de 800 kW y 2,5 megavatios para abastecer el mercado asiático. Pero, a diferencia de Reinosa, la planta china cuenta también con una zona de montaje del nacelle, el conjunto que descansa sobre la torre y recibe la energía de las aspas, formado por el generador, los convertidores y la multiplicadora. Este bloque es el corazón de aerogenerador, ya que en él se transforma la energía mecánica producida por el movimiento de las palas en energía eléctrica.
Los generadores fabricados por Cantarey, en cambio, son completados en las instalaciones que Gamesa tiene en Tauste (Zaragoza) con los convertidores que el grupo fabrica en sus plantas de Coslada (Madrid) y Valencia.
La apertura de una fábrica en China con una producción análoga a la de Cantarey no representa una amenaza para la planta reinosana, que actúa de cabecera tecnológica y traslada a aquel país desarrollos que ya ha probado en Europa. Así puede obtener más recursos para seguir investigando en nuevos modelos y diseños de aerogeneradores.
Antes de que el nuevo prototipo de 4,5 Mw haya pasado a las líneas de fabricación, Gamesa ya trabaja en la optimización de un generador síncrono de imanes permanentes de 4,75 Mw y menor tamaño, lo que le dará a esta planta el liderazgo tecnológico del sector. Para Luis Pindado está muy claro que “tenemos que buscar un equilibrio entre la potencia de los aerogeneradores y sus impactos visuales”. Un objetivo que, cuando se consiga, permitirá respirar más tranquilos a los mentores del Plan Eólico de Cantabria y a quienes lo critican.