Los ganaderos se hartan de vender a pérdida
La subida de los piensos, la energía y el gasóleo vuelve a desequilibrar el mercado
Cada español toma una media de 74 litros de leche líquida al año, la industria láctea nacional factura 9.500 millones y da empleo a más de 30.000 personas. Aparentemente es un sector fuerte, que genera el 2% del PIB industrial, pero está históricamente asentado sobre una estructura de precios bajos, con unos suministradores –los ganaderos– que ni siquiera pueden cubrir los costes de producción, una situación que les ha llevado al hartazgo. Los que no han abandonado (apenas quedan mil productores de leche en la región) están dispuestos a hacerse oir.
La confluencia de tres factores fuertemente alcistas, la energía, los piensos y la mano de obra ha venido a aumentar la gran incertidumbre que ya oscurecía el futuro de las explotaciones lácteas. Los ganaderos, que el año pasado habían conseguido que se mejorasen los precios de la leche, vuelven a ven peligrar su viabilidad económica e incluso el relevo generacional que debería mantener vivo un sector histórico y que aún es clave para sostener el ámbito rural de Cantabria.
De las 10.000 granjas lecheras que había en la región en los años 80, han desaparecido el 90%. Una parte cerró para siempre mientras que otros se refugiaron en el sector cárnico cuando Europa comenzó a dar ayudas a las vacas nodrizas. La venta de terneros para carne ha ido ocupando parte del espacio que dejaba la ganadería de leche y, de los 4.000 ganaderos de vacuno que hay aproximadamente en Cantabria en la actualidad, apenas un millar se dedican ya a la producción de leche.
Antes que acabase el año, la Unión de Ganaderos y Agricultores Montañeses UGAM-COAG aseguraba que esa barrera psicológica ya había sido rebasada por debajo. El secretario general y responsable de leche de UGAM, Gaspar Anabitarte, se lamenta de que “desgraciadamente, Cantabria, que fue el emblema de la producción láctea en España, ha ido perdiendo peso con el paso de los años”.
El eslabón más débil
En 1981, la leche se pagaba a 32 pesetas (0,19 euros el litro). En 1988, las industrias lácteas y los ganaderos llegaron a un acuerdo y establecieron un marco para la comercialización de leche de vaca; era la primera vez que en España se acordaba el precio mínimo de la leche para todo el sector, 33,6 pesetas el litro (0,20 euros) y 38,90 a partir de 1989 (0,23 euros).
Han pasado más de 30 años desde entonces pero hasta hace unos meses los ganaderos solo habían conseguido mejorar aquella cifra en 10 céntimos, hasta alcanzar los 33 céntimos por litro. Las industrias se han mostrado muy poco dispuestas a ceder en todo este tiempo, presionadas a su vez por las grandes superficies comerciales, que saben que el precio de la leche es una referencia para su clientela lleva a optar por un establecimiento o por otro.
La progresiva devaluación del producto había llegado a provocar que los precios al ganadero ni siquiera cubriesen los costes de producción y los efectos derivados de la irrupción del covid fueron la gota que colmó el vaso de su resistencia.
El aumento en un 30% del precio de la materias primas empleadas en la elaboración de los concentrados de alimentación animal está arrastrando al sector de vacuno de leche a una situación aún más insostenible, porque los ganaderos tampoco han conseguido repercutir ese sobrecoste en el precio que paga la industria.
“Los precios de las materias primas empleadas en la fabricación de piensos –cereales y oleaginosas, fundamentalmente– están en máximos históricos y no hay expectativa de que a corto plazo vuelvan a la normalidad, lo que está suponiendo una sangría económica para el sector ganadero en general y para los productores de leche en particular”, traslada Anabitarte.
Por si no fueran suficientes motivos de desánimo para los ganaderos, “el conflicto de Ucrania también nos perjudica. Ucrania es el granero de Europa, por lo que el incremento de precios que se va a producir no será pequeño”, observa.
A ello hay que sumarle el alza de otros gastos, como la electricidad o el gasóleo. “Muchas ganaderías están cerrando y otras, cuyos propietarios tienen cerca la jubilación, están aguantando con el mínimo de vacas o quitando las de leche y dejando las de carne”, se lamenta el secretario general de los Agricultores Montañeses.
Los ganaderos, por producir reciben el 42% del precio final de la leche; las industrias, por envasar, el 31%
Según los estudios realizados por esta asociación a partir de los datos proporcionados por 90 ganaderías de la región de distinto tamaño correspondientes a 2020 –cuando aún no se había producido esta escalada en los precios de los suministros–, la alimentación de las vacas supone un 53% de los costes; la maquinaria e instalaciones –gasóleo incluido–, un 15%; el terreno y otros suministros, como la luz, un 7% cada uno; lo mismo que los medicamentos o la mano de obra, que también son en torno al 7%.
