El acusado de matar al joven de Colindres en León: ‘Fui presa del pánico. Actué de forma instintiva’
El acusado de asesinato por la muerte en León de Mario Fuentes, un estudiante universitario natural de la localidad cántabra de Colindres, ha asegurado este lunes, en la primera jornada del juicio, que fue «presa del pánico», que «no estaba pensando cómo actuar» y que tuvo una «reacción instintiva» cuando agredió con una navaja con una hoja de 16 centímetros al fallecido en el transcurso de una discusión.
El acusado ha asegurado que la víctima le agredió previamente en dos ocasiones cuando él quería «hablar para solucionar el problema» y, en la segunda, le dio un «golpe fuerte en la nariz», motivo por el que comenzó a «sangrar muchísimo», lo que generó que realizara «aspavientos» con el arma blanca en la mano, sin que fuera consciente de la agresión.
«Fui presa del pánico. No era yo. No era consciente de lo que estaba haciendo. Ojalá hubiera sido consecuente y haber parado y hablar con él para intentar solucionar el problema de una manera normal y corriente», ha comentado Jorge C. en la primera sesión del juicio, que se celebra en la Audiencia Provincial de León, con jurado popular.
Según el relato del acusado, que tan sólo ha respondido a las preguntas de su abogado, ha explicado que el día de los hechos, el 16 de mayo de 2021, había estado bebiendo alcohol en la zona de la Universidad, donde también era estudiante, además de en varios bares y en el piso de un «desconocido», hasta que se trasladó con un grupo de personas a un descampado del barrio de La Palomera.
Allí comenzó una pelea entre el grupo en el que se encontraba el acusado. «Fui a preguntar qué pasaba y me encontré con un joven que me golpeaba repetidamente. Mi reacción fue sacar la navaja», ha afirmado el implicado, que ha explicado que en ese momento la guardó, se fue «aparte» con el fallecido para «hablar» y fue cuando, según su versión, le volvió a agredir de nuevo junto con más personas, con golpes en la cara y en el cuerpo.
DETENCIÓN
Posteriormente, según ha asegurado, se fue en compañía de otros dos amigos, llamó a un tercero para que le recogiera «en coche», se fue a su casa y, al día siguiente, cuando la Policía se personó en su domicilio, fue consciente de lo que «había pasado». «Entregué la navaja y les dije que había sido yo», ha afirmado.
Jorge C. ha explicado que no puede «explicar el motivo» por el que se inició la discusión entre los dos grupos de personas y que él intentó «solucionar el problema desde la palabra», aunque la segunda agresión que ha dicho que recibió por parte del fallecido fue «el punto de inflexión» y la razón por la que perdió «el control».
Así, ha asegurado que, a pesar de portar una navaja que lleva consigo de forma «fortuita» y por «casualidad», en «ningún momento» se le «pasó por la cabeza matar a nadie», a la vez que ha pedido perdón a la familia.
«No hay nada que pueda reparar el fallecimiento de un hijo, ojalá pudiese hacer más por ellos. En la medida de mis posibilidades, el hecho de decirle a esta familia que he sido yo, ojalá pudieran pasar página y pasar este duelo. Lo que esté en mi mano, lo voy a poner», ha afirmado.
ASISTENCIA MÉDICA
El abogado de la defensa ha insistido en que Jorge C. fue agredido por Mario Fuentes, lo que le generó una fractura en la nariz, una lesión en el hombro y contusiones en el cuerpo, mientras que ha asegurado que la asistencia médica que recibió el fallecido «no fue adecuada» y «contribuyó al resultado». No considera que la herida en el tórax de la víctima fuera mortal de necesidad y cree que «se pudo hacer algo más» por salvar su vida.
Además, ha señalado al consumo de alcohol y cannabis por parte del agresor, quien fue presa del «calor de la ira» y de la «cabeza loca» y que, por un «error fatal», el día de los hechos portaba una navaja «de adorno y de diez euros», que «le llevó a estas consecuencias», por lo que descarta que hubiera alevosía y, por tanto, que se trate de un asesinato.
También ha puesto en valor el hecho de que el acusado esté contribuyendo económicamente, con 11.000 euros, para la «reparación del año», a pesar de las dificultades económicas de su familia y ha resaltado el hecho de que esté aportando el sueldo de 120 y 200 euros que está recibiendo por empleos en la prisión donde, además, continúa estudiando y prestando ayuda a otros presos.
Por su parte, la fiscal ha explicado a los miembros del jurado que, mientras que el acusado salió a un botellón portando una navaja, a la víctima tan sólo se le encontró en un bolsillo «un chupa chups». Considera que se trata de un delito de asesinato, por lo que pide una pena de 22 años de cárcel y de cerca de 200.000 euros en concepto de indemnización para la familia.
Durante la celebración del juicio, ha sostenido que la víctima emprendió la huida y fue perseguido por el acusado, a quien le clavó el arma blanca «de forma súbita y sorpresiva, sin posibilidad de defenderse», y cuya herida fue «mortal de necesidad».
«ACTITUD DE MATAR»
La acusación particular no tiene dudas de que Jorge C. persiguió a Mario Fuentes con «actitud de matar» y que el estudiante cántabro fallecido «murió sin que el agresor le prestara ayuda». Además, cree que «no colaboró» con la Policía, sino que «estaba rodeado por la Policía», momento éste en el que se puso «a su disposición».
También ha explicado que Jorge C. había «amenazado» a otros grupos que se encontraban en la zona del botellón, algo que es objeto de un «enjuiciamiento separado», y que, «sin mediar palabra y de forma súbita e imprevista» agredió a Mario Fuentes con la navaja «sin posibilidad de defenderse» y «haciendo un movimiento con el arma cuando la extraía» del cuerpo de la víctima.
Por ello, la acusación solicita una pena de 20 años de prisión, la prohibición de aproximarse a la víctima y una indemnización de 200.000 euros para los padres del fallecido y de 90.000 euros para su hermano.