El Distribuidor, por fin

El desarrollo de la trama urbana de Santander ha estado condicionado por las dificultades para superar su topografía. La ciudad se ha desarrollado en el eje norte-sur, incapaz de salvar el obstáculo de la colina que, como un espinazo, la divide en dos. El túnel de Tetuán abrió un primer paso en esa muralla natural a comienzos de los noventa. Pero no bastaba para conseguir una comunicación fluida entre ambos flancos. Faltaba al menos otra conexión transversal a la altura de La Marga, un lugar que ya en 2003, cuando se inició el actual enlace, tenía un flujo de 125.000 vehículos al día, una de las mayores densidades de tráfico del país. La cercanía del complejo hospitalario de Valdecilla hacía todavía más urgente la búsqueda de una solución que garantizase un acceso rápido.
Aquella obra, empezada con el Enlace de La Marga, por fin está a punto de culminar, ocho años después, con la apertura del Distribuidor que conecta la entrada a Santander por la autovía de Parayas con la S-20 a la altura de La Albericia. Una vía rápida que enlaza el norte y el sur de la ciudad sin necesidad de entrar en la red urbana.
Las obras del Distribuidor se iniciaron en 2007 y hubieran debido estar acabadas dos años después de no haberse producido varias circunstancias sobrevenidas, como los problemas que tuvo el Ayuntamiento para poner a disposición del Ministerio los terrenos donde se asentaba el Parque de Bomberos o la paralización temporal de la obra pública decidida por Fomento a consecuencia de la crisis económica. Ni siquiera ha estado a punto para las elecciones, renunciando el Gobierno de Rodríguez Zapatero a una baza electoral que en otros tiempos no hubiese desaprovechado, a pesar de que para llegar a tiempo le hubiese bastado con un pequeño empujón final en los trabajos.
No era una obra sencilla ni barata y, a la vista del bajo perfil político que se le ha dado, es evidente que ha acabado por resultar incómoda para todas las partes: para el Gobierno de la nación, para el Ayuntamiento y para el adjudicatario. Un desapego llamativo si se tiene en cuenta que el Distribuidor de La Marga ha sido la actuación en carreteras urbanas más importantes que el Ministerio de Fomento haya realizado dentro de una ciudad, un ámbito que es competencia de los ayuntamientos. El esfuerzo inversor también ha sido también muy relevante ya que al presupuesto inicial, de más de 31 millones de euros, ha habido que sumarle otros cuatro destinados a obras complementarias para conseguir una mejor integración en el tejido urbano.

Un falso túnel

La conexión entre la autovía de Parayas y la Bezana-Sardinero –que incluye, además, la N-623 de Burgos a Santander y la N-611 a Palencia– requería un vial urbano de 1.330 metros de longitud y un falso túnel. El vial está formado por cuatro carriles, dos por cada sentido de circulación, que comienzan en la calle Segundo López Vélez y enlazan con la Avenida de Valdecilla, donde se ha construido una glorieta de 88 metros de diámetro. Ha sido precisamente la ocupación de ese terreno, de propiedad municipal, la que ha retrasado en cerca de dos años las obras, ya que resultaba imprescindible servirse de parte de las fincas que ocupaban las cocheras de autobuses urbanos y los bomberos, y el Ayuntamiento no pudo disponer de ese suelo como había previsto. La suspensión de pagos de Cenavi, que junto a Emilio Bolado había sido adjudicataria de la parcela resultante, a cambio de construir gratuitamente las nuevas sedes de los servicios municipales trasladados, paralizó el traslado muchos meses, en los que el Ayuntamiento no encontró una salida para la situación que le impedía entregar el suelo comprometido.
Tras la glorieta, el vial se sumerge bajo la loma de la Residencia Cantabria a través de un falso túnel de 315 metros de longitud, lo que le permite salvar el barrio de Cazoña y el relieve orográfico. La otra boca se sitúa al oeste de la Facultad de Medicina.
El trazado finaliza en una nueva glorieta de 64 metros de diámetro en la intersección de las calles Emilio Díaz Caneja, La Albericia, Gutiérrez Solana y Avenida de los Castros. A partir de este punto se han realizado solamente algunas actuaciones en superficie, entre ellas la siguiente rotonda de la Avenida de los Castros.
En las excavaciones del paso inferior de la Avenida Valdecilla y del falso túnel, la empresa constructora OHL, adjudicataria de las obras, ha extraído 324.586 metros cúbicos de tierra y rocas, lo que ha obligado a transportar en camiones casi 650.000 toneladas de inertes.

Un parking subterráneo

Además de proporcionar más fluidez al tráfico, el Distribuidor va a resolver la carencia de plazas de aparcamiento que padece la zona. Aunque inicialmente no estaba previsto, el Ayuntamiento de Santander propuso al Ministerio de Fomento aprovechar la retirada de tierras que era imprescindible para construir el túnel artificial y, en lugar de volver a proceder al relleno, construir sobre el túnel un aparcamiento subterráneo de tres plantas. Las pantallas de hormigón armado que se habían levantado servirían como paredes del aparcamiento y quedarían reforzadas con los forjados de las plantas del parking. Luego, bastaría una cubierta de tierra vegetal para crear un parque público de cerca de 13.000 m2 de superficie.
El Ministerio aceptó la petición del consistorio santanderino con dos condiciones que fueron reflejadas en un nuevo convenio: que el Ayuntamiento de Santander asumiera el incremento de coste de las modificaciones precisas, valorado en 1,2 millones de euros, así como los remates e instalaciones del aparcamiento, y que asumiese la titularidad del tramo del Distribuidor entre la glorietas de Valdecilla y de Emilio Díaz Caneja, una vez finalizadas las obras, lo que le obligará a hacerse cargo de los futuros gastos de mantenimiento.
El aparcamiento subterráneo aportará a los vecinos de la zona –y a quienes llegan a la ciudad y no quieren entrar con su coche– 455 plazas repartidas en tres plantas. Los accesos se han situado en las calles Leonardo Torres Quevedo y Cardenal Herrera Oria.
La ejecución de la obra principal y del parking sugerido por el Ayuntamiento se completó con varias actuaciones complementarias para facilitar una mejor integración del Distribuidor en el tejido urbano de Santander. Entre ellas destacan la construcción de glorietas en Leonardo Torres Quevedo y Cardenal Herrera Oria, una pasarela peatonal entre Leonardo Torres Quevedo y el Centro de Salud de Cazoña, que mejora la accesibilidad en la zona, y la ampliación de un tramo de la Avenida de los Castros.
Aunque las fechas que se han barajado hasta ahora han sido muchas, y todas incumplidas, esta vez parece que puede darse por seguro que el Distribuidor entrará en servicio antes de acabar este mes de diciembre.

33.000 coches al día

Mientras llega ese momento, los trabajos continúan con labores de afirmado y aceras, la colocación de los equipos técnicos del túnel y del paso inferior y los ajardinamientos. Las obras complementarias todavía se prolongarán unos meses más, pero será la apertura del vial lo que va a producir un avance muy significativo en la racionalización del tráfico santanderino, tanto de las entradas y salidas del casco urbano como en la reducción del paso de vehículos por las vías más céntricas de la ciudad. Así se deduce, al menos, de las previsiones de uso, que cifran en 33.000 los vehículos que utilizarán diariamente esta estratégica conexión entre el sur y el norte de la ciudad.

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