El proyecto ‘Bosques flotantes’ busca revertir la deforestación de la montaña oriental de Cantabria

La Fundación Naturaleza y Hombre (FNYH) está llevando a cabo el proyecto ‘Bosques flotantes’ con el objetivo de revertir la «deforestación histórica» sufrida en la montaña oriental de Cantabria en los siglos XVII y XVIII por la explotación de la madera para surtir a los astilleros.

La iniciativa, en la que participan también la Universidad de Salamanca y la Fundación para la Investigación del Clima, incluye un conjunto de actuaciones para reforestar zonas como la cuenca del Miera y el valle del Asón. Una de sus principales medidas es la creación de una reserva municipal para proteger el Monte Moro de Ramales de la Victoria, uno de los encinares más importantes que quedan en el norte de España.

Además de recuperar hábitats y especies y reforestar los bosques, el proyecto también trabajará en el fomento del ecoturismo y la dinamización de la montaña en base a la economía verde. Para ello, se contemplan iniciativas como crear rutas interpretativas o recuperar los elementos arqueológicos e infraestructuras que aún sobreviven del proceso industrial de saca de la madera acometido hace siglos, como los resbaladeros del Miera.

Otra de las líneas de actuación es reforestar zonas que cada año sufren incendios forestales, para lo que se utiliza ganado menor -disponen de 200 reses- tratando de evitar que llegue el fuego.

En concreto, el proyecto afectará a una superficie total de 3.749 hectáreas en los municipios de Ramales de la Victoria, Camargo, Astillero, Villaescusa, Medio Cudeyo, Entrambasaguas, Riotuerto, Liérganes, Miera, San Roque de Riomiera, Soba y Espinosa de los Monteros.

‘Bosques flotantes’ tiene un presupuesto de casi 1,6 millones de euros y ha recibido una subvención de cerca de 1,5 millones de la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica. La Fundación Naturaleza y Hombre lleva trabajando «décadas» en el proyecto, pero recientemente se ha intensificado gracias a esta ayuda procedente de fondos europeos, lo que obliga a terminarlo para diciembre de 2025.

Por ello se ha presentado este martes en Santander, en un acto en el que han estado el presidente de la FNYH, Carlos Sánchez; el alcalde de Ramales de la Victoria, César García; el subdirector general de Control Ambiental del Gobierno cántabro, Gustavo Merino; o la concejala de Medio Ambiente de Santander, Margarita Rojo, entre otros.

«HUELLA IMBORRABLE»

El presidente de la Fundación ha explicado que la deforestación ha dejado «una huella imborrable» en la zona de actuación, con «más de 10 millones de árboles talados» para surtir a los astilleros de Guarnizo donde se construían embarcaciones. De ahí el nombre de ‘Bosques flotantes’, porque «todos nuestros bosques se fueron al mar en forma de barcos».

Sánchez ha destacado que, dado que se cuenta con un plazo «muy corto» para desarrollar el proyecto, trabajan «a toda máquina» y ya se han reforestado 300.000 árboles.

En paralelo, se contemplan otras acciones como la sustitución de eucaliptales por bosque autóctono, para lo que se ha adquirido una propiedad en Liérganes de 6,5 hectáreas; o la generación de usos alternativos «agrosilvopastorales» en las praderas, ya que con la desaparición de ganaderos «se están abandonando y muchas se están perdiendo» pese a ser un paisaje típico de Cantabria.

De la mano de la Universidad de Salamanca, la FNYH trabaja en la micorrización de castaños, esto es, el injerto de hongos para fomentar el aprovechamiento de frutos o madera al tiempo que se mantienen rebaños de ganado menor para conservar esos hábitat.

El representante de la Universidad, Fernando Silla, ha explicado que la micorrización favorece el éxito de la reforestación, ya que los hongos facilitan la incorporación de agua y nutrientes y protegen a los árboles de posibles patógenos.

Por su parte, el alcalde de Ramales de la Victoria ha destacado la importancia que ‘Bosques flotantes’ para su municipio, ya que permitirá mejorar el Monte Moro –que tiene una superficie de unas 200 hectáreas–, explotarlo turísticamente y sobre todo evitar incendios forestales.

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