‘La globalización viene de lejos’

Conocer la historia de los cántabros que emigraron a México puede animar a muchos paisanos a seguir su ejemplo y quién sabe si a crear grandes grupos internacionales como Lala, Gigante o SOS-Cuétara. En el pasado, los promotores de estas y otras empresas abandonaron su pueblo natal porque las familias que no recibían remesas del extranjero perdían posiciones en la escala social mientras el resto prosperaba, y porque hacerlo en red era mucho más fácil, al amparo de otros familiares o vecinos emigrados que les acogieran, emplearan e, incluso, costearan el viaje.
Hoy, los motivos para emigrar son otros pero la necesidad es la misma. Si un empresario quiere que su proyecto sobreviva debe salir del país y relacionarse. Es la consecuencia de la globalización que los personajes retratados por Rafael Domínguez en su segundo libro ya supieron ver. El anterior, ‘Cántabros en México. Historia de un éxito colectivo’ era un homenaje a su memoria pero éste, ‘De la Colonia a la Globalización’, fija una mirada más académica sobre estos hombres que crearon empresas o consiguieron posiciones de prestigio dentro de la economía mexicana.

Banqueros

El hecho de que Cantabria cuente ahora con uno de los primeros bancos del mundo tiene mucho que ver, en opinión de Domínguez, con la existencia de otros banqueros oriundos de esta tierra. Y es que, antes que Botín, despuntaron otros, como un empresario de Santillana del Mar, Luis Sánchez de Tagle, que se convirtió en el principal banquero de finales del siglo XVII y principios del XVIII, gracias a los enormes beneficios que obtuvo con el comercio de productos de lujo que transportaba desde Filipinas para las clases altas de Acapulco. Su fortuna la heredó Pedro, su sobrino, yerno y socio.
No fue el único banquero cántabro porque, ya entre finales del siglo XIX y principios del XX, Félix Cuevas –promotor del Asilo de Potes–, los hermanos Sánchez Ramos, Ricardo Sáinz, José Sáinz o Santiago Galas fueron socios fundadores o accionistas principales del Banco Nacional Mexicano, el Banco Mercantil o el Banco de Londres y México.

Descendientes

El libro permite descubrir las intrincadas redes familiares y sociales de estos empresarios y conocer a sus descendientes.
Los actuales propietarios del Hotel Vejo de Reinosa son, por ejemplo, los bisnietos de un empresario cuya trayectoria se analiza a partir de su archivo familiar, donde guardan las cartas que envió a sus hermanos. Eloy Vejo, que así se llamaba, no sólo partió a México sino que luego provocó una ola de emigrantes desde su pueblo lebaniego, Caloca, hacia la capital campurriana, donde decidió establecer sus negocios.
Entre Puebla y Guajaca se gestó una red de comerciantes que dieron valor a los recursos de estas zonas pobres con negocios textiles, ganaderos y peleteros. De allí procede la familia propietaria de la constructora Real de Piasca. Y en torno al puerto de Veracruz se sitúa el origen de dos grandes emporios, los Porres (industria agroalimentaria) y los Gómez Sáinz –Hidafa, Cortefiel y Sniace– y sus tíos, los Sáinz Pardo (Agitsa).
Son sólo algunos de los nombres que recogen los autores, agrupados por sectores o por zonas geográficas, para que cunda su ejemplo.

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