De la calderería al diseño de fábricas de parabrisas

La historia de la crisis económica que padecemos se podrá contar de muchas maneras, tantas como empresas. Pero frente a la percepción generalizada de que ha golpeado a la gran mayoría de las compañías y a casi todos los sectores, hay historias de éxito que casi siempre pasan por la especialización y por la capacidad para trabajar en el exterior.
El grupo cántabro Ecol es un buen ejemplo de esa adaptación y de que convertirse en el proveedor habitual de una gran multinacional puede ser una garantía de supervivencia. Esta ingeniería se especializó en instalaciones vidrio de automoción y colabora desde hace años con Saint Gobain, lo que le ha abierto las puertas del mercado exterior en un momento en que ese sector se ha estancado en España.

Un nicho de mercado

De la mano de Saint Gobain, que ahora está centralizando en Francia todas las inversiones industriales, Ecol ha montado una línea empaquetadora en Shanghai y hornos de vidrio en Polonia y Marruecos. Actualmente, instala otro horno vidrio para parabrisas en la República de Chequia.
En su sede del polígono de Guarnizo, Ecol diseña y fabrica los componentes que luego se montarán en el lugar de destino. Abarcar todo el proceso le permite dar respuesta a cualquier necesidad que plantee el cliente, desde completar una línea de producción con una maquinaria automática de carga o de empaquetado del producto, hasta crear una nueva línea con todas las fases del proceso de fabricación de vidrio plano.
Para poder entregarlo llave en mano, el grupo cántabro cuenta con empresas especializadas en cada una de esas fases: Ecol Ingeniería, Transformados Metálicos Ecol y Ecol Electricidad y Automatización.
La firma ha sido colaboradora asidua de Saint Gobain en las tres plantas que la empresa francesa poseía en España: Avilés, Tarragona y la recién cerrada de Vioño. Suya fue la instalación del horno de vidrio solar en la histórica factoría cántabra (2010), una inversión que no bastó para asegurar su supervivencia.
Como ocurre con otros sectores tecnológicamente maduros que deben soportar la competencia de los bajos costes de países emergentes, el centro de gravedad de la fabricación del vidrio para automóvil se ha ido desplazando desde Europa Occidental a los países del Este y al gigante chino.
Ecol ha podido acompañar el desplazamiento de su clientela potencial llevando su tecnología a las fábricas de vidrio para automoción que se están construyendo en esos países. “El cambio” –resume su propietario, Emilio Cuesta– “se ha producido en la localización de los clientes, que antes estaban en España y ahora ya no, hasta el punto de que el 80% de la facturación de Ecol se genera ya fuera de nuestras fronteras”.

La amenaza china

Las exportaciones chinas comienzan a ser un problema. En el potente sector español de automoción, con nada menos que ocho fábricas de coches, crece imparable la cuota de las lunas fabricadas en China, una evolución coherente con la estrategia de las marcas de abaratar el precio final de los automóviles. Poco importa que fábricas como la que Saint Gobain tiene en Avilés sean capaces de producir dos millones de parabrisas al año.
Con todo, la amenaza china para los clientes de Ecol se limita, hoy por hoy, a los componentes más sencillos y estandarizados. Para piezas más complejas o que precisen un diseño específico, la especialización de la firma cántabra le sigue asegurando un mercado en este sector, aunque sea lejos de nuestras fronteras.

El declive de la calderería

No obstante, el origen de Ecol (2001) no se encuentra en el campo del vidrio para automoción sino en la calderería. En este ámbito ha llevado a cabo encargos tan llamativos como la construcción de las dos boyas experimentales para el desarrollo de la energía eólica marina que están fondeadas a escasas millas de la Virgen del Mar, con las que se pretende conocer las características físicas y meteorológicas de la zona, además del comportamiento de los materiales en el ambiente marino.
Ecol también colabora con frecuencia con Equipos Nucleares, tanto para la fabricación de utillaje como en la de pequeños componentes para centrales. Otro de sus clientes habituales en Cantabria es Teka, sobre todo en trabajos eléctricos y de mantenimiento. No obstante, el sector de los electrodomésticos, que ha tenido una gran presencia en Cantabria, ha sufrido un declive en los últimos años.
Frente a un mercado interno a la baja, el grupo de Guarnizo encontró su salida en la diversificación, lo que le ha permitido sobrellevar sin agobios la etapa más dura de la crisis. En estos momentos la plantilla de Ecol supera los cuarenta trabajadores y en 2015 facturará unos cinco millones de euros, de los que 4,5 provendrán de la ingeniería.
La firma cántabra explora ya nuevas posibilidades de negocio en países tan poderosos industrialmente como Estados Unidos o Sudáfrica, un buen ejemplo de que una especialización acertada puede abrir cualquier frontera.

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