Papelera de Besaya quintuplica su producción en cinco años

Sobre el incierto futuro del papel en un mundo dominado por los ordenadores se ha teorizado mucho y en la mayoría de los casos para certificar su defunción a no muy largo plazo. Sin embargo, la realidad sigue mostrando la capacidad de supervivencia del papel, un material que nos ha acompañado desde hace más de mil años.
Frente a las previsiones pesimistas, el consumo de papel continúa en ascenso incluso en las sociedades más avanzadas y algunos estudios indican que esto va a mantenerse así al menos en los próximos diez años.
Con estas perspectivas, Papelera de Besaya, la firma que adquirió en 1999 la fábrica de papel de Sniace, ha llevado a cabo inversiones que le permitirán ampliar la capacidad de producción hasta alcanzar este ejercicio las 70.000 toneladas de papel para escritura e impresión.
Los 4,6 millones de euros invertidos en la ampliación, han ido destinados a la mejora de los sistemas de eliminación del agua en el proceso de fabricación. Las innovaciones se han aplicado en cada una de las tres fases que atraviesa la lámina de papel hasta que queda convenientemente desecada. La primera es la eliminación de agua por gravedad, a la que sigue un prensado y, por último, la evaporación de la humedad residual mediante la aplicación de calor. Estas mejoras han permitido incrementar la producción en un 17%.
Papelera de Besaya fabricó el pasado año 50.000 toneladas de papel, el 70% en bobina y el resto en formatos destinados a las máquinas de impresión en offset planas, con hojas que oscilan entre los 150 por 160 centímetros, en el formato de mayor tamaño, y los 43 por 64 del tamaño mínimo. La empresa transforma una parte de lo fabricado en bobinas en hojas DIN A4 (el tamaño folio) en función de la demanda que existe de este formato en cada momento. La exportación también tiene un peso considerable en la comercialización de sus productos, ya que cerca del 40% de la producción va destinada a países de la zona euro.

Nueva nave

El mercado de hojas DIN A4 es uno de los más dinámicos del sector, como consecuencia de la generalización de las impresoras en domicilios y empresas y de las fotocopiadoras. Para atender este mercado, Papelera de Besaya creó hace dos años su propia marca –“XPress Altamira”–, y esta línea de fabricación también ha sido tenida en cuenta en las mejoras introducidas en la planta. Se ha construido una nueva nave, de 1.500 m2, para ubicar en ella la maquinaria de empaquetado de las resmas de folios, un trabajo que antes se veía obligada a externalizar. Las nuevas instalaciones permiten la personalización de este producto para aquellos clientes que quieran distribuir su propia marca.
El papel DIN A4 no es un mercado fácil, pero es tan importante en volumen que ningún fabricante puede quedarse al margen. En Europa Occidental de cada cien kilos de papel de línea blanca que se producen, 47 van destinados a este formato, y si el crecimiento medio anual en la producción de todo tipo de papel se sitúa actualmente en el 2,6%, el formato folio crece a ritmos del 4%. Sin embargo, su precio es bastante inestable, ya que la oferta ha crecido tanto o más que la demanda. Por eso, se impone la prudencia en las inversiones en esta gama, donde un solo fabricante portugués tiene capacidad para producir 400.000 toneladas al año, y donde los precios fluctúan actualmente a la baja. Por otra parte, la fabricación de este formato a partir de la bobina de papel, como ocurre en Papelera de Besaya, supone unos costes adicionales de 90 euros por tonelada.
Aún con estas circunstancias, los responsables de la planta torrelaveguense confían en que de las 70.000 toneladas de papel que producirán este año, casi 15.000 correspondan a la presentación DIN A4 que es, también, la de mayor valor añadido.

