GSW crea otra empresa dirigida al mercado de la automoción

Uno de los soportes de la industria cántabra durante la larga crisis económica ha sido la buena evolución del Grupo Global Steel Wire (GSW), a pesar de los problemas de endeudamiento que atraviesa su matriz, Celsa. La fábrica de alambrón de Nueva Montaña no ha estado especialmente afectada por el hundimiento del mercado de la construcción, lo que no quiere decir que esté libre de problemas, porque todo el sector siderúrgico europeo se encuentra en un momento muy delicado, golpeado por la debilidad la demanda, los altos precios de la energía y, sobre todo, por las prácticas comerciales desleales de los productores chinos, que inundan el continente con sus productos, hasta el punto de que la Comisión Europea ha decidido abrir una investigación sobre estas importaciones para determinar si se introducen mediante prácticas ilegales de dumping, es decir, por debajo del precio de coste.
Las señales de peligro ya habían sido detectadas por GSW, que reaccionó poniendo en marcha una estrategia de diversificación de sus productos, especialmente dirigida hacia aquellos de más valor, que en muchos casos van destinados al sector de la automoción. El último fruto de esa política es la creación de una nueva empresa dedicada a la fabricación de barras calibradas de acero de precisión que viene a sumarse a otras que compañías ya integraban el grupo, como Tycsa o Trefilerías Quijano.

Global Bright Bars

El sector de la automoción no es un mercado nuevo para GSW. Parte de su producción de alambrón ya se destinaba a dar consistencia estructural a los neumáticos (talones y cordoncillos). Ahora, gracias a su experiencia en la fabricación de aceros especiales de alto valor añadido, en las nuevas instalaciones puede producir barras calibradas, un componente de gran exigencia técnica para muelles cilíndricos de suspensión, vástagos de amortiguadores o barras estabilizadoras y de torsión, elementos vitales en la seguridad y confort del coche.
La nueva fábrica está dentro del gran recinto que ocupa GSW en Nueva Montaña. Allí, la constructora SIEC ha levantado una nave de 5.000 m2 y se ha instalado maquinaria para producir 25.000 toneladas anuales de barras. El equipamiento se compone de calibradoras y torneadoras capaces de producir barras desde 1 a 3,7 centímetros de diámetro, con longitudes de corte de hasta seis metros; cizallas de corte por impacto (para barras que van desde los 15 centímetros a los dos metros), y tres equipos de detección de defectos, para garantizar la total calidad del proceso de fabricación.
La plantilla con la que GBB ha comenzado a funcionar es de diez trabajadores, pero la previsión es que vaya creciendo a lo largo de este año y del que viene.

El primer grupo industrial de Cantabria

La generación de empleo en una gran compañía fabril es una noticia esperanzadora en los momentos de dificultad que sigue atravesando la industria cántabra. GSW es el tercer grupo empresarial de Cantabria, tras el Banco Santander y EON, y el primero del sector industrial, con 1.200 empleados directos, que se convierten en unos 4.000 si se incluyen los indirectos. Factura 800 millones de euros al año, que equivalen a más del 6% del PIB de Cantabria; sus exportaciones representan el 17,2% de las ventas de la comunidad al exterior, consume el 30% de toda la energía eléctrica que utiliza el sector industrial cántabro y genera el 20% del tráfico del Puerto de Santander, para el que resulta decisivo.

Cuatro décadas de Celsa en Cantabria

La llegada del Grupo Celsa (Compañía Española de Laminación, SA) a Cantabria se materializó con la compra en 1987 de la siderúrgica que el Grupo Nueva Montaña Quijano-Aceriasa tenía en Santander y de la trefilería de Los Corrales de Buelna.
Con el nombre de Global Steel Wire, la nueva empresa se especializó en la fabricación de alambrón de altas prestaciones, con una extensa gama de aceros y dimensiones que, con el tiempo, ha ido ampliando para estar presente en sectores de más alto nivel tecnológico en los que se utilizan productos fabricados a partir del alambrón.
En los últimos años, Celsa ha invertido más de cien millones de euros en esta planta que tradicionalmente ha estado vinculada al alambrón con alto contenido de carbono y de muy alta resistencia utilizado en la fabricación de alambres y cordones para hormigón pre y postensado, en cables de alta resistencia, muelles mecánicos y alambres para refuerzo de cubiertas de neumáticos.
Para aplicaciones que no requieren tanta resistencia, GSW también fabrica alambrón de bajo contenido en carbono destinado a alambres de espino, telas metálicas y cerramientos, grapas industriales y de papelería, puntas, tornillos y tuercas o al alambre con el que se fabrica la lana de acero.
Su gama de productos incluye los aceros para cementación, de los que se obtienen piezas mecánicas que necesitan resistencia al desgaste y a las deformaciones, como los engranajes, ejes y piñones.

