Cantabria quiere conseguir la certificación regional forestal
La abundancia de masas forestales en Cantabria se puede convertir en un activo mucho más importante de lo que se suponía hasta ahora como resultado de las nuevas normas medioambientales. El mercado de emisiones de CO2 que va a introducir el Protocolo de Kioto no sólo va a tener efectos para las empresas emisoras, sino también para los propietarios de bosques. Las primeras, tendrán que pagar por aquellas emisiones de gases con efecto invernadero que desborden su asignación anual, mientras que los segundos serán remunerados con el producto de esas tasas, dado que los bosques realizan el efecto contrario, son el auténtico sumidero del C02.
Ambas medidas van a ser complementarias en sus efectos ambientales: Las penalizaciones forzarán a las empresas a controlar sus emisiones y las subvenciones fomentarán las plantaciones de árboles. Por este motivo, los estados tendrán un especial interés en fomentar estos sumideros de carbono cuando, como ocurre con España, tengan serias dificultades para ajustarse a su límite de emisiones de CO2.
Certificación regional
Las certificaciones forestales también forman parte del sentido conservacionista que se respira en los países desarrollados. Concha Royano, presidenta de la Asociación Forestal de Cantabria, pretende que la región sea una de las primeras en obtener una acreditación regional que ampare a toda la madera producida aquí, como harán Cataluña, el País Vasco y Galicia, en lugar de decantarse por acreditaciones individuales de cada propietario.
La certificación es un proceso voluntario, transparente y de libre acceso que garantiza que el producto forestal proviene de un bosque gestionado de forma sostenible. Así, mejora la imagen de la madera y se contribuye a la promoción del desarrollo del bosque, de manera que sea económicamente viable, ambientalmente apropiada y socialmente beneficioso.
Los propietarios forestales privados y públicos podrán tener a su alcance un procedimiento económico y simple para reconocer y certificar la sostenibilidad de sus bosques. Con ello se evitará que, a medio plazo, puedan quedar apartados de los circuitos comerciales. El hecho de que la normativa exija a las empresas transformadoras de la madera que separen la certificada de la no certificada cuando ésta última supere el 30%, invita a suponer que, para evitar incurrir en estos costes, antes o después estas industrias se decantarán exclusivamente por la madera certificada.
La Asociación Forestal de Cantabria va a tratar de implicar a todos los propietarios privados en esta acreditación, lo que les comprometerá a seguir un código de buenas prácticas en la gestión de sus montes, como la separación de arbolado, creación de pistas o la limpieza de los restos de cortas por parte del rematante.