La ciencia al día
Pacientes controlados a distancia
Unos sensores incorporados a la ropa pueden ayudar a mejorar el control a distancia de los pacientes, sobre todo, el de quienes sufren enfermedades crónicas o se están recuperando de un infarto. Hasta el momento, ya había sensores portátiles, pero iban sujetos con cintas a brazos y piernas o al pecho y estaban conectados a un equipo de grandes dimensiones.
El nuevo sistema, llamado Healthwear, recopila la información de los sensores en una unidad portátil muy ligera y después la transmite a un servidor central a través de una conexión telefónica basada en GPRS. Los sensores van instalados en un chaleco que cuenta con un transmisor del tamaño de un teléfono móvil.
Los médicos podrán acceder al expediente electrónico de los pacientes de forma casi instantánea y hablar con ellos para darles instrucciones sobre los ejercicios que deben realizar mientras comprueban su estado de salud a través de un electrocardiograma.
Genes ‘saltarines’ en el cerebro
Acaba de descubrirse que el cerebro humano alberga un gran número de transposones o genes saltarines, lo que puede servir para esclarecer las causas de ciertas enfermedades neurológicas. Los transposones son pequeños elementos móviles de ADN capaces de emplear un mecanismo de copiado para introducir duplicados de sí mismos en otras partes del genoma.
Se cree que este mecanismo podría ser el responsable de la diversidad neuronal que hace que cada persona sea única, ya que estas piezas móviles de ADN aportarían a cada neurona una capacidad ligeramente distinta a la de las demás.
El calentamiento natural
Los compuestos de carbono orgánico expulsados por los árboles influyen en la calidad del aire y, en concreto, se ha descubierto que la oxidación de un hidrocarburo llamado isopreno genera gases y aerosoles que influyen en el calentamiento del planeta. Este precursor del ozono es emitido en gran cantidad por los árboles de hoja caduca, sobre todo, los robles.
Se ha calculado que las emisiones globales de isopreno de origen vegetal alcanzan más de 500 teragramos cada año, mucho más que las producidas por la gasolina o las sustancias químicas industriales, a excepción del metano y el dióxido de carbono.
Este descubrimiento ayudará a los científicos a desarrollar mejores modelos de la química global de gases y aerosoles y, especialmente, a comprender el funcionamiento de la química del isopreno.
Estabilidad en la cadena alimentaria
Un grupo de científicos ha dado con la clave de las reglas que rigen la estabilidad de la cadena alimentaria en la Naturaleza, ese complejo e interrelacionado sistema del que todas las especies forman parte como cazadores o como presas. Si los lazos entre las especies dentro del sistema son fuertes, las interacciones no cambian en un largo periodo.
El método que han utilizado para analizar millones de redes permite calcular las alteraciones que puede producir la presencia de una nueva especie y qué parámetros favorecen la continuidad de un ecosistema. Han alcanzado dos conclusiones. Por una parte que los grandes predadores sólo estabilizan comunidades si se alimentan de muchas especies distintas y, por otra, que los ecosistemas son más estables si las presas que están en mitad de la cadena proveen comida a varias especies de predadores.