Tras múltiples movilizaciones en defensa de su trabajo, los ganaderos de la región consiguieron en 2021 que aumentase el precio que les pagan las industrias por la leche. “El 60% ya están en 38 céntimos y en España, por lo general, el precio que reciben es superior”, afirma Anabitarte, que añade que “los que no alcanzan esta cantidad están en negociaciones y, previsiblemente llegarán a los 37 céntimos”.
Unas cuantías suficientes en condiciones normales para cubrir gastos y obtener una rentabilidad, pero las circunstancias han vuelto a cambiar a peor. Y los ganaderos creen que el problema es que los primeros eslabones de la cadena, los que tienen más poder –industriales y distribuidores– no están dispuestos a renunciar a sus márgenes, a diferencia de lo que ha ocurrido en otros países.
De hecho, una queja que los ganaderos de la región han venido reiterando a lo largo de los años es que están sujetos a un sistema de contratos unilateral y la propia industria se niega a cambiarlo. Por ello, el secretario general de UGAM asegura que “solamente el poder negociar ya ha sido un avance”.
Los productores cántabros llevan años pidiendo que los sacrificios se repartan en toda la cadena de valor de la leche. Es decir, que se repercutan de forma proporcional a los beneficios que genera el producto desde que sale de la granja hasta que llega al consumidor final. Aunque eso es algo que recoge la Ley de la Cadena Alimentaria, si se hace un repaso de la evolución de los precios de la leche que se registran en origen y los que paga el consumidor en los supermercados, puede apreciarse que ese reparto justo está lejos de cumplirse.
El Gobierno reparte tres millones de euros entre el millar de productores lácteos de la región
El Gobierno de Cantabria ha aprobado la concesión directa de tres millones de euros en ayudas a los productores lácteos, con el fin de paliar los efectos de la pandemia sobre sus explotaciones. Las ayudas, que previsiblemente se recibirán este mes de marzo, se enmarcan dentro de las medidas destinadas a respaldar la economía en el contexto de covid-19.
Los 1.023 titulares de explotaciones ganaderas de vacuno, ovino y caprino de leche de Cantabria tendrán derecho a estas ayudas.
La cuantía que corresponde a cada beneficiario dependerá de las dimensiones de su explotación y los animales de que disponga. Las de ganado bovino recibirán un pago de 58,96 euros por cada una de las primeras 75 vacas y un 50% de esta cantidad por cada una de las restantes. Las de ganado ovino y caprino de leche tendrán tres tramos de cobro, según los animales con que cuenten: 350 euros por entre 0 y 75 cabezas de ovino y 220 euros por las de caprino. Las explotaciones de entre 76 y 200 cabezas de ovino, percibirán 1.000 euros y 625 euros las de caprino. Por último, aquellas con más de 200 animales, percibirán 2.000 euros si son de ovino y 1.258 euros las de caprino.
Un reparto desigual
En enero de 2021, cerca de la mitad de la leche que se vendía en España marcaba unos precios al consumidor de entre 55 y 60 céntimos por litro, según los datos que maneja el Ministerio de Agricultura. Ahora, la horquilla se sitúa entre los 61 y los 68 céntimos. Seis céntimos de incremento para las marcas blancas, que se quedan en poco más de tres para la referencias de fabricante. Esto sitúa el precio de venta al público de la mayoría de la leche española por debajo de los 70 céntimos que cuesta una lata de refresco.
De esta cantidad, los ganaderos reciben entre un 42% y un 56,4%; la industria láctea, entre un 31% y un 33,5%, y las tiendas entre un 11% y un 24,4%, según datos del Ministerio de Agricultura.
Aunque la reforma de la Ley de la Cadena alimentaria prohíbe expresamente la venta a pérdida, los ganaderos de leche no han visto que eso se materialice en algo concreto y piden al Gobierno que tome medidas. “Hay que hablar de pagar a los ganaderos el litro a 40 céntimos, igual que se tiene que hablar de vender la leche a 70 céntimos o más en los supermercados”, advierte Anabitarte.
“La mitad de la leche de España se vende como marca blanca, y todas ellas están por debajo de los 70 céntimos. Pero incluso las marcas nacionales potentes venden por debajo del precio que tienen las marcas blancas en Francia. Es la distorsión permanente que padecemos los ganaderos”, añade.
El sector lácteo español es el séptimo productor de la Unión, por detrás de Alemania, Francia, Países Bajos, Italia, Polonia e Irlanda. En todos estos países, los ganaderos perciben un precio superior al de nuestro país donde la media fue de algo menos de 36 céntimos el pasado año.
