Las exportaciones se disparan pero China no nos abre la puerta
Cantabria exporta bombones, cigarros puros, anchoas. alambrón, alternadores y motores de arranque de coches, grandes cigüeñales y electrodomésticos e importa el cacao para hacer los bombones, papel de prensa, coches, grandes máquinas, langostinos y materias primas. Este sería un análisis muy simplista del comercio internacional de la región, que quizá valga para los libros de geografía económica pero que apenas explica una mínima parte de la complejidad que ha alcanzado el tejido empresarial de la región.
En un año de crisis y con una economía que trata de sustituir importaciones, cuesta entender que las compras realizadas al exterior hayan vuelto a crecer más deprisa que las exportaciones, pero así ocurrió. El pasado año las exportaciones de la región alcanzaron los 2.280 millones de euros, un 24,7% más que el año anterior, lo que indica una notable recuperación, sobre todo si se tiene en cuenta que la mejora nacional fue del 17,4%. Pero, a cambio, compramos fuera por valor de 1.965 millones de euros, un 30,5% más que en 2009, un crecimiento que duplica la media del país.
Ni los cántabros hemos recuperado repentinamente poder adquisitivo y nos hemos vuelto unos importadores compulsivos ni la economía local va por caminos diferentes a la nacional y vende mucho más que el resto. La razón hay que buscarla en circunstancias específicas. Por ejemplo, en el despertar de las grandes fábricas de la región, las que originan el grueso del comercio internacional. Robert Bosh Treto, Altadis o Nestlé han aumentado sensiblemente sus ventas en el exterior y para alimentar su proceso productivo necesiten incrementar las importaciones casi en la misma medida. Bosch porque ensambla en la planta de Treto componentes que ya vienen de otras factorías del grupo; Altadis para abastecerse del tabaco de sus puritos y Nestlé porque sin cacao no podría hacer chocolate. En los tres casos, el peso de estos suministros es muy relevante sobre el valor final del producto.
A esto se ha unido el despegue de las importaciones de bienes de equipo, que crecieron casi un 34% lo que puede ser un síntoma de que las industrias locales retoman las inversiones, a pesar de las dificultades de financiación y de los coletazos desanimantes de una crisis que se resiste a volver a la guarida.
La reorientación de las ventas
Las fábricas han tirado de la economía cántabra en 2010 gracias al repunte económico de países como Alemania, Francia o Estados Unidos. Como presumió el presidente de las Cámaras españolas durante una conferencia celebrada en Santander en 2008, a pocos meses de iniciarse el batacazo económico, el primer sector en despertar sería el exportador. Javier Gómez Navarro se valía de la experiencia de crisis anteriores, la de los años 80 y la de 1993 y deducía que, en realidad, los fabricantes españoles tienen una actitud de relativa indiferencia ante los mercados exteriores mientras obtienen un rendimiento que les satisface en el interior y sólo demuestran su capacidad real de exportar cuando el mercado interno se agota.
El ejemplo de Solvay, que ha reorientado una mayor parte de su producción de carbonato de sosa al exterior tras la caída de la demanda local puede servir para confirmar la teoría. Eso demuestra que la exportación puede servir como colchón para atenuar los efectos de la crisis local y que los productos españoles sí son competitivos cuando salen a otros mercados, aunque quizá tengan peores márgenes en ellos.
El hecho de que el pasado año las exportaciones de Cantabria creciesen un 24,7%, siete puntos más que la media nacional, es revelador de que una parte del tejido económico de la región comienza a desperezarse. Lo que puede crear cierta perplejidad es que en los dos primeros meses de 2011 las exportaciones se disparasen (+47,4%), duplicando el ritmo de crecimiento nacional (+22,5%) que fue muy destacado. Una tendencia que sólo el tiempo dirá si se consolida.
Concentración en la zona Euro
El mundo se ha hecho pequeño y los flujos comerciales cada vez son más variados, pero eso no impide que los de Cantabria sigan muy concentrados en torno a dos únicos países: Francia y Alemania. El primero por proximidad geográfica y por ser uno de los mayores mercados de Europa. Alemania, por ser sede de la matriz de muchas empresas cántabras (Bosch, BSH, EvoBus, E.On…).
