Vilar ordenaba ‘viajes ficticios’ para cobrar dietas y disponía de empleados como ‘mayordomos’
El exsecretario de la Federación Cántabra de Fútbol ha asegurado que tenía «orden directa» del anterior presidente de la entidad, Alberto Vilar, de pasar «cada semana» al menos un «viaje ficticio» -que no se realizaba- para cobrar dietas por desplazamiento y debía además recopilar el dinero por venta de entradas para partidos, «meterlo en un sobre y entregárselo a él».
«En la Federación no se movía un sacapuntas sin su autorización» y «nadie se atrevía a contradecirle», según ha declarado este testigo a preguntas de la fiscal en el juicio contra Vilar por presunta apropiación indebida, por disponer de fondos de la entidad.
En la segunda sesión de la vista, que se celebra esta semana en la Audiencia Provincial de Cantabria, también ha comparecido el encargado del mantenimiento de las instalaciones de la FCF, que ha revelado que por mandato del acusado compraba cosas a cargo de la entidad pero se las llevaba a su casa, donde le pedía que realizara distintas tareas en horario laboral. «Me llamaban el mayordomo y, en gran medida, así me sentía», ha manifestado.
A petición de la representante del ministerio público, que solicita dos años de cárcel, multa de 2.400 euros e indemnización de 148.888 euros a la Federación, también han testificado responsables de distintos establecimientos -tiendas de plantas, de materiales de construcción, ferreterías, etc- donde se adquirían bienes que se cargaban en la cuenta de la FCF pero con destino al domicilio particular del procesado, así como varios corredores de seguros.
Uno de ellos se ha referido a pólizas suscritas en 1999 objeto de enjuiciamiento y ha indicado que si bien el tomador era la entidad deportiva -que contrataba y facilitaba el número de cuenta-, el beneficiario era su entonces presidente. Y también ha rememorado que el implicado traspasó parte del montante que tenía en un plan de pensiones en su banco a uno nuevo que se suscribió.
Otro corredor, que llevaba tanto seguros de la FCF como particulares de Vilar, ha recordado que hacia 2012 -cuando se produjo el relevo en la Presidencia de la entidad futbolística-, Vilar le advirtió de que había «un error» en el número de cuenta que había facilitado para su seguro de hogar, y se cambió para poner así el de la suya particular.
La Fiscalía considera que el acusado aprovechó su posición en la Federación para disponer de dinero de la entidad en su propio beneficio durante los años 2010, 2011 y 2012, para enseres personales -como gafas graduadas, plantas para el hogar, collares de perros, raspadores de vitrocerámica, etc-, para el seguro de su domicilio particular y dietas por desplazamientos no realizados y sin justificación, además de para gastos judiciales particulares.
A juicio de la acusación pública, incorporó también a su patrimonio el importe procedente de las entradas que la Federación Española de Fútbol enviaba a la entidad cántabra para encuentros nacionales e internacionales, parte de las cuales eran vendidas a terceros.
La fiscal también cree que el acusado, el tesorero y los secretarios de la Federación (no investigados en esta causa) acordaron modificar el acta de la asamblea general de 1999 para añadir que se decidía por unanimidad suscribir un plan de pensiones a su favor y con aportaciones periódicas a cargo de la entidad.
ERA SU JEFE Y AMENAZABA CON DESPIDOS SI NO SE ACATABAN SUS ÓRDENES
El que fuera secretario de la Federación desde 2007 y hasta 2012 ha relatado que en aquella época trabajaba «codo con codo» con Vilar, hasta el punto de que parecía «más secretario personal» suyo que de la entidad. «Hice muchos viajes con él», ha comentado, para indicar que algunos eran «ajenos» a su trabajo. «Pero el me decía que tenía que ir», se ha justificado.
En este punto, ha señalado que tenía «orden directa» del presidente de pasar «cada semana» al departamento de contabilidad para cobrar la correspondiente dieta, sin que esos desplazamientos existieran «en ningún momento».
