RANKING 2003
Pocas veces un ciclo económico ha tenido una duración tan larga. Desde 1995, con más o menos altibajos, la economía cántabra ha tenido un crecimiento sostenido y, casi siempre, por encima de la media nacional, aunque es difícil saber si esas décimas de ventaja no resultarían de desventaja en caso de no percibir las cuantiosas ayudas del Objetivo 1 comunitario.
Los resultados de 2003 fueron razonablemente buenos en las empresas, con fuertes crecimientos de facturación en sectores como el inmobiliario, la venta de coches o la alimentación. La industria se desinfla ligeramente y el sector financiero, a pesar de que los márgenes se estrechan, registra un importante aumento de los beneficios.
En los componentes de automoción hubo meses de incertidumbre, ante una ola internacional de deslocalizaciones, pero las cifras globales demuestran que mantuvieron un tono firme. Especialmente, la fábrica de autobuses EvoBus en Castro Urdiales, donde el grupo Mercedes-Chrysler en pocos años ha conseguido que pasase de estar al borde de la desaparición a convertirse en una de las más importantes factorías de la comunidad autónoma, con un incremento en la facturación del 32,7% en el 2003.
No todos los sectores industriales han respondido igual. Alcatel Cable tuvo un fuerte retroceso en su volumen de ventas, algo que resulta paradójico en un producto de nueva tecnología, como es el cable de fibra óptica, mientras el histórico cable de cobre que fabrica su vecina y antigua hermana Nexans continúa en la brecha, rompiendo todos los vaticinios que se hacían sobre la inevitable decadencia de este producto.
Los sectores emergentes no despegan
Las fabricaciones de toda la vida resisten, en general, con buen tono, mientras que las actividades vinculadas a los mercados emergentes no acaban de despegar. Entre las pocas sorpresas positivas está la empresa de eventos culturales Gestión Cultural y Comunicación, que ha dado un salto espectacular con la consecución de varios contratos muy notables, entre ellos, la dirección del nuevo museo de arte contemporáneo de Málaga. La empresa cántabra facturó 6,7 millones de euros, una cifra muy voluminosa para el tipo de actividad, y aspira al liderazgo de su sector, algo que tampoco es habitual cuando su sede está localizada fuera de los principales circuitos nacionales del arte y de la cultura.
El Objetivo 1 ha potenciado todo el sector industrial agroalimentario. Continúa la marcha imparable de Quesería Lafuente, las fábricas de transformados pesqueros y algunas conserveras, a pesar de que estas últimas se encuentran con un problema muy difícil de resolver, la escasez de materia prima local, por las malas costeras de bocarte. En cambio, muestra indicios de estancamiento el sector lechero y pierde mucho gas el maderero, que hasta ahora era llevado en volandas por la construcción.
Fuera del sector inmobiliario, donde los crecimientos espectaculares a veces son una mera consecuencia de la puesta en el mercado de una nueva promoción, los crecimientos de ventas superiores al 30% son muy escasos. Por eso cabe destacar el de Norgraft Packaging, una fábrica de envases reciente con unos ratios de crecimiento sostenido muy llamativos. Pero ninguna llega a los extremos de la factoría reinosana Cantarey, que de la mano de sus nuevos propietarios –el grupo Gamesa– está conociendo una evolución espectacular. El pasado año las ventas crecieron nada menos que un 78%, lo que indica que su asentamiento en el sector eólico es ya incuestionable.
También fue un buen año para Equipos Nucleares, con un aumento de la facturación del 35,5% que puede consolidarse si se reanuda la construcción de centrales nucleares en varios países, después de más de una década de parón mundial.
Más empleo
La aceptable marcha general se ha traducido en un saldo positivo en el empleo. Después de un largo periodo de ajuste traumático, hace varios años que las empresas se valen de la mera evolución biológica para mejorar la productividad. En la mayoría de los casos, les basta con amortizar los puestos de quienes se jubilan, pero son más las que contratan que las que reducen su volumen de empleo. No obstante, la dimensión de la plantilla propia resulta cada vez menos representativa, dado que el termómetro para valorar el tono de muchas fábricas es la evolución de sus contrataciones temporales y, en este sentido, se produjo un descenso en el recurso a ETTs que puede ser significativo.