Las estrategias públicas de diversificación tienen un éxito modesto, en comparación con lo que puede conseguir una sola de las grandes fábricas cuando se mueve en los mercados exteriores, sobre todo en aquellos a los que están vinculadas a través de su matriz. Ese factor, la proximidad geográfica y la facilidad de los intercambios hace que economía cántabra siga efectuando la mayor parte de su comercio exterior en la Zona Euro, en la que se integra. En ella vende el 55,8% de lo que exporta y compra el 47% de todo lo que adquiere en el exterior. Si se añaden el resto de países europeos, la concentración llega a ser del 75% en el caso de las exportaciones y del 72% en las importaciones. En cambio, todo el continente americano sólo genera el 11,5% de nuestras expediciones, Asia el 6,1% (el 10,9% en importaciones) y Africa un 7,2%.
Las relaciones comerciales con la primera economía del mundo, Estados Unidos, son pequeñas, pero casi se han duplicado en el último año (+91%). También hubo mejoras notables en las ventas a Rusia, Japón y México. En cambio, las apuestas por mercados emergentes no están dando el resultado previsto, ya que bajaron las ventas a Marruecos, Argelia, China o India.
No podemos con China
El factor exótico es China, a la que le compramos ya por importe de 106 millones de euros, algo más que a Italia, y apenas le vendemos mercancías por valor de 35,6 millones. El saldo a su favor de 3 a 1 debiera haberse moderado con las políticas de prospección del mercado chino que el Gobierno cántabro ha realizado con los empresarios locales durante los últimos ocho años, pero la realidad demuestra que las enormes expectativas que produce un país con 1.200 millones de consumidores no acaban de concretarse, mientras que es cada vez más evidente la presencia de productos chinos en nuestras tierras. El problema tiende a ir a peor, dado que las importaciones de China siguen creciendo a un ritmo del 40%, mientras que nuestras exportaciones al gigante asiático solo mejoraron un modestísimo 0,9% en 2010. En los dos primeros meses de 2011 son más desanimantes, porque sus exportaciones han aumentado un 67,6% mientras que lo que nos compran ha bajado un 13,8%.
El ejemplo contrario es el de Brasil, donde hemos encontrado un mercado muy generoso. Brasil, un país grande como un continente, ya nos compra por valor de 73 millones de euros, un 26% más que el año anterior, mientras que Cantabria sólo importa productos brasileños por valor de 16.
El comercio con Estados Unidos ha mejorado pero no lleva camino de alcanzar el volumen esperable en una economía de tal tamaño. Es cierto que las ventas realizadas por las empresas cántabras aumentaron sustancialmente y ya están en 72,6 millones de euros 8+91%) pero suelen ser muy cambiantes, en función de los pedidos de componentes para centrales nucleares que le llegan a ENSA. Es más estable el capítulo de importaciones, que el pasado año supusieron 86,5 millones de euros (un 14,6% más).
Valor añadido modesto
A pesar de las políticas de diversificación y de incremento del valor añadido que ha puesto en marcha el Gobierno regional en las últimas legislaturas, el grueso de las exportaciones cántabras son semimanufacturas, productos intermedios propios de una economía industrial madura, cuya posición de mercado no es muy sólida, ya que no utilizan tecnologías de difícil acceso para los países emergentes ni requieren grandes cualificaciones profesionales.
Por el momento, el ensanchamiento de esos mercados, cuyas poblaciones empiezan a acceder al consumo masivo, garantiza las ventas, bien en forma directa o a través de las compañías europeas a las que suministran las empresas cántabras y que fabrican el producto final gracias a ese alambrón, piezas de automóvil, negro de humo, pasta de papel, carbonato o cables eléctricos y de telecomunicaciones. No obstante, esa posición se puede invertir, como ha ocurrido con China, convertida de la noche a la mañana en la gran fábrica del mundo.
Cantabria siempre ha exportado pocos bienes de consumo directo pero las cifras han mejorado sensiblemente el pasado año, sobre todo en textil y la confección, gracias al empuje de Santanderina. También mejoraron las ventas de productos de consumo duradero, como cocinas de gas, fregaderos o piezas de baño.
En teoría también exportamos otros electrodomésticos, como lavavajillas, lavadoras o frigoríficos, que engordan la cuenta final, pero son productos que se han importado previamente y que se utilizan para completar la gama de la marca local.