Los tejados de las industrias relevan a las huertas solares

Las huertas solares se han convertido en un elemento más del paisaje en muchas comunidades autónomas, sobre todo en los suelos menos valiosos, pero su proliferación puede haber tocado fondo tras el drástico ajuste de las primas sobre la energía fotovoltaica.
El precio por kWh producido, que estaba fijado en 25,17 céntimos de euro, ha sido rebajado en un 45% para las nuevas instalaciones y lo que antes garantizaba un negocio seguro ahora parece insuficiente para obtener una rentabilidad aceptable. De ahí que las miradas se vuelvan hacia otras opciones menos exploradas y mejor tratadas en la revisión de las primas, en concreto, hacia las techumbres de las naves industriales, una ingente superficie que permitiría incrementar vertiginosamente el número de instalaciones fotovoltaicas sin necesidad de consumir más suelo.
En Cantabria ya se han montado algunas placas en los tejados de estabulaciones ganaderas y en la cubierta de concesionarios, como Autogomas, en la constructora Emilio Bolado o en la cooperativa Mosaga, pero las capacidades no van más allá de los 114 Kw en el mejor de los casos.
También se han colocado placas fotovoltaicas y térmicas en colegios y ayuntamientos, pero falta por dar un paso mucho más ambicioso, el aprovechamiento de los techados de las grandes industrias, que pueden convertirse en una fuente de ingresos muy interesante para ellas. Los miles de metros cuadrados de que disponen algunas de ellas para instalar estas huertas solares aéreas permitirían potencias muy superiores a las que se han manejado hasta ahora. Es el caso de una gran planta de almacenaje de la región, con 28.000 m2 de tejados, que le permitiría generar dos megavatios de potencia, el equivalente a un aerogenerador de gran tamaño o a una pequeña central hidráulica, con la ventaja de que el impacto visual y ambiental es prácticamente inexistente.
De prosperar campañas como la que la instaladora Solarcan está llevando a cabo entre las industrias para convencerlas del interés que pueden tener para ellas este tipo de instalaciones, los polígonos industriales se convertirían en parques energéticos de cierta importancia, aunque tampoco este segmento del mercado se ha librado de la poda de primas y eso ha marcado un compás de espera.

Presión sobre el precio de los paneles

El recorte de la subvención por kilovatio producido es menos drástico que el aplicado sobre las huertas solares de suelo pero no es baladí. El precio por kWh generado en tejados con más de 20 kW de producción, que estaba fijado en 27,88 céntimos, ha descendido en un 25%. En las instalaciones más pequeñas, la prima, que era de 31,35 céntimos por kWh, sólo se ha visto recortada en un 5%. Además de estos ajustes, el Ministerio de Industria ha añadido una restricción, al limitar la potencia máxima admisible en el tejado a cuatro veces la contratada con la compañía suministradora de energía eléctrica, para evitar que las industrias acaben teniendo como actividad casi principal la producción de energía subvencionada.
El resultado de estos recortes ha reducido tanto los márgenes que prácticamente ha detenido todos los proyectos, pero en el sector se da por seguro que ese parón será, hasta que los fabricantes de paneles rebajen los precios en respuesta al hundimiento de la demanda, algo que no necesitaban cuando la voracidad de las instalaciones fotovoltaicas absorbía toda la producción.

La oportunidad del ICO

Esta limitación de los incentivos no deja de ser contradictoria con el fuerte impulso que la Ley de Economía Sostenible ha dado a las inversiones. Hasta el pasado mes de diciembre –aunque está prevista su renovación– los empresarios podían acogerse a una línea ICO dotada con 20.000 millones de euros para financiar las instalaciones solares mediante un préstamo que puede alcanzar el cien por cien de la inversión, con un plazo de amortización de hasta doce años y tres de carencia.
Los cálculos de explotación indican que la inversión en la instalación de los paneles se amortiza en tres años con los ingresos que genera por sí misma, pero si al empresario no le convence la idea de meterse en inversiones, aún tiene la posibilidad de alquilar sus tejados para que sea otro el que explote el negocio. No obstante, en Cantabria esa alternativa es más teórica que real. Con las 1.100 horas de insolación al año que hay en su franja costera, donde se sitúan la mayoría de los polígonos, el rendimiento económico no es suficiente como para repartirlo entre el propietario de la nave y el arrendatario. Aunque estar en esa zona climática, por debajo de la radiación solar media que se registra en España, evita también que a las instalaciones fotovoltaicas cántabras les afecte el recorte de horas con derecho a tarifa, establecido en el reciente Real Decreto de 23 de diciembre de 2010.

Una obligación para las nuevas naves

La política del Ministerio de Industria de potenciar la eficiencia energética va más allá de las primas a la producción de energía solar o la financiación de inversiones. Hay imperativos legales que fuerzan a utilizar las energías alternativas. Las naves de nueva construcción están obligadas a incorporar paneles solares fotovoltaicos en un número que depende del tamaño de su techumbre. Ejemplos de esta exigencia legal son los almacenes construidos por Aspla en Reocín, si bien la instalación es de muy baja potencia (10 kW), o la de Cuatro Caños, de 28 kW.
Las techumbres que se instalan en naves de nueva construcción tienen la ventaja de que se puede prever la colocación de paneles, bien por encastre o con soportes que luego van a facilitar su montaje. Las cubiertas idóneas para una instalación fotovoltaica son las orientadas al sur y con una inclinación de entre 15 y 35 grados. Cuando se da ese caso basta con apoyar los paneles en unos largueros colocados directamente sobre la techumbre. Si la orientación de la cubierta es norte-sur, son necesarios soportes que eleven los paneles hasta el ángulo de inclinación adecuado. Además, es necesario separar las filas de módulos de manera que la sombra de unos no afecte a los otros. En las cubiertas planas, los paneles han de elevarse mediante estructuras en forma de cuña. En los techos con una geometría especial también son utilizables. En ese caso se aplican estructuras de acero galvanizado con apoyos en las vigas de hormigón que sobrevuelen las cubiertas. Ninguno de los montajes plantea especial dificultad, aunque de su correcta instalación depende el rendimiento final de las instalaciones.
La tecnología existe y los incentivos económicos, aunque recortados, también. La incertidumbre que pesaba sobre el sector se ha disipado y, para las industrias, la inversión sigue siendo atractiva, dado que toda la producción está vendida de antemano durante 25 años y a precios conocidos. Solo falta que se animen a dar el paso para convertirse en productores de energía, transformando las techumbres de sus naves en una fuente de ingresos que, cuando las construyeron, estaban muy lejos de sospechar.

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