Ampliar la gama con estucados

Un proyecto que deberá esperar a una mejor coyuntura, es la ampliación del catálogo de productos para incorporar a la línea de papel estucado destinada a escritura.
No obstante, Papelera de Besaya ha adquirido los equipos necesarios para aplicar una capa de estuco en el mismo proceso de fabricación del papel offset con tratamiento superficial de almidón que ahora hace, lo que le evitará un nuevo paso por máquina. El estucado añade al papel una capa superficial de minerales (por lo general caolines o carbonatos ligados mediante látex) que aporta al papel mayor resistencia, mejora sus cualidades para la impresión y esponja su tacto.
Los papeles estucados de mayor calidad llegan a tener hasta 30 gramos de estuco por metro cuadrado en cada cara, pero la intención de Papelera de Besaya es entrar en una gama de uso escolar, mucho más ligera, con unos siete u ocho gramos de estuco por m2.

Caída de los precios

Aunque la inversión está hecha y los equipos listos para ser montados, la situación actual del mercado, con una oferta excesiva en este segmento aconseja esperar a tiempos mejores. La estrategia no es sólo de Papelera de Besaya. Estucadores tan importantes como el grupo Torras no han dudado en reorientar alguna de sus fábricas hacia el papel offset.
Estos ciclos, en los que los precios acusan periódicamente notables alzas y bajas, son habituales en el sector papelero. Sin embargo, a los fabricantes les comienza a preocupar la inusual duración de la tendencia bajista: “Está pasando algo distinto de lo que estábamos habituados –señala Javier Ruiz, director de Papelera de Besaya–. Antes se producían ciclos en los que subía la pasta y al mes subía el papel o lo contrario, pero eran ciclos que duraban seis meses. Ahora, el ciclo a la baja lo estamos sufriendo desde mayo de 2003”.
El pasado año, la firma torrelaveguense alcanzó una facturación de 47 millones de euros con una producción de 50.000 toneladas, mientras que para el actual ejercicio la producción prevista de 70.000 toneladas se traducirá en unas ventas por valor 54 millones de euros (9.000 millones de pesetas), a un precio medio de 773 euros por tonelada, casi 90 euros por debajo del precio obtenido el pasado año por cada tonelada vendida.
La clave de este descenso está en el desequilibrio que se ha ido gestando en España a lo largo de estos últimos cinco años entre oferta y demanda. La apertura de nuevas fábricas y el aumento de la capacidad productiva de las ya existentes, sobre todo en el área de Tolosa y en el País Vasco, ha situado en una cómoda posición a los clientes de las papeleras a la hora de escoger a sus proveedores.
A esto hay que añadir la presión que supone la presencia en el mercado español de papel procedente de países muy competitivos como Indonesia, Australia o Nueva Zelanda, atraídos por la ventaja que representa para los importadores europeos la actual relación de cambio entre el euro y el dólar.

Bajo consumo de papel

A pesar de este incremento de la producción nacional, España continúa siendo deficitaria en la fabricación de papel. Del millón cien mil toneladas de papel blanco para impresión y escritura que se consumen en nuestro país anualmente, tan sólo 650.000 son aportadas por papeleras nacionales. Otro dato que subraya el potencial de crecimiento del mercado genérico del papel en España es el bajo consumo per capita, 170 kilos de papel por habitante y año, cifra que nos sitúa por debajo de la media de los países de la Unión Europea, y muy alejados de los consumos que se dan en Estado Unidos, con cerca de 322 kilos por persona.
Todo ello hace suponer que Papelera de Besaya puede mantener una evolución muy rápida, aunque difícilmente podrá mejorar los ratios obtenidos hasta ahora. Desde su creación en 1999 ha multiplicado por cinco las toneladas producidas. Pero aquellas 13.000 con las que cerró el primer ejercicio hace cinco años, por modestas que fuesen, significaron también la convicción de que se podía salvar un sector que había tenido cierto arraigo en la cuenca del Besaya y que tenía serios visos de desaparecer. Con el último empuje inversor, la planta torrelaveguense refuerza aún más su capacidad para asentarse firmemente en un mercado que, a pesar de todos los augurios, continúa en alza.