Profesionales del juego
A media mañana, la bola rueda por las mesas de juego del Casino ante un público muy atento. Todos, tanto los croupiers como el público no sobrepasan los veinticinco años. No van a ganar ni perder nada, pero no pueden cometer errores, porque de su atención depende el no quedar excluidos. Todos ellos buscan un empleo como croupiers y saben que si superan el curso pueden llegar a trabajar en alguno de los casinos que el grupo gallego Comar, que explota el Casino de El Sardinero, tiene repartidos por España, Centroamérica y algunos países de Europa del Este.
Distribuidos en diez mesas de juego por las que van rotando, los alumnos practican las diferentes operaciones del juego. Unos ocupan el lugar del croupier y otros actúan como clientes, recreando situaciones tan reales como las que horas después, en el horario de apertura al público se producen cada día.
Los alumnos se familiarizan con los distintos tipos de fichas, entrenan los movimientos para desplazarlas con agilidad y limpieza sobre el tapete y practican el cálculo mental rápido. Las diferentes posibilidades de premio hacen imprescindible que el croupier domine con gran rapidez mental las tablas de multiplicar del 11, 17 y 35, y que sea capaz de efectuar multitud de operaciones aritméticas sin lápiz ni papel.
Los alumnos se cronometran el tiempo que tardan en realizar los ejercicios para tener una referencia que les permita ir superándose cada día. En cualquier momento pueden acudir a los manuales de consulta de los distintos juegos que están a su disposición en el aula, pero saben que si un día llegan a estar frente a una mesa, no tendrán posibilidad de detener el juego para resolver una duda.
Los ojos de Amparo González, la monitora del curso, siguen todos y cada uno de los movimientos de los alumnos. “Nunca cojáis dinero de la mano del jugador, siempre sobre la mesa”, les advierte. La práctica del juego incluye las frases más emblemáticas del croupier. Frases que se escuchan a lo largo de la sala una y otra vez en boca de los futuros profesionales: “Buenas noches, hagan juego señores”.
Ni dudas ni ambigüedades
El croupier es quien se encarga de todas las operaciones necesarias para la realización de los juegos, para lo cual necesita conocer y dominar las directrices legales que los regulan, además de las particulares del Casino. No puede haber ambigüedades, ni en la interpretación ni en la ejecución del juego. Sus movimientos deben ser ágiles pero lo suficientemente claros que sean seguidos por el cliente y no resulten equívocos.
En una actividad donde el azar pueden llegar a cambiar bruscamente las circunstancias personales de un jugador, para bien o para mal, la solvencia y aplomo del croupier debe reforzar la credibilidad de toda la operativa. La formación que recibe va dirigida a conseguirlo y le permitirá estar preparado para ofrecer la información que le sea requerida y aclarar las dudas que surjan en el transcurso del juego. A su vez, es un empleado de hostelería y desde el primer día se le insiste en cuidar de forma especial la atención al cliente, al que debe dispensar un trato exquisito.
El aspirante a croupier se adiestra de forma exhaustiva en cada uno de los cuatro juegos del Casino: ruleta francesa, ruleta americana, black jack y póker sin descarte. Pero, además, es imprescindible que conozca los marcos culturales donde se va a desarrollar su labor y la filosofía de empresa, además de estar al corriente del resto de servicios que ofrece el Casino para facilitar al cliente la información que necesite y una estancia agradable.
Cuestión de actitudes
Aparte de los conocimientos, el puesto de croupier requiere un conjunto de actitudes que son, en definitiva, las que hacen que su labor brille con luz propia y ofrezca la imagen más profesionalizada del Casino. Entre ellas están la absoluta discreción dentro y fuera de la sala de juego, la educación y el trato respetuoso a los clientes. El croupier no podrá entrar jamás en ninguna discusión con el jugador y debe mantener un aspecto físico impecable, prestando mucha atención a la pulcritud de sus manos, a su vestuario y a su pelo.
Todo este conjunto de conocimientos y actitudes se transmite a los alumnos que asisten a la Escuela de Croupiers que el grupo gallego Comar mantiene en el Gran Casino de Santander con el objeto de disponer de un equipo formados con la metodología y los valores del Grupo para el momento en que la empresa los necesite. Los mejores de su promoción tendrán prioridad para las contrataciones.
Una salida profesional
A la Escuela de Croupiers del Gran Casino acuden en estos momentos 27 alumnos, casi todos cántabros, de edades comprendidas entre los 18 y los 25 años. La mayoría acaban de terminar sus estudios y buscan una oportunidad profesional.
Entre los muchos aspirantes, Comar ha seleccionado a los que mostraban más entusiasmo, ganas de aprender y disponibilidad absoluta para desarrollar su carrera profesional en cualquier centro nacional o extranjero de la empresa. El Grupo Comar explota tres casinos en España –Santander, La Coruña y Mallorca– otro en la República Checa y varios más en complejos hoteleros de Hispanoamérica, sobre todo en la República Dominicana.
Los cursos de aprendizaje duran cuatro meses y alrededor del 90% del tiempo se emplea en formación práctica, aunque los futuros croupiers no se ejercitan en sala hasta el último mes, cuando dominan el juego y están preparados para enfrentarse a situaciones reales.
Cada semana se evalúan sus conocimientos, tanto teóricos como prácticos, y sus actitudes. Si no superan las pruebas, pueden ser excluidos del curso en cualquier momento.