La ciencia al día
Aditivos en el envoltorio
Solemos fijarnos en los aditivos que se añaden a los alimentos para su conservación pero no tanto en el paquete que los envuelve, que también contiene aditivos y pueden acabar en la comida. Por raro que parezca, esta nueva preocupación ha llevado a un grupo de científicos a inventar un modelo matemático que informa sobre cuántos de los aditivos presentes en el plástico, cartón, papel o cristal pueden afectar a la comida, trabajando directamente sobre ella y no a través de simulaciones, para evitar resultados engañosos.
Con la mayor colección de datos existente hasta ahora, la fórmula permite saber, por ejemplo, cuántos aditivos se dispersan en el plástico, cuántos pasan del plástico al queso y, finalmente, cuántos lo hacen dentro del queso. Un procedimiento barato, que sustituye la visita al laboratorio por un simple cálculo en el ordenador.
Neutrones y arqueología
Comprender el comportamiento de los neutrones es esencial para garantizar la seguridad de las plantas nucleares, pero también puede aplicarse a otros campos, como la arqueología, que se vale de una técnica de resonancia llamada NRCA, consistente en colocar un objeto antiguo sobre neutrones para que éstos capturen una energía determinada. De este modo, los investigadores pueden saber la clase de material con el que está hecho, escoger la mejor manera de conservarlo e, incluso, descubrir falsificaciones. Además, es una técnica no invasiva, lo que supone una gran ventaja respecto a otros procedimientos.
Vida o muerte
En el interior de nuestras células nerviosas hay unos receptores con funciones paradójicamente contradictorias, ya que unas veces promueven la vida, mientras que otras causan la muerte de las células.
Estos receptores, llamados NMDA, desempeñan un papel fundamental en las tareas de aprendizaje y memoria, pero pueden provocar la muerte neuronal asociada a ataques de enfermedades o Alzheimer.
Tras analizar miles de genes e identificar esos dos rivales tradicionales, el Bien y el Mal, los científicos han descubierto que la diferencia entre los dos tipos de receptores está en algo tan simple como su situación dentro de la célula: los que se encuentran en los bordes o uniones mandan señales positivas mientras que los ubicados en cualquier otra parte la mandan al otro barrio. Este descubrimiento puede derivar en nuevas terapias contra enfermedades del sistema nervioso, como el Alzheimer o el Parkinson.
Ferrocarriles más seguros
Aunque nos falte una evidencia directa, damos por cierto que la Tierra se mueve gracias, en parte, a la histórica frase de Galileo. Sin embargo, podemos notar que la tierra en minúsculas (es decir, el suelo) se mueve, aunque la percepción de los movimientos sísmicos sigue dependiendo de procedimientos que se limitan a las constataciones y son muy poco predictivos.
Para el ferrocarril, un desplazamiento de tan solo dos milímetros en las vías puede tener resultados desastrosos, por lo que un grupo de científicos ha desarrollado una red de sensores de fibra óptica (Proyecto Gendetect) para conseguir estabilidad a largo plazo en las estructuras ferroviarias. Los sensores controlan la vía de forma continua y avisan anticipadamente cuando perciben algún movimiento.