El rescate de la comunidad sólo aporta liquidez para unos meses

El pasado 27 de septiembre, Ignacio Diego anunciaba que el presupuesto de Cantabria para 2013 no sobrepasaría los 2.050 millones de euros. Un mes más tarde se presentaban los Presupuestos, con unas cifras bien distintas: 2.292 millones. ¿Qué ha ocurrido para estando cerradas las líneas generales desde hace varios meses, el Gobierno se haya rectificado de una forma tan sustancial? El Gabinete se ha encontrado con una realidad demasiado terca y no se ha atrevido a echar mano de las “reformas estructurales” de la Administración que anunciaba Diego.
No habrá mucha diferencia con 2012, salvo una nueva vuelta de tuerca a la mitad de las consejerías, que tendrán más trabajo en saber cómo mantener ocupados a sus funcionarios que en decidir inversiones o subvenciones. Incluso con estos nuevos recortes, los resultados serán modestísimos: Sin gastar prácticamente en nada, el Gobierno regional volverá a generar un déficit superior a los 100 millones de euros el próximo año, un problema económico y político, puesto que ese es el principal argumento que utiliza en la reprobación del Gobierno anterior.
No es el sapo más difícil de tragar. En solo una semana, el Gobierno cántabro ha tenido que recurrir a dos fórmulas que ha criticado muy duramente a sus antecesores: trasladar endeudamiento al futuro, acogiéndose al Fondo de Liquidez Autonómica, que convierte en deuda a diez años, con dos de carencia, lo que debiera ser un préstamo a corto para pagar gastos de funcionamiento diario, y entregar unos presupuestos que sobreestiman los ingresos y minimizan los gastos, es decir, que crearán más déficit del que se anuncia.
En la primera decisión le han acompañado muchas autonomías, lo que se ha dado en llamar el rescate. La cantidad que ha solicitado Cantabria, 137,2 millones de euros, es muy modesta y sólo servirá para poder tener liquidez hasta final de año, pero deja en evidencia que la región ya no tiene capacidad de financiarse en las entidades de crédito y podía entrar en una situación de colapso. Lo más preocupante, sin embargo, es que el escaso horizonte de tranquilidad que supone el rescate.

Sobreestimación de los ingresos

A tenor de la evolución económica y la imparable caída de los ingresos, el año próximo la región volverá a encontrarse en una situación muy parecida y, por tanto, en la necesidad de ser nuevamente rescatada. Si algo define a este tipo de soluciones de último recurso es su singularidad y parece difícil imaginar que se pueda llegar a la rutina de tener que arbitrar un rescate de las autonomías cada año.
En los Presupuestos para 2013 la sobreestimación de ingresos resulta evidente. A pesar de la caída de más de un 20% en la recaudación fiscal a lo largo del presente año, el Gobierno cántabro sólo ha ajustado en un 6% los ingresos por impuestos directos y en un 10,6% los indirectos. Donde probablemente se reflejen los ingresos con más exactitud es en las tasas que cobra por algunos servicios públicos, como la gestión de las basuras o el canon de saneamiento, pero será a costa de subirlas un promedio del 36%, que no pasará desapercibido para el bolsillo de los cántabros.
Al presupuestar más ingresos de los que razonablemente caba esperar, el Gobierno ha encajado en el estrecho margen que le ha dado el Ministerio de Economía la enorme brecha entre los ingresos y los gastos que ha producido la caída de la actividad económica y que no consigue cerrar con la drástica reducción de las inversiones y subvenciones. Por otra parte, el ahorro draconiano hace que la Administración autonómica pierda músculo y se quede en el mero esqueleto: De cada cien euros que maneje el próximo año, sólo será capaz de destinar siete a inversiones, mientras que los gastos no productivos de funcionamiento (personal y suministros) van a consumir 52,5.

Sin indicios de la ‘reforma estructural’

A pesar de las advertencias de Diego de que en el próximo ejercicio vendrían los ajustes “estructurales”, a la vista de que la poda del ramaje periférico de la administración pública ya no da más de sí, los presupuestos no han ido tan lejos. En realidad, pueden calificarse de continuistas en el gasto, donde ya no queda margen para otra cosa, y optimistas en los ingresos. Aún así, dejará para mejor ocasión la doctrina de Rajoy de que no se puede gastar más de lo que se ingresa y la comunidad autónoma acabará 2013, en el mejor de los casos, con una deuda de 2.000 millones de euros. Eso quiere decir que en solo dos años y medio ha duplicado la que recibió en herencia. Un resultado desolador después de tantos sacrificios.
Si los ingresos no remontan el próximo año, como parece, ya que todos los institutos de análisis calculan nuevos decrecimientos del PIB de alrededor de un 1,5%, el problema del déficit será muy superior. Bastaría con se repitiese la recaudación de este año para que el déficit de la comunidad fuese unos 150 millones mayor del previsto y las expectativas no son buenas. La subida del IVA y del céntimo sanitario en la segunda mitad de ejercicio han tenido resultados modestísimos.

La masa salarial sigue subiendo

Las tendencias suelen ser contumaces. A pesar de estar bloqueadas las plantillas del Gobierno, haberse reducido significativamente el interinaje y las bajas y de la congelación de los salarios, en los presupuestos para 2013 el gasto de personal aumenta en algo más del 1%. Pasa lo mismo con el gasto corriente, que sube un 2,2%, pese al severo recorte en el consumo farmacéutico que se ha producido tras introducir el copago. Más fácil de entender es que suba la factura de los gastos financieros, puesto que se ha ido incrementando muy rápidamente el endeudamiento, y ya supone 118 millones de euros al año.

Venta de propiedades

El resto de las partidas rayan en la irrelevancia. No hay nada y lo poco que hay vuelve a ir destinado a las empresas públicas, un pozo sin fondo antes, ahora y probablemente después. Para poder cuadrar las cuentas, Hacienda ha tenido que limar tanto todas las partidas que el fondo para imprevistos se va a quedar en 1,3 millones de euros, frente a los 22,9 del actual ejercicio. Muy poco cuando contingencias es lo único que no va a faltar.
En otro momento, quizá podía esperarse algún ingreso inesperado, pero en esta ocasión no. Incluso se ha echado mano de las propiedades ociosas para ponerlas a la venta, como ya anunciaba Cantabria Económica en su último número, y ya se cuantifican los ingresos en 30 millones de euros. Otra cosa es que se hagan efectivos.
En un rasgo de contabilidad creativa, el Gobierno vuelve a suponer que ingresará 55 millones de euros por Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, que suprimió a comienzos de este año, y que da por seguro casi duplicará lo que obtiene por multas (de 6 millones pasa a 10) y por el Impuesto sobre el Patrimonio, que pasa de 12 millones a 22.

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