Pablo Hojas traslada a las aulas de Cesine su pasión por la imagen

Pablo Hojas Cruz (Santander, 1947) lleva la fotografía en las venas. Hijo y nieto de fotógrafos, reconoce que le es difícil desconectar de un oficio en el que empezó hace ahora medio siglo cuando, con apenas 17 años, logró ver publicadas sus primeras fotografías en Alerta, en 1964.
Ha trabajado para la Agencia Efe, El País, Alerta, El Norte y RTVE. Sus fotos han sido publicadas en los diarios y revistas más importantes de España pero también en medios tan prestigiosos como Le Figaro, Stern, Newsweek, Life, La Stampa, Photo o The New York Times. Su retrato vuelto de la cabeza de José Hierro emana un enorme misterio y ha sido reproducido en innumerables ocasiones. También ha hecho sus incursiones en la fotografía publicitaria e industrial lo que le ha permitido retratar a numerosas celebridades de Hollywood: Paul Newman, Jacqueline Bisset, Sharon Stone, Antonio Banderas, Andie MacDowell, Meg Ryan, Demi Moore, Pierce Brosnan, Don Johnson, Raquel Welch y Liza Minelli, entre otros.
Recientemente, acaba de sumarse a un nuevo proyecto formativo, ya que se ha incorporado al Consejo Académico y Claustro Docente del Grado en Diseño que impartirá el Centro Universitario Cesine a partir del próximo mes de septiembre.

Pregunta.- ¿Qué aportaciones suyas encontrarán los estudiantes de este grado de Diseño en Cesine?
Pablo Hojas.- De entrada, estoy seguro de que voy a disfrutar mucho con los estudiantes, con la gente joven. Creo que puedo aportarles una larga experiencia, un recorrido profesional variado, además de estimularles a que hagan cosas y a que se convenzan de que la fotografía es esencial en el diseño gráfico, en el de moda y en el de interiores. El resto lo encontrarán en los libros.

P.- ¿Cómo valora la apuesta de Cesine por crear nuevos grados oficiales en Diseño?
P.H.- Una idea excelente, porque no había nada con el nivel que ahora se implanta aquí. Que una universidad privada apueste por las manifestaciones artísticas –y la fotografía lo es– deja a las claras que no todo se ha perdido en esta larga crisis. Los alumnos van a aprender técnica reglada y, al menos conmigo, mucha práctica fuera del aula. Esa es la filosofía de la dirección del centro, que asumo encantado. Enseñar diapositivas de grandes fotógrafos no sirve para nada en el devenir futuro de un profesional.

P.- ¿Qué es más importante, la técnica fotográfica o el talento creativo?
P.H.- La técnica es esencial, sobre todo el manejo de la luz y el encuadre, y en Cesine la van a aprender de manera académica. Pero el talento también es decisivo y está en la carga genética de cada uno. No obstante, al periodista y al fotógrafo les ocurre lo mismo: a fuerza de practicar y de trabajar se puede lograr ser un buen profesional. Unos serán más creativos que otros, pero serán buenos, cada uno en lo suyo.

P.- En su caso, el oficio de fotógrafo ha sido continuación de una tradición familiar
P.H.- Así es. Mi abuelo ya hacía fotos en un comercio al lado del Teatro Pradera, que hoy es el Banco de España, a finales del XIX, pero todo el material se destruyó con el incendio de 1941. Luego, mi padre trabajó mucho tiempo en Samot, la gran tienda clásica de fotografía en Santander, y fue redactor gráfico de Alerta. De la luz natural y unos principios fotográficos muy rudimentarios, mi familia ha ido evolucionando al tiempo que la fotografía. Ya no hace falta hacer revelados con líquidos, porque la cámara digital –cuyo desarrollo seguro que no ha acabado– ha sido una revolución impensable hace 25 años.

P.- A mediados de los ochenta dirigió el primer departamento fotográfico como tal en un periódico cántabro…
P.H.- Me acuerdo que discutía con los jefes en Alerta para que la fotografía tuviera la importancia que requería el nuevo periodismo. Pero al poco tiempo ya no hizo falta, porque todos se dieron cuenta de que el periodismo que venía era más gráfico que literario. Dicen que creé una escuela de fotógrafos en ese periódico, y es verdad. Mira qué calidad tienen hoy fotógrafos como Andrés Fernández, Esteban Cobo, Roberto Ruiz, Sé Quintana, Nacho Romero… O yo fui un buen profesor [sonrisa amplia] o ellos buenos alumnos.

P.- Ahora cualquiera es un poco fotógrafo las veinticuatro horas del día con la telefonía celular…
P.H.- Lo cierto es que hay teléfonos móviles con una gran resolución que, además, permiten enviar la foto a un tercero de manera inmediata. Y ves a personas por la calle que encuadran bien lo que quieren fotografiar. De hecho, las cámaras compactas pequeñas han desaparecido. No sé cómo va a acabar todo este desarrollo tecnológico pero no me lo quiero perder.

P.- ¿Tiene nostalgia de las fotos en blanco y negro con la viejas cámaras analógicas? ¿Las ha retirado definitivamente?
P.H.- Mantengo bien cuidadas esas cámaras y las utilizo. Un retrato en color no tarda en aburrir. Pero, sin embargo, si es en blanco y negro, con profundidad y buena iluminación, no te cansa nunca. La realidad es en color, pero el blanco y negro es una maravillosa abstracción de esa realidad, tal y como se ve en muchas exposiciones.

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