El surf ya sale rentable

Hace dos décadas surgía en Somo la primera escuela de surf de España y la primera tienda especializada en este material deportivo, pero todavía hace diez años la economía vinculada al surf no iba mucho más allá de una sombrilla en la playa y un cartel anunciando clases, con las que algunos aficionados conseguían un dinero en verano. Hoy entre Somo y Loredo suman siete escuelas por las que han pasado el último año 5.000 alumnos. El surf ha llegado a ser una disciplina de verano de la Universidad de Cantabria, con créditos lectivos y los pueblos de Ribamontán al Mar no están dispuestos a desaprovechar el negocio que genera.
Es notorio que hasta épocas recientes una parte significativa de los hosteleros de Somo tenía poco aprecio por los surfistas, que daban color a las playas pero muy poco negocio. La opinión del sector ha cambiado a medida que los establecimientos empezaron a hacer caja con los chicos que van a coger olas. Hay dos absolutamente especializados en el surf, pero la clientela se dispersa por todos los hoteles, hostales y campings.
Los primeros surfistas han ido cumpliendo años y han alcanzado una capacidad de gasto que antes no tenían, pero lo más evidente es la infiltración de este deporte en todas las clases y condiciones sociales. Una prueba de ello es que incluso en el hotel de cuatro estrellas que hay en el municipio se han instalado unos estantes para que sus clientes puedan dejar las tablas al llegar de la playa.
El Ayuntamiento de Ribamontán al Mar consiguió hace tres años entrar en el programa de dinamización turística que puso en marcha el Ministerio de Industria y Turismo con la intención de concentrar las inversiones en lugares concretos y convertirlas así en un auténtico revulsivo para la zona. La primera experiencia (los programas de excelencia) no dio todo el resultado previsto, porque los ayuntamientos derivaron buena parte del dinero a ornamentación, aceras y aparcamientos, que probablemente eran necesarios pero se alejaban de la filosofía del Ministerio. En la siguiente convocatoria se concretó mucho más y eso dio lugar a la elección del proyecto de promoción del surf presentado por Ribamontán al Mar.

Se suma la segunda generación

El municipio ha movilizado 2,7 millones de euros aportados a partes iguales por el Ministerio, el Gobierno regional y el propio ayuntamiento, y aunque la principal inversión (el Centro de Surf) todavía no se ha materializado, los resultados son evidentes. Las encuestas realizadas entre los hosteleros así lo indican. Uno de cada cuatro turistas llega ya atraído por el surf y la proporción seguirá creciendo, porque se empieza a juntar la segunda generación de practicantes con la de los pioneros, gracias a la vinculación emocional de los alumnos con las escuelas y con la playa donde aprendieron y al hecho de que no hay localidades costeras que puedan competir con Somo y Loredo: 240 días al año de olas, que no son las más grandes del mundo pero sí son adecuadas para aprender a surfear o para disfrutar de este deporte.
En un momento de crisis, donde todos los vientos parece que soplan en contra, la apuesta de Ribamontán al Mar se ha encontrado con otros dos factores a favor: el surf se ha puesto de moda, y los vuelos baratos de Ryanair se han convertido en el aliado perfecto. Hay un mercado potencial ingente, tanto en España como en el extranjero, y existen los medios de transporte para traer ese turismo a Cantabria por poco precio y dejarlo en un aeropuerto situado a solo quince minutos de las olas que buscan, qué más se puede pedir.

Ryanair como aliado

Un estudio que el Ayuntamiento ha realizado entre los establecimientos hosteleros indica que los clientes llegados en Ryanair les proporcionaron unos ingresos en 2010 de 1,1 millones de euros, una cantidad respetable para un ámbito municipal y que crece cada año.
Los surfistas no piden mucho más que alojamiento y olas, pero el Plan de Dinamización les ha añadido un parque de skate, a sabiendas de que hay una relación muy estrecha entre los dos deportes, y dentro de pocos meses estará concluido un centro de surf, en el que podrán cambiarse (así no tendrán que hacerlo en los coches), lavar los trajes de neopreno o conseguir información. Pero también habrá una sala donde poder hacer encuentros o cursos, como el que ha organizado el pasado verano la Universidad de Cantabria para analizar el negocio potencial del surf.
Con todo ello, Somo tendrá un complejo surfista no muy distinto a los de Zarauz o la francesa Hossegor, que concentran la atención de los practicantes de un deporte que, hoy por hoy, sólo puede practicarse en algunos lugares de costa. Es muy probable que a medio plazo aparezcan instalaciones mecánicas que puedan ofrecer olas a medida en lugares de interior, porque hay proyectos en este sentido, pero Luis Cayón, responsable del plan de dinamización de Ribamontán al Mar cree que no sólo no serán competencia sino que crearán nueva clientela para las localidades costeras. Y él se encarga de que, en la mística del surf, Somo o Loredo sean lugares destacados de peregrinación.
Las campañas de promoción se han unido al boca-a-oído que siempre han practicado los surfistas para descubrir las mejores playas, y al trabajo de las escuelas para buscar clientela. El Plan ha puesto en marcha muchas iniciativas en este sentido y entre las que mejor han funcionado se encuentra una escuela para la iniciación de los niños en el surf, por la que han pasado varios colegios de Cantabria y de otras regiones. La experiencia se convierte en el viaje iniciático de un público potencial que, aunque no viva cerca de la costa, acaba enganchado a las olas y a cada regreso no sólo tiene más años sino también más capacidad de gasto.
Los hosteleros muestran cada vez más interés por exprimir el jugo del surf y basta ver los percheros para los trajes o los racks de almacenamiento de tablas que tienen muchos establecimientos. No obstante, “la mayoría aún hace la guerra por su cuenta” como reconoce uno de los promotores de esta nueva industria, a la que ya se han sumado empresarios extranjeros que captan los surfistas en origen y alquilan establecimientos en los principales destinos surferos, entre ellos Somo.
Son la avanzadilla de una industria hotelera que aún no se ha especializado pero que no tardará en hacerlo, si se tiene en cuenta el ingente potencial de negocio que han descubierto en el surf marcas como Quiksilver o Billabong. Por el momento, Somo se conforma con tener las escuelas de surf y los hoteles familiares con buena ocupación al menos cuatro meses al año. El resto está por venir.

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