Escuelas efímeras

Las Escuelas Taller son unidades formativas de carácter temporal que se encuentran a medio camino entre el aprendizaje y el trabajo productivo. Gracias a ellas se han recuperado muchos oficios, se ha generado empleo y se ha recuperado un importante patrimonio cultural, arquitectónico y medioambiental. Probablemente, sin ellas, Potes, Reinosa, Aguilar de Campoo y algunas otras poblaciones serían hoy diferentes, dado que la rehabilitación de amplios conjuntos arquitectónicos permitió preservar el casco tradicional y evitar que, como en tantos otros sitios, las situaciones de semirruina fuesen aprovechadas para construir inmuebles nuevos con un concepto arquitectónico completamente distinto.
El Instituto Nacional de Empleo (INEM) marca las líneas básicas de actuación y asume, en cofinanciación con el Fondo Social Europeo, los costes de formación ocupacional y educación básica, además del salario del profesorado, los medios didácticos, el seguro de accidentes, y los salarios de los alumnos-trabajadores. Los seis primeros meses los participantes asisten en calidad de becarios, con un seguro de accidentes. A partir del séptimo mes trabajan con un contrato en prácticas y su correspondiente alta en la Seguridad Social, que también paga el INEM.

Dos años

Las Escuelas Taller no tienen una vida indefinida. Se les concede la financiación para un proyecto concreto que demuestre ser viable desde el punto de vista de la formación e inserción de los alumnos y disponen de dos años como máximo para acometerlo. Ultimado ese plazo, la Escuela Taller queda en suspenso. En el mejor de los casos, si proponen un nuevo proyecto y es aprobado, su existencia se prolongará; de lo contrario, cerrará. Aunque se produzca la continuidad, el personal que fue contratado para formar a los alumnos tendrá que presentarse nuevamente a concurso si quiere tener opción a trabajar en el siguiente programa.
Estas circunstancias han hecho que desapareciesen escuelas taller muy meritorias y que peligre la continuidad de bastantes otras. Una de ellas es la de los Ayuntamientos de Miengo y Polanco, que formaron una mancomunidad con este fin para ofrecer Turismo Rural, Albañilería, Pintura Interiorista, Carpintería y Forja-Soldadura. Tras ser aceptado por el INEM, los participantes acometieron la rehabilitación de la antigua casa del maestro situada en el barrio de Mar para ser utilizada como sede administrativa de la Escuela Taller. Este primer proyecto, que incluía la rehabilitación de la iglesia contigua al edificio y de su entorno, donde se creó un parque, comenzó el 1 de junio de 1998. Hasta su finalización el 31 de mayo de 2000, un total de 62 alumnos trabajaron en la Escuela Taller, 47 de los cuales encontraron finalmente un empleo.
El perfil de los participantes en estos proyectos es el de jóvenes de entre 16 y 24 años que no encuentran incentivos en la enseñanza reglada y desean aprender un oficio. “Una Escuela Taller no es en absoluto un nido de fracasados, es simplemente una alternativa a la enseñanza reglada”, subraya Antonia Pelayo, directora del primer proyecto de la Mancomunidad Miengo-Polanco Escuela Taller.
El alumno trabajador se especializa en un oficio determinado, pero adquiere conocimientos de otras materias relacionadas con el proyecto. Reciben enseñanza compensatoria que permite obtener el graduado escolar a aquellos alumnos que carecen de él. Al término de su asistencia a la Escuela Taller, el alumno trabajador recibe un certificado que podrá ser convalidado total o parcialmente por el de Profesionalidad o por módulos de Formación Profesional.
Durante dos años, los asistentes aprenden, además, actitudes de urbanidad y se sensibilizan con el patrimonio de su entorno. En el caso de la Mancomunidad Miengo-Polanco, el módulo de Turismo Rural elaboró el inventario del patrimonio histórico-artístico de ambos municipios, a partir del cual crearon un folleto informativo sobre la ruta costera del Camino de Santiago que discurre por estos municipios.

Obras en beneficio de la comunidad

Durante el tiempo que la Escuela Taller estuvo en funcionamiento, los vecinos comprobaron su utilidad indirecta en multitud de pequeñas obras comunitarias financiadas por ambos municipios como la rehabilitación de los hogares de la Tercera Edad de Miengo y Cudón, la pintura de las bóvedas de la iglesia de Gornazo, la decoración interior del Santuario de la Virgen del Monte, las barandillas exteriores de acceso a la iglesia de Polanco o las reparaciones en el Colegio Pérez Galdós.
Finalizado el periodo destinado al proyecto, la Escuela Taller de Polanco y Miengo cerró sus puertas. Pasarán bastante tiempo en esta situación hasta que la entidad promotora, la Mancomunidad Miengo-Polanco, sepa si su siguiente proyecto, que ha de ser continuador con respecto al anterior, es aceptado por el INEM.

Una Posada en Robayera

El segundo proyecto que ha presentado la Mancomunidad es ambicioso. Existen en Robayera (Miengo) 4.000 metros cuadrados de terreno en donde la vista no sabe decidir dónde fijarse: el Mar Cantábrico, el Abra del Pas o las dunas de Liencres. Allí permanecen los restos del antiguo cuartel de carabineros, cuya cubierta fue derribada durante el ejercicio anterior, dejando la estructura de piedra de las paredes, que los propios alumnos de la Escuela Taller se encargaron de rejuntear a mano. El objeto de proyecto para la siguiente etapa, en caso de que sea concedido, es continuar trabajando en este lugar para convertir esas cuatro paredes en una Posada de Cantabria, aprovechando la oferta turística de que dispone en las inmediaciones (golf, senderismo, pesca y playa).
El proyecto arquitectónico fue realizado por los técnicos del Ayuntamiento de Miengo, que cederá el terreno a la Escuela para la obra, y el plan para la gestión y explotación del establecimiento hostelero fue elaborado por la anterior directora de la Escuela.
La obra incluiría, además, el acondicionamiento de un antiguo puesto de socorro de la Cruz Roja para convertirlo en Refugio de Peregrinos del camino costero de Santiago.
Las obras tendrán que esperar hasta saber si cuentan con el respaldo del INEM. Mientras tanto, las infraestructuras propias de la Escuela Taller permanecen cerradas o en ocasiones se tratan de aprovechar en beneficio de la comunidad, hasta que un nuevo grupo de jóvenes con ganas de aprender y de trabajar pueda volver a utilizarlas.

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