Las emisiones energéticas de los edificios, a examen
El ahorro de energía ha pasado de ser un objetivo ambiental estratégico a una urgente necesidad económica. Y tanto en el ámbito de las administraciones públicas como en el doméstico se ha convertido en una vía más para combatir la crisis.
Hasta 400 euros anuales podría ahorrar una familia media española de cuatro miembros si consigue un aislamiento óptimo de la fachada, el tejado y las ventanas de la vivienda. Un ahorro que repercutiría en la factura energética nacional, porque el gasto de energía de las viviendas supone el 41% del consumo total de España, un porcentaje que se podría reducir hasta el 30% si en las viviendas se aplicaran criterios de sostenibilidad y eficiencia energética. Son cifras extraídas de la fundación La Casa que Ahorra, creada con el objetivo de proponer ideas para hacer más eficientes los hogares, reduciendo el consumo de energía y la emisión de gases de efecto invernadero.
Elegir una orientación favorable y contar con un aislamiento o una ventilación adecuadas son factores clave para la consecución de ese objetivo, porque una casa invierte en calefacción y refrigeración dos terceras partes de la energía que consume y más de la mitad de esa energía se pierde por la ineficiencia de las fachadas, ventanas y cubiertas.
Ahorro energético en edificios
A la hora de abordar el problema es preciso un diagnóstico previo sobre la eficiencia energética de edificios y viviendas. Con este fin, la fundación La Casa que Ahorra ha llegado a un acuerdo con la Federación Española de Municipios para poner en marcha un programa de Diagnóstico Energético del Hábitat Urbano, a cuya convocatoria se presentaron 31 municipios españoles. Uno de los elegidos para llevar a cabo esta experiencia pionera ha sido el de Santander, al que acompañarán los de Arahal (Sevilla), Granollers, Madrid y Segovia.
El programa hará un muestreo cualitativo para constatar las diferencias entre edificios ineficientes y razonablemente eficientes. Los técnicos tomarán datos y realizarán termografías de fachadas y cubiertas para descubrir sus emisiones de energía, comparando los valores que obtengan en los edificios construidos tras la entrada en vigor del Código Técnico de la Edificación con los de otros más antiguos, levantados sin criterios de eficiencia energética. Hay que tener en cuenta que el 80% de los edificios de nuestro país –unos 17 millones– tienen más de 20 años.
La auditoría energética tratará de descubrir los problemas de eficiencia energética derivados de pérdidas por las fachadas y tejados y elaborará propuestas de actuación. Para ello recurrirá no solo a las termografías, sino también a simulaciones energéticas y a la monitorización de algunas viviendas, con la instalación de sensores térmicos que van a medir las condiciones de confort interior. También se valorará la evolución de los consumos domésticos y se harán ensayos de conductividad cuando no exista información sobre la composición de cerramientos.
La auditoría energética es un estudio más detallado que el diagnóstico comparativo, pero se va a aplicar a un menor número de viviendas, dado que precisa una mayor implicación ciudadana, y que los técnicos tendrán que acceder al interior de las viviendas.
Al participar en el programa, los municipios seleccionados se comprometen en la mejora de la eficiencia energética de su ciudad y contribuyen a promover un importante ahorro económico y energético entre sus ciudadanos. Iniciativas como esta, que deben proceder a planes específicos de rehabilitación, van destinadas a rebajar la factura energética del país y la que repercute directamente en los bolsillos del consumidor. No en balde, la energía que consumen nuestros edificios (el 41% del total nacional) supone más que la gastada en transporte (33%) o en la industria (26%). Y mientras que, tanto la industria como la automoción, llevan décadas desarrollando medidas para mejorar su eficiencia, en nuestros viejos inmuebles queda casi todo por hacer.