Reciclaje de chatarra

La relación de GSW con el medio ambiente empieza por sus consumos, ya que utiliza como materia prima un producto recuperado, la chatarra. Algo más de un millón de toneladas entran cada año por la puerta de la fábrica de Nueva Montaña para salir convertidas en un millón de toneladas de acero. Esto justifica que ocupe el primer puesto en los movimientos del puerto de Santander, por donde importa la chatarra y sale buena parte de su producción.
Aunque, el recinto fabril tiene comunicación directa con el ferrocarril, unos 360 camiones diarios (que llegan a ser 600 algunos días) se mueven en las instalaciones de Nueva Montaña para suministrar la materia prima o para dar salida al producto, unas 3.000 toneladas diarias en cada sentido.
La chatarra, a la que se le añaden pellets de mineral prerreducido según el tipo de acero a fabricar, se funde en un horno eléctrico que consume el 33% de la electricidad que utiliza la industria de Cantabria, con una cuba de 7,2 metros de diámetro y 150 toneladas de capacidad.
El vaciado del acero líquido se realiza en una máquina de colada continua, donde se produce la solidificación y la obtención de palanquillas de sección cuadrada de 10 a 13 metros de longitud y unos 2.500 kilos de peso. Tras pasar por un tren de laminación, esas palanquillas acaban convirtiéndose en rollos de alambrón.
El último proceso tiene lugar en las plantas de trefilado, donde se le da al alambrón el grosor que se necesite.
Todo este proceso esta sometido a una rigurosa gestión medioambiental. De hecho, una de las instalaciones estrella de la fábrica es el horno de fusión y la planta de tratamiento de humo, gracias a los cuales las emisiones de CO2 son inferiores a los 5 miligramos por metro cúbico, muy por debajo de los 30 permitidos. La planta de tratamiento, que supuso en su día una inversión de unos siete millones de euros, facilita que todos los materiales en suspensión sean tratados, reconvertidos y, a su vez, vendidos como un producto más, porque el polvo tiene un contenido importante de metales que se puede reutilizar.
Lo mismo ocurre con los lodos resultantes del agua utilizada para refrigerar los materiales o con las escorias, para cuyo tratamiento GSW ha ampliado sus instalaciones, levantando una nueva nave de 38 metros de largo, 15,5 de ancho y 12 de alto. También ha construido una explanada de 9.500 m2 en el terreno anexo, destinada al acopio y maduración de las escorias y a la circulación de vehículos pesados.

Una empresa exportadora

Cerca del 80% del acero que produce la planta cántabra se exporta a Europa, donde los principales receptores están en Alemania, Italia y Francia. También exporta al Norte de África, Turquía, India, Estados Unidos y Brasil.
GSW es una pieza relevante dentro del Grupo Celsa, que además de la planta de Cantabria, cuenta en España con centros de producción en Barcelona, La Coruña y Vizcaya. La firma, propiedad de la familia Rubiralta, es el primer grupo siderúrgico privado del país, el cuarto productor de acero de Europa y figura entre los 30 primeros del mundo.
La multinacional está formada por seis grandes grupos empresariales con acerías, trenes de laminación, plantas transformadoras, empresas de distribución y recicladoras. Da trabajo a más de 7.000 empleados, repartidos por plantas productivas ubicadas en Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Noruega, Polonia, Suecia y Reino Unido.
Un gigante industrial al que los avatares por los que atraviesa el mercado del acero le va a someter a importantes pruebas.

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