La investigación en Cantabria

Según el Instituto Nacional de Estadística, Cantabria destinó en 1999 el 0,6% de su PIB a actividades de investigación y desarrollo. Con este modestísimo porcentaje, inferior incluso al de 1998, la inversión cántabra en I+D continúa estando muy lejos de la media española, que en 1999 se situó en el 0,9%. En ese mismo año, el INE contabilizó en nuestra región 720 personas ocupadas en tareas de I+D, la mayoría de ellas en el ámbito universitario. Un panorama muy diferente al de Madrid, Cataluña o el País Vasco, donde los mayores recursos dedicados a I+D los aportan las empresas, un signo de la concienciación del sector privado sobre el valor de la innovación.
Tan preocupante como la escasa actividad investigadora del sector privado en Cantabria es la evolución de las inversiones. Tan sólo dos proyectos presentados por firmas cántabras consiguieran el año pasado el apoyo del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), seis menos que en 1999. El gasto comprometido se resintió en la misma medida. Frente a los 1.944 millones de pesetas que suponían los proyectos desarrollados con el CDTI en 1999, el año pasado se quedaron en sólo 150 millones, y no por falta de interés de este organismo público, que lleva una política de acercamiento a las empresas muy meritoria.

En qué se investiga

Examinando la participación de Cantabria en proyectos nacionales y europeos, la actividad investigadora de esta comunidad autónoma en relación a su producción regional no resulta tan desanimante, sobre todo en algunas áreas concretas, como las de Medio Ambiente y en Tecnologías de la Información y Comunicaciones.
El hecho de que la Universidad de Cantabria tenga un carácter casi politécnico, dado que la mayor parte de las carreras son de carácter técnico, justifica la presencia de un fuerte componente universitario en la I+D regional, pero eso no impide reconocer que la actividad investigadora de la Universidad no se ha contagiado a las empresas del entorno como ha ocurrido en torno a otros campus. Prácticamente no se pueden entender las nuevas tecnologías en todo el mundo sin explicar la vinculación de sus centros de desarrollo a universidades de renombre.
Los proyectos conjuntos de la Universidad de Cantabria con empresas de la región son aún pocos y todos los intentos para establecer puentes tecnológicos han dado resultados muy parcos.
Las razones están por analizar, pero una de las más evidentes es el distanciamiento de Cantabria de los centros de decisión de las grandes empresas, las que por su tamaño podrían tener más actividad investigadora. Las fábricas de Cantabria se convierten en meras plantas de producción, donde no se investiga ni se desarrollan nuevos productos, una actividad que queda en manos de la matriz y que, por lo general, realizan fuera de España, cuando son multinacionales, o en Madrid y Barcelona.
En estas páginas se recogen algunos ejemplos de la investigación en Cantabria. Por lo general, se desarrollan dentro de la Universidad, a pesar de lo cual tienen una utilidad práctica casi inmediata. Demuestran que la región puede estar presente en las tecnologías más avanzadas (satélites espaciales) o en la solución de problemas básicos cotidianos (tratamiento de lodos industriales). Existe la cualificación suficiente para abordar cualquiera de los campos, pero aún no ha surgido el acercamiento suficiente entre las empresas y los científicos, un problema que quizá se empiece a resolver con el programa RIS puesto en marcha por Industria.

Cantabria tiene un serio problema para la gestión de sus residuos industriales, al no existir vertederos de seguridad. Eso plantea dos alternativas: llevarlos a lugares alejados o, la más razonable y comprometida con el medio ambiente, tratar de minimizarlos. Esta es la filosofía de las Tecnologías Más Limpias, una línea de investigación del Departamento de Ingeniería Química y Química Inorgánica, que también busca soluciones prácticas para el tratamiento de los residuos industriales, especialmente los que más afectan a Cantabria, los producidos por las industrias de transformados metálicos y por la química básica.
Cada actividad industrial puede tener una vía de producción más limpia, ya sea introduciendo cambios en el producto, en las materias primas empleadas, en la tecnología o incluyendo buenas prácticas a lo largo del proceso productivo. A menudo bastan pequeños cambios para generar mejoras medioambientales importantes y ese es el primer consejo del equipo que dirige José Ángel Irabien.
Su actividad no es meramente asesora. El Departamento, en colaboración con el de Genética, investiga con la empresa cántabra Fundimotor para el tratamiento de los lodos de fundición. El objetivo de mejora de la gestión ambiental puede conseguirse en este caso a través de dos vías complementarias: un primer tratamiento de tipo biológico y, a continuación, un tratamiento de inertización.
Las investigaciones ya han dado lugar a una patente de invención que describe un nuevo proceso para la gestión ambiental de estos lodos.
El proyecto ha contado con un presupuesto de 25 millones de pesetas, financiados por la Convocatoria Feder de los Planes Nacionales de Investigación y en estos momentos se encuentra en su fase final, de redacción de las patentes.
En esta misma línea, el grupo de investigadores del Departamento de Ingeniería Química y Química Inorgánica que dirige el profesor Irabien, trabaja en un proyecto sobre tecnologías más limpias para una gestión eficiente de residuos de pinturas con la empresa cántabra Hispanamer.

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