30 años de Herpesa
Cada año Herpesa añade a sus líneas de producción al menos un nuevo diseño de despacho y dos de sillas. Es la única forma de poder atender mercados tan distintos como el español, los de la Unión Europea o los de Chequia, Hungría o Rusia, donde ha comenzado a vender. Los mismos accionistas han creado una planta de fabricación en Marruecos con la que, simultáneamente, tratarán de expansionarse por el norte de Africa.
Herpesa se convirtió en un fabricante nacional hace diez años, cuando fue consciente de que en Cantabria había alcanzado un cuota que difícilmente podría crecer mucho más, y hace cinco se lanzó a la exportación. En ambas ocasiones tuvo que plantearse el crear un equipo comercial específico, encargado de abrir los nuevos mercados, y se vio forzada a realizar un notable salto industrial para incrementar la capacidad y tecnificación de la fábrica.
La apuesta nacional dio como resultado la presencia de sus muebles en 300 puntos de venta de todo el país y la creación de una imagen de marca asociada a los despachos de media dirección. El éxito animó a la compañía a lanzarse al ámbito internacional donde la siembra ha sido más reciente y trabajosa dado que el nivel de exigencia es tan elevado en la calidad como en los plazos de entrega, lo que obliga a resolver importantes problemas de logística. Herpesa ya vende a Francia –un cliente difícil de satisfacer en diseños y acabados– Portugal, Holanda, y los países del Este y la cuota de las exportaciones crecerá en el momento en que concluya el proceso de certificación que ha iniciado para obtener la ISO 9000. En todos los casos, la salida al exterior se realiza con muebles de las gamas media y alta, las de mayor valor añadido.
Flexibilidad
La distancia de estos mercados no impide que la fábrica de Solares pueda atender demandas muy particulares, de forma que, por sorprendente que pudiera parecerle al cliente de Budapest que pide una modificación sobre un modelo concreto del catálogo, la plantilla de Herpesa se encarga de que en poco más de un mes lo tenga, prácticamente el mismo plazo en que lo hubiese podido suministrar un fabricante del país. Esta flexibilidad se ha convertido en una de las fortalezas de la marca cántabra en su salida al exterior, que también se apoya en el programa PIPE, de las Cámaras de Comercio y el ICEX, y pronto contará con una estrategia de promoción del producto a través de Internet.
En el mercado regional, la empresa de Solares tiene una cuota muy relevante y ha equipado muchos de los centros docentes, el Hospital Sierrallana o los hoteles Chiqui y Bahía, entre otros muchos.
30 años
Herpesa nació hace ahora 30 años, cuando José Herrán y Elías Peña comenzaron a fabricar pupitres, bancos escolares y sillas de una forma casi artesanal y conforme a los patrones de la época: solidez y bajo precio, lo que significaba la introducción de nuevos materiales: tubo, aglomerado y formica. El otro ingrediente imprescindible era la realización de grandes series y para eso tenían un aliado: la natalidad disparada de los años 60 producía un permanente déficit de plazas escolares, de forma que por más colegios e institutos que se abriesen, siempre parecían pocos.
En estas circunstancias, el taller pasó a convertirse en una auténtica fábrica. En 1975 abría unas nuevas instalaciones con una superficie de 4.500 metros cuadrados.
Pero la mayor expansión estaba por llegar. Los dos fundadores siempre descartaron ampliar la actividad al mobiliario doméstico, pero en cambio se aprestaron a entrar en el de oficina, más sofisticado que el escolar, aunque a los ojos de hoy ofrecería una extraordinaria sensación de esquematismo: una o dos gamas de muebles oscuros para los despachos de más distinción y mesas metálicas con una tapa de formica imitando al mármol para la mayoría de las oficinas.
Gamas más altas
En los años 80 llegaba el diseño a España y Herpesa comenzó a sentir la preocupación de entrar en las gamas medias y altas. Peña y Herrán comenzaron a traducir al español el diseño que presentaban en Milan y Colonia los grandes fabricantes europeos con una eficacia sorprendente, y tendieron una red de ventas por todo el país que les permitió consolidarse como una de las marcas nacionales.
Peña, responsable comercial, auscultaba el mercado para aportar las ideas sobre nuevos modelos y Herrán, director de fabricación, se encargaba de llevar el diseño a la práctica. Algo que resulta mucho más complejo de lo que parece si se tiene en cuenta que en el actual catálogo de productos hay más de treinta despachos distintos y sus correspondientes sillerías tienen hasta ochenta terminaciones distintas debido a las combinaciones de tejidos, pieles y colores.
Esta complejidad daba lugar a que en 1992 se inaugurase una nueva fábrica de 12.000 metros cuadrados, aneja a la anterior, y totalmente mecanizada.
Automatización
A pesar de las mil unidades diarias que salen de las líneas de producción, el proceso fabril apenas requiere algo más de 60 personas. Un tren de máquinas de más de 50 metros de largo engulle automáticamente los tableros de aglomerado o del más moderno DM, determina por sí solo los despieces de mesas, estantes o cajoneras, y con los 140 motores que lleva en su interior es capaz de trasladar y dar todo tipo de movimientos a las piezas, desde el corte hasta el acabado. La conformadora también deja hechas las muescas y agujeros donde irán los herrajes, bisagras o tornillos y una vez en el tren de barniz, las superficies son lijadas, pintadas, vueltas a lijar y barnizadas automáticamente, de forma que la mesa llega al embalado prácticamente sin intervención humana.
Aunque en la mayoría de los casos, la base de los muebles de oficina sigue siendo el aglomerado, la calidad ha mejorado sustancialmente con la incorporación de las melaminas y la fibra de madera y una gama muy amplia de acabados cada vez más espectaculares.
Herpesa mantiene en catálogo dos modelo oscuros clásicos desde hace veinticinco años, pero los despachos de diseño, algunos tan espectaculares como los que amueblan el nuevo pabellón de gobierno de Valdecilla, difícilmente superan los cinco años en las líneas de producción y, de ellos, dos años son de lanzamiento y tres de plena venta. Después habrán sido reemplazados por otras líneas y otros diseños más avanzados, porque el mercado es cada vez más cambiante. Poco tienen que ver las mesas actuales en forma de riñón con las líneas rectas de hace sólo cinco años y apenas nada los colores claros que ahora son hegemónicos con la severidad del pasado o los acabados de gran brillo de los años 80.
El reinado del diseño
Herpesa se desenvuelve con naturalidad en un mercado de gama media, aunque mantiene un 20% de la producción en la gama baja, cuya referencia principal es el precio, y otro 20% en la alta, más selectiva en diseños y acabados. En cualquier caso, Peña reconoce que en la decisión de compra cada vez tiene más relevancia el diseño, incluso cuando se trata de las Administraciones públicas, que por volumen son el principal cliente de la fábrica. Pero no siempre la decisión la toma quien paga. Después de los treinta años que lleva la empresa en el mercado, son bastantes los clientes que dejan en manos del propio fabricante la decisión sobre los modelos que equipen sus nuevos despachos o la renovación de los antiguos. Una fidelización que también se refleja en el mantenimiento del mercado. Herpesa se fija cada año un crecimiento de las ventas entre un 12% y un 15% y lo cumple con escrupulosa regularidad con una leve excepción a comienzos de los años 90 cuando se produjo una clara recesión económica.