Virutas bajo control

La existencia en Cantabria de un potente sector relacionado con la transformación del metal y los abundantes residuos que esa actividad genera, plantea problemas para su recogida y eliminación que, al mismo tiempo, pueden ser fuente de nuevos negocios.
Así lo ha entendido la empresa torrelaveguense Marino Berrio, que ha puesto en marcha un procedimiento para transformar las virutas metálicas y recortes procedentes de los procesos de mecanización en un material compacto, manejable y no tóxico que ha encontrado una gran acogida en las plantas de fundición. Las briquetas fabricadas por esta empresa no solo funden mejor que las virutas metálicas, sino que prácticamente han sido limpiadas de taladrinas, una emulsión muy contaminante que se aplica durante el proceso de mecanizado para reducir el calentamiento por fricción del metal. El procedimiento de Marino Berrio reduce el porcentaje de taladrinas bastante por debajo del máximo admitido por la legislación de la Unión Europea (el 3%), con lo que se resuelve la dificultad para recuperar los fluidos de corte una vez que se mezclan con los restos del metal.
La importancia de este problema se pone de manifiesto por el hecho de que en Cantabria se producen cada día cerca de 120 toneladas de virutas metálicas, que impregnadas en mayor o menor grado de taladrinas son recuperadas como material de fundición. Ninguno de los sistemas aplicados hasta ahora –decantación o centrifugación– ha conseguido reducir la toxicidad de esos residuos metálicos a niveles semejantes a los alcanzados por Marino Berrio, cuyo procedimiento viene avalado por un estudio realizado por las Universidades de Cantabria y Zaragoza.

Minimizar la taladrina

Aunque las virutas metálicas todavía no estén catalogadas de manera explícita como residuo peligroso, la eliminación de las taladrinas antes de su refundición es un objetivo perseguido desde hace años por las autoridades medioambientales de todo el país, aunque los métodos empleados hasta ahora varían mucho en cuanto a su eficacia.
En talleres y plantas de mecanizado de Cantabria comienza a ser frecuente la existencia de cubetas de decantación donde los residuos metálicos pierden por gravedad parte de la taladrina con que quedan impregnados en los procesos de mecanización. De este modo y dependiendo del mayor o menor tiempo de decantación, se consigue que la emulsión se reduzca desde el 12% inicial hasta cifras que en el mejor de los casos, alcanzan el 3,5%.
Hasta ahora, los resultados más favorables se conseguían con el sistema de centrifugación, de aplicación muy reciente en España y del que se ha dotado hace un año la planta de Robert Bosch en San Felices de Buelna. El procedimiento consiste en hace girar los residuos metálicos a velocidades muy elevadas hasta conseguir que la emulsión salga desprendida, y con ello se consigue reducir la presencia de taladrinas hasta el 2%. En comunidades como la vasca o la catalana, esta opción, estimulada con ayudas públicas, ha comenzado a imponerse y las empresas que más residuos generan han comenzado a dotarse de instalaciones de centrifugación. En muchos casos esta maquinaria suele acompañarse de un circuito cerrado que permite reutilizar el fluido de corte que se recupera.

Un proceso bajo patente

Aunque la presencia de taladrina en los residuos centrifugados se encuentra dentro de los límites legales, la posterior fundición de las virutas metálicas plantea problemas de homogeneidad en la combustión, algo que no ocurre con el embriquetado.
El sistema patentado por Marino Berrio, y en el que ha invertido más de un millón de euros, se basa en la aplicación de potentísimas prensas que comprimen las virutas –previamente tamizadas, para evitar impurezas– a una presión de 3.400 Kg/cm2. El producto obtenido son unos pequeños cilindros compactos de entre ocho y diez kilos de peso cuyo contenido en taladrina se ha reducido por debajo del 1%, tal y como se refleja en los análisis realizados por la Universidad de Cantabria. El aceite o fluido de corte extraído de las virutas se canaliza hacia unos depósitos para ser retirado después por un gestor autorizado en el tratamiento de ese tipo de residuo.
En el estudio llevado a cabo por el Departamento de Procesos de Fabricación de la Escuela de Ingenieros Industriales, se han analizado también cuestiones como la salubridad para los operarios que fabrican las briquetas –ausencia de vapores o de temperaturas demasiado elevadas debido a la fricción– y la seguridad de su utilización en las fundiciones, donde la inexistencia de poros evita estallidos. En todas las pruebas realizadas los resultados han sido satisfactorios y las briquetas que ha comenzado a fabricar Marino Berrio cuentan ya con pedidos de acerías y fundiciones de varias comunidades autónomas.
Las dos prensas instaladas por Marino Berrio tienen capacidad para producir entre 100 y 125 toneladas diarias de briquetas, y empresas como Fundimotor consumen ya cerca de 1.000 toneladas al mes de este nuevo producto.
La fabricación de embriquetados, con distintos procedimientos, sólo se realiza en otras dos empresas del país. Una de ellas, situada en Palencia, pertenece a Renault y trabaja de forma exclusiva para este grupo automovilístico; la segunda, radicada en Fuenterrabía, con un sistema menos perfeccionado, vende toda su producción a una fundición navarra. La empresa vasca, que planea trasladarse a la comunidad foral, se ha interesado por el sistema patentado por la empresa torrelaveguense para su nueva fábrica, como también lo ha hecho el grupo Fagor.
De la potencialidad de este negocio da idea el hecho de que en España la producción de viruta metálica ascendió en el 2001 a 1.800.000 toneladas, de las que tan solo 40.000 se embriquetaron. No se puede olvidar, tampoco, el efecto medioambiental que supone la retirada de las taladrinas, si se tiene en cuenta que hoy no hay constancia de qué sucede con la mayor parte de estos residuos.

Escasez de materia prima

Confirmado el interés del mercado en este nuevo producto, y la disposición a asumir el coste algo más elevado que supone la utilización de briquetas inertizadas en vez de viruta metálica a granel, el único problema que preocupa a la empresa cántabra es la obtención de materia prima suficiente para dar respuesta a la demanda potencial. Marino Berrio, que es el único gestor autorizado para la recogida de residuos metálicos peligrosos que existe en estos momentos en Cantabria, se ha visto precisado a traer virutas metálicas de otras comunidades aunque la producción diaria de Cantabria bastaría para alimentar sus dos prensas a plena producción.
Al margen de las dificultades logísticas que plantea acceder a todas las empresas de la región que generan virutas metálicas, la progresiva sensibilización de los pequeños talleres sobre la peligrosidad de este tipo de residuo facilitará la aplicación de soluciones como la propuesta por Marino Berrio, que ha sido acogida con interés por la Consejería de Medio Ambiente. Desde la Administración cántabra, que ha subvencionado parte del proyecto, se trabaja en la organización junto con Pymetal de una jornada informativa sobre el tratamiento de residuos, dirigida a las empresas del sector.

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