«Me tenía que inventar el destino», ha apostillado. «Y más vale que me acordase», ha proseguido, rememorando que si se le olvidaba, el sábado recibía varias llamadas -hasta «ocho», según ha cifrado- de su entonces jefe para echarle la «bronca».
A preguntas de la fiscal, el exsecretario de la FCF ha manifestado que «obedecía» esas órdenes porque tenía «la espada de Damocles» sobre él, pues le «amenazaba» con despedirle, al igual que hacía con otros empleados ante «cualquier cosa» que ordenaba. Al hilo, ha afirmado que Vilar «encargó el finiquito» de un trabajador que había pintado y tras lo cual él se había «manchado el abrigo».
En cuanto a las entradas que pedía la federación regional a la nacional para partidos de fútbol destacados, y de las que aproximadamente «la mitad» se regalaban como invitación y el resto se vendían, ha aseverado que tenía igualmente «orden directa» de Vilar de «meter el dinero en un sobre y dárselo», desconociendo si después pasaba al departamento de contabilidad porque él -ha dicho- como secretario no tenía acceso a las cuentas.
También ha relatado que tenía que ir «todos los días» a buscar y llevar al presidente a su casa, donde «la mayoría de las veces» veía al encargado del mantenimiento de la FCF haciendo «obras» y «chapuzas» en el domicilio particular, tales como trabajos de jardinería, en la piscina o pintura de la fachada del inmueble.
Asimismo, el exsecretario ha relevado que tenía que dejar su coche aparcado donde lo tenía Vilar cuando movía el suyo, «para que no le quitasen el suyo». En este punto, ha agregado que «a veces», como por ejemplo cuando debía llevar el vehículo al taller, se alquilaban automóviles para estacionarlos en el lugar y que «no le quitasen el sitio».
Y en una ocasión, en la que de acuerdo con su versión viajaron un día a Valencia a visitar una tienda, al final se quedaron cuatro jornadas más porque a Vilar le estaban «cambiando el suelo de casa» y no quería estar en su domicilio durante las obras.
Sobre las juntas directivas, ha comentado que no se tomaban decisiones -las adoptaba «todas» Vilar-, por lo que las reuniones se limitaban al saludo de los asistentes para irse después «a comer». Y de la hija de Vilar, que estaba contratada en la Mutualidad de Futbolistas -fue declarado nulo por simulación-, ha comentado que la veía en el despacho, pero «leyendo novelas».
SI ME ORDENABA EL PAGO DE UNA DIETA, NO LE IBA A DECIR QUE NO
También ha declarado como testigo la responsable de la contabilidad de la FCF, que ha relatado que las distintas facturas y albaranes se revisaban y se pagaban «cuando lo consideraba el presidente». Ha agregado que «evidentemente» Vilar era consciente de que se estaban cargando seguros suyos, de su vivienda particular, a las cuentas de la entidad.
Esta empleada también estaba contratada en la Mutualidad, como la hija de Vilar, que es quien ordenaba abonarle dietas y «cuando él lo consideraba» además, al igual que hacía el propio presidente con las suyas y sobre las que la encargada de las cuentas recibía instrucciones del secretario y se firmaba un recibí.
«Si el presidente o el secretario, o cualquier de los dos, me ordenaban que pagara una dieta a mi presidente, yo no le voy a decir que no», ha argumentado la contable. «Para mí, era mi presidente. Era mi superior», ha manifestado esta testigo, que también ha reconocido la destrucción de documentación contable de varios años de su mandato.
Finalmente, el encargado del mantenimiento de la Federación ha relatado que hacía compras por orden de Vilar y su esposa también, y «la mayoría de las veces» llevaba los bienes adquiridos a su casa, aunque se hacían «a nombre» de la entidad y los transportaba en un vehículo de empresa y en horario laboral. «Era mi jefe y yo hacía lo que me mandaba», ha zanjado.