El Plan Eólico se queda con la potencia realmente instalable
Diez meses son mucha espera para un resultado tan previsible. En el Plan de Sostenibilidad Energética, el Gobierno cántabro se ha limitado a introducir algunas alegaciones al Plenercan heredado, rebajando la potencia eólica terrestre y marina. Pero ni siquiera el hecho de haber continuado la tramitación del existente ha evitado el coste de oportunidad para los adjudicatarios del concurso eólico, que ya no saben si podrán tener acceso o no a las primas a la producción del Ministerio de Industria.
El Plenercan reformado dejará la potencia eólica en la mitad, como anticipó esta revista en su número de noviembre. Un ejercicio de realismo, porque era técnicamente imposible desarrollar la restante y una baza política que se apunta el Gobierno, en este caso, sin coste para nadie. Los propios adjudicatarios estaban desde el principio dispuestos a renunciar a la mitad de la potencia asignada, a sabiendas de que no la iban a poder explotar (el 92,7% de la superficie de Cantabria tiene algún tipo de restricción que lo impide) y, en cambio, eso les exigía depositar fianzas muy importantes. De hecho, alguno de los concursantes ya decidió en su momento no aportar el aval que correspondía a esta potencia imposible.
Más difícil resulta entender los motivos por los que el Gobierno ha atrasado tanto la presentación de este documento si desde octubre existía ya un cierto consenso con el sector sobre la potencia definitiva y el Ejecutivo había optado por seguir tramitando el Plenercan de sus antecesores, modificándolo, para evitar las demoras, en lugar de hacer uno nuevo. En estos seis meses han cambiado muchas cosas en el sector eólico español, entre otras, se ha producido una suspensión temporal de las primas. Esa demora también ha repercutido en la puesta en marcha de los proyectos industriales anejos a las concesiones, prácticamente la única inversión privada con la que podía contar la comunidad autónoma en esta coyuntura.
El Plenercan aún tendrá que superar una larga tramitación, que impedirá su entrada en vigor antes de finales de 2013, dos años después de su vigencia teórica (2011-2020). Pero no es el único tiempo perdido. Todo parece indicar que la intención del presidente del Gobierno es echar abajo el concurso eólico fallado por el Ejecutivo de Miguel Angel Revilla y volver a convocarlo, en vez de reajustar las potencias asignadas. Aunque Ignacio Diego se negó a aclarar cuál va a ser su decisión durante la presentación del Plenercan, sí mostró indicios de ello en algunas respuestas, al indicar que piensa cambiar el sistema de valoración de los proyectos industriales, esos que sirvieron para decidir a qué consorcios se entregaba la explotación de las demarcaciones en concurso.
El resto del Plan descansa en la repotenciación de la central de Aguayo, un proyecto de E.On sobre el que hay ciertas incertidumbres y que añadiría nada menos que 1.000 megavatios, y para el encaje legal de las centrales de biomasa previstas en los proyectos del concurso eólico o la que construye el grupo Armando Álvarez en Reocín.
Los objetivos son mucho menos ambiciosos que el Plenercan del Gobierno anterior, pero más ajustados a la realidad física de la región y económica de los tiempos en que vivimos. Como los predecesores que entraron en vigor, es un mero marco legal donde encajan las inversiones previstas, mientras que el proyecto elaborado por la anterior Consejería de Industria era un catálogo de intenciones.
No obstante, las posturas en este punto son discrepantes, ya que algunos defienden la opción de pecar por exceso y no por defecto, para evitar que se repita el caso del concurso eólico, que cuando fue concursado no tenía cobertura suficiente en el Plenercan. Y en este sentido no creen que sea inteligente autolimitarse la potencia off-shore a 50 megavatios, ya que si se desarrollasen las técnicas para fondear los aerogeneradores en nuestra costa, Cantabria no debería descartar la posibilidad de instalar toda la que fuese posible, para facilitar la reorientación de muchas empresas metalúrgicas de la región hacia estas construcciones.
El Plan pretende que Cantabria llegue a autoabastecerse de energía en un 63%, frente al 36% actual, y la mayor parte de estas aportaciones llegarán a través de las renovables, cuyo peso se cuadruplicará, mientras que la aportación de las energías convencionales sólo crecerá en 50 MW.
La mejora de la cobertura tendrá un aliado en la moderación de los consumos. De hecho, sólo prevé un incremento acumulado de la demanda energética de un 26% en esta década. La región consume ahora 5.405 Gwh (el 2,4% de la energía nacional), una cuantía muy elevada si se tiene en cuenta que su población sólo representa el 1,2%. Esa desproporción es consecuencia de la presencia de varias industrias intensivas en consumo eléctrico, como Ferroatlántica, GSW o el Centro de Proceso de Datos del Banco Santander. Unas empresas donde los esfuerzos para mejorar la eficiencia energética son más notorios que los del consumidor ordinario, dado que el ahorro repercute muy directamente en su cuenta de resultados.
En la elevada factura eléctrica regional también tiene una responsabilidad muy importante la central de Aguayo, que aprovecha la energía nocturna excedente de la central nuclear de Santa María de Garoña. Gracias a dos embalses situados a distinta altura, genera electricidad de día, cuando la energía es más cara, y durante la noche, con la electricidad más barata, devuelve el agua por bombeo al pantano superior. Este proceso no resulta gratis energéticamente, ya que consume 636 gigavatios. Al repotenciar esta central hidráulica tan atípica para obtener 1.000 Mw más también se multiplicará este consumo de energía aunque, paradójicamente, eso añadirá racionalidad al sistema eléctrico español. La generación nuclear y eólica no se detiene en ningún momento y no es posible almacenar los kilovatios que producen durante la noche y no son consumidos en esas horas de baja demanda. La única forma es convertirlos en energía hidráulica en estas centrales de doble pantano y volver a generarlos de día.
Un trabajo aparentemente de Sísifo en el que, sin embargo, puede estar una parte del desarrollo de la región, ya que supondrá la mayor inversión privada en mucho tiempo.