Moehs aprovecha el mercado mundial de los genéricos

Si el incremento de los costes de investigación está ralentizando el ritmo de aparición de nuevos fármacos, la industria dedicada a la fabricación de genéricos –los medicamentos cuya patente ha vencido– continúa gozando de buena salud. El número de patentes que caducan es muy superior al de las nuevas moléculas con propiedades farmacológicas que se incorporan al mercado y se calcula en 20.000 millones de dólares las ventas de los medicamentos que podrán fabricarse libremente en el mundo a partir de 2007, por haber expirado las patentes que los protegen.
Los laboratorios de genéricos aprovechan con extraordinaria rapidez estas oportunidades que abren, muy a su pesar, las industrias farmacéuticas, y lo demuestran firmas como Moehs, perteneciente a uno de los mayores fabricantes del mundo de principios activos para el mercado de genéricos, la corporación química norteamericana PMC. La empresa acaba de duplicar la capacidad productiva de la planta de Requejada (Polanco) donde fabrica todo tipo de moléculas farmacológicas, desde relajantes musculares a reductores de la tensión.

Tres nuevos edificios

Tras la incorporación de nuevos reactores químicos y equipos complementarios, como centrífugadores, secadores o líneas de purificados, Moehs ha añadido 96 metros cúbicos de capacidad productiva a los 154 con que ya contaba, lo que suma un volumen muy considerable teniendo en cuenta que se trata de una industria de ‘química fina’, donde las cantidades se manejan en pequeñas porciones.
Con todo, tal y como ha sido diseñada la fábrica, los 250 metros cúbicos alcanzados apenas suponen todavía la mitad de su capacidad potencial de producción. Las instalaciones de Requejada, inauguradas en el 2001, fueron construidas con un sistema modular que facilitaba las futuras ampliaciones. A los 8.000 metros cuadrados construidos entonces, sobre la parcela de cinco hectáreas que adquirió Moehs en ese polígono, se han sumado ahora tres edificios: uno de producción, para síntesis y acabados, otro para albergar las cubas de procesos, y un tercero que sirve como almacén de bidones. La mayor ampliación corresponde al edificio de fabricación, con 4.159 metros cuadrados distribuidos en seis plantas.
Los nuevos reactores permitirán a Moehs ampliar la producción de los más de veinte productos diferentes que ahora fabrica en Requejada y que abarcan gamas de medicamentos muy variadas: desde antihipertensivos, antivirales y analgésicos, a suplementos minerales y antiespasmódicos.
Moehs Ibérica suele incorporar anualmente entre dos y cinco nuevos productos a su cartera, aunque es la central barcelonesa la que determina cuál de las tres plantas con que cuenta en la Península se hará cargo de las nuevas producciones. El Grupo dispone de tres plantas en España: dos en Cataluña (Moehs Catalana, que está ubicada en Rubí, y Coprima, en Polinyá), y la fábrica de Requejada. De todas ellas, la cántabra es la que cuenta con mayores posibilidades de expansión, ya que dispone aún de mucho terreno para futuras ampliaciones.
El primer recrecimiento de las instalaciones ha tenido ya su reflejo en el aumento del número de puestos de trabajo, que han pasado de 96 a 134, y las expectativas apuntan a que la planta puede acabar convirtiéndose en la fábrica más importante del Grupo Moehs en España.

Cautelas medio ambientales

En una industria química, el control de los efluentes y la gestión de residuos es uno de los aspectos más sensibles del proceso productivo. La planta ya contaba, desde su construcción en 2001, con una depuradora capaz de atender las necesidades de una población de 100.000 habitantes. Una de las tareas encomendadas a Coperfil, la constructora que se ha hecho cargo de la ampliación de la fábrica, ha consistido en la instalación de una placa de hormigón y un muro perimetral de metro y medio de altura para un decantador laminar en la depuradora que recoge las aguas residuales del proceso industrial.
Todas las actividades y materias primas de la planta están sometidas a controles muy estrictos para evitar cualquier tipo de contaminación, por banal que pueda parecer, y eso obliga también a depurar el agua que obtiene de la red para sus procesos, ya que aunque sea perfectamente útil para el consumo humano no tiene condiciones suficientes para ser empleada en la fabricación de medicamentos. Para obtener un agua absolutamente pura ha de aplicar a la que llega canalizada un procedimiento de ósmosis inverso que la despoja del cloro y de las sales que pudiera tener.

Un mercado global

Además de la fabricación de Ingredientes Activos Farmacéuticos (API) para el mercado de genéricos, la planta de Requejada se dedica al custom manufacturing, la producción de compuestos para empresas farmacéuticas que explotan sus propias patentes, bien bajo cesión de tecnología o con desarrollos compartidos por ambas. Con una y otra actividad, la cifra de negocio de Moehs Cántabra superó el pasado ejercicio los 20 millones de euros en ventas a los laboratorios farmacéuticos, que son los que comercializan los medicamentos, aunque no los hayan fabricado, como ocurre en este caso. El laboratorio que envasa el producto en su presentación al público y lo comercializa se limita a realizar la galénica que, por lo general, consiste en complementar la composición con algún excipiente.
El grupo al que pertenece Moehs está presente en 65 países y mantiene relaciones comerciales con las principales compañías farmacéuticas. Los productos que se fabrican en Requejada se exportan en un 90%. Su principal destino es el mercado europeo que absorbe más del 65% y, a notable distancia, América del Norte, con un 15%. Pero los fármacos que salen de la factoría llegan a lugares de Asia (el 12% de las exportaciones), África (6%) y Oceanía (1%). Un mercado global en el que ha de competir con las cada vez más fuertes industrias de genéricos de India y China, que no sólo aspiran a no dejarse arrebatar su clientela local.

Un entorno favorable a los genéricos

Sea por la presión que supone el envejecimiento de la población en los países industrializados, que ha disparado los gastos farmacéuticos de la sanidad pública, o por la necesidad de los países menos desarrollados de combatir ciertas pandemias, existe un entorno cada vez más favorable a la aplicación de medicamentos genéricos. Basta señalar que la factura en recetas de la sanidad española el pasado año fue de 10.636 millones de euros, una cantidad en la que no se incluyen el gasto de los hospitales en medicamentos.
En el pulso que desde hace tiempo libran los sistemas sanitarios públicos con la industria farmacéutica para abaratar estos costes juega un papel clave el incremento en el consumo de genéricos. Pero, para ello, es preciso que la caducidad de las patentes permita su fabricación y comercialización, algo que no parecen dispuestos a facilitar los laboratorios, al menos en el caso de ciertos medicamentos estratégicos. Buena muestra es el reciente intento de la farmacéutica Novartis de impedir la fabricación como genérico de una de las moléculas más usadas en la lucha contra el cáncer.
La firma suiza alegaba haber introducido modificaciones que justifican la renovación de la patente por 20 años más; un argumento al que se acogen cada vez más frecuentemente los grandes laboratorios farmacéuticos y que ilustra acerca de los conflictos que todavía planean sobre la fabricación de genéricos y para la divulgación de medicamentos con el mismo valor terapéutico, pero más baratos.

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