Hasta llegar a esos 40 que consideran justo para que la leche de origen sea rentable, seguirán movilizándose. Después de unas tractoradas regionales, el 20 de marzo prevén concentrarse en Madrid, donde calculan poder reunir entre 100.000 y 200.000 manifestantes. “Necesitamos visibilizarnos”, subraya el secretario general de UGAM.
Sensibilización social
Estas movilizaciones son las que han logrado sensibilizar a la sociedad sobre el problema del precio de la leche, según la Mesa Regional Láctea de Cantabria, un órgano asesor de la Consejería de Ganadería formado por representantes del sector primario, de la industria transformadora y de los consumidores.
En la primera reunión del año, sus integrantes han constatado la mayor “sensibilización social” respecto a la crisis del sector lácteo y la predisposición de la ciudadanía a pagar más por el litro de leche, siempre que ese incremento repercuta en beneficio de los productores.
Medio Rural prepara una herramienta informática para que los ganaderos calculen sus costes y rendimientos
En ese sentido, la Consejería de Desarrollo Rural ha informado al sector de su propósito de poner en marcha un sistema de cálculo de costes. El consejero Guillermo Blanco ha avanzado que su departamento está estudiando un convenio de colaboración con otras comunidades autónomas para dar validez legal a esta nueva herramienta.
Su uso permitiría el cálculo del coste de producción necesario para incluir en los contratos lácteos y dar cumplimiento a la Ley de la Cadena Alimentaria, que obliga a cada operador a pagar al inmediatamente anterior un precio igual o superior al coste de elaboración del producto que se trate. “Estamos hablando de una aplicación informática similar a la desarrollada por la Xunta en Galicia, de muy fácil uso, con la que los ganaderos pueden llevar su contabilidad y comparar los costes de producción de cada litro de leche con los resultados que obtienen”, explica el secretario general de UGAM.
Del mismo modo, el responsable de Ganadería ha asegurado que Cantabria va a poner en marcha un sistema de seguimiento del coste promedio en la región, a través de una muestra representativa de ganaderos que permita visualizar los cambios a lo largo del tiempo y que cada uno pueda compararse con el precio promedio pagado. Todo con el fin de que los ganaderos reciban un precio justo por su trabajo y por una leche de calidad.
La histórica lucha por la supervivencia de los ganaderos cántabros
El descontento de los ganaderos cántabros por los precios de la leche viene de lejos. La penosa situación que vivían a principios del siglo XX y la necesidad de hacer fuerza frente a la industria lechera fue el germen de la creación de la Cooperativa SAM (acrónimo de Sindicatos Agrarios Montañeses) en el año 1931. Más de 3.000 productores de la región aportaron el capital social, avalando incluso con sus propias fincas. En 1932, abrieron su fábrica en Renedo.
Para vender en Madrid era preciso pasterizar la leche y disponer de un envase manejable, resistente y que no necesitase retorno. Lo encontraron en Estados Unidos, y de allí trajeron la maquinaria para fabricarlo, lo que supuso el lanzamiento de la SAM.
No fue su único hito. La cooperativa destacó por sus innovaciones en los derivados lácteos: los refrescos de leche con cacao, la leche en polvo, las leches maternizadas y la leche condensada.
A medida que su negocio fue creciendo hasta adquirir un papel preponderante en el sector lechero español, la factoría de Renedo se iba quedando pequeña, por lo que se complementó su actividad con otra planta de producción situada en Cóbreces.
En 1996, las cosas habían cambiado mucho y el grupo vasco Iparlat adquirió las instalaciones de la SAM en Renedo y las incorporó a su grupo empresarial, rebautizándolas como Andía Lácteos, que sigue operando en la región.
En ese incansable afán por sobrevivir, los ganaderos regionales han continuado buscando cómo hacerse fuertes. En 2006, la fusión de cinco importantes cooperativas cántabras (Cooperativa Lechera SAM, Cooperativa Siete Villas, Cooperativa Cuenca del Besaya, Cooperativa Virgen de Valvanuz y S.A.T. Valle de Soba) permitió la creación de Agrocantabria (AGC). Es el principal proyecto de índole cooperativista en el sector agroganadero de la región y uno de los más relevantes de la cornisa cantábrica.
La cooperativa cuenta en la actualidad con 1.800 socios.
AGC distribuye y comercializa la leche que producen sus socios, lo que supone la gestión de más de 70 millones de litros de leche anuales (el 30% de la producción láctea de la región), aportados por más de 300 ganaderos repartidos por toda Cantabria. Una flota de ocho camiones hace la recogida diaria por todos esos establos.
María Quintana