Editorial

Al ridiculizar esa opción, Revilla he hecho lo que nunca debiera hacer un político, quedarse sin ningún camino de retirada, y eso es muy arriesgado cuando uno se ha metido en un túnel sin salida. El presidente muestra unas enormes ojeras estos días y transmite su desazón ante todo tipo de auditorios, que empiezan a pensar que el auténtico problema ya no es el AVE sino el bloqueo mental y físico del Gobierno cántabro. El PRC empieza a pensar que su líder ha sobreactuado y el partido se mueve con la sensación de caminar en el aire. El PSOE, directamente, no sabe a dónde ir. Si subirse al AVE, bajarse o hacer las dos cosas al mismo tiempo. Al único que le valen todos los trenes, hasta los que no existen, es a Ignacio Diego, que por fin ha encontrado el suyo.

El famoso “seamos realistas, pidamos lo imposible”, puede funcionar estando en la oposición pero es una mala estrategia de Gobierno. Los catalanes, con su posibilismo, saben muy bien que casi siempre gana el que se baja un peldaño. En 1970, el recién nombrado presidente de Renfe, Alfonso Osorio vino a la Cámara de Comercio de Santander ilusionado. Por fin un montañés iba a acabar lo que muchos otros políticos y gestores habían abandonado, el Santander-Mediterráneo. Osorio había hablado con el Banco Mundial y con el propio McNamara y había encontrado financiación, pero no para concluirlo en su trazado original, sino para enlazar el tendido construido hasta la provincia de Burgos con la línea Santander-Madrid en Reinosa.
A poco más tiene que salir huyendo y aún no ha olvidado el disgusto. A pesar de que durante el franquismo no había libertad de prensa, los periódicos se atrevían con los alcaldes y con los altos cargos de segundo nivel, y Alerta fue implacable con Osorio. Aquello, según el periódico, era una afrenta a los montañeses que no podían aceptar otra opción que el trazado original. Bueno, pues hoy, 40 años después, ni tenemos el Santander-Mediterráneo tal como se concibió, ni a través de Reinosa, que no era una mala opción, como ahora estaríamos comprobando. Afortunadamente para Osorio, en otros sitios le trataron mejor y llegó a vicepresidente del Gobierno.

Cuando no se sabe qué hacer, es mejor no hacer nada, lo que vale para Zapatero y para el desconcertado Gobierno cántabro. Y cuando alguien ofrece un salida, es conveniente valorarla. Todavía hoy nadie ha presentado estudios concretos sobre la demanda que tendría el AVE por Palencia ni su alternativa por Bilbao, para saber cuál sería más efectivo, a pesar de que estamos hablando de la mayor obra realizada nunca en esta región y de que cualquier error condicionará su futuro. Tenemos que elegir con datos, no por intuiciones ni por inercias históricas. ¿Alguien cree que fue un error hacer la Autovía del Cantábrico antes que la de La Meseta? Si lo cree, no tiene más que tomarse la molestia de contar los vehículos que utilizan una y otra cada día.
Todos los AVEs del país perderán plumas pero nosotros vamos a quedar desplumados del todo por una cuestión de orgullo. Bye, bye, Mr. Marshall.

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