Material de archivo
Uno solo era consciente de que el tiempo pasa cuando se generalizan los fallecimientos de la generación anterior y cuando empieza a hablar de enfermedades. A esas llamadas de atención se unen las conversaciones frecuentes sobre la jubilación, que empieza a convertirse en el objetivo deseable de todos los que están en edad, como es lógico, y de, los que no teniéndola, han decidido que su único objetivo laboral es conseguir que el Estado les pague cada mes. Unos porque son autónomos y no tienen ninguna seguridad en poder seguir viviendo de sus negocios y otros porque temen que, si esperan, llegar a cobrar un sueldo más o menos digno de la Seguridad Social sea un mero recuerdo.
Todos nos hemos convertido en material de archivo
Pero lo que realmente da una sensación de fin de ciclo es que tus amigos estén desprendiéndose de todo lo que atesoraron durante décadas.
No tuve esa sensación cuando, hace tiempo que el fotógrafo Pablo Hojas llenó el Centro de la Imagen de Santander con cien mil fotos de toda su carrera profesional de su padre que reflejan el día a día de la Cantabria del blanco y negro. Ahora ha sido el escritor José Ramón Saiz Viadero el que ha cedido su biblioteca al pueblo en el que reside desde hace años. Y otro escritor y periodista amigo, Armando Rodríguez Arconada ha legado la colección de fotografías que ha hecho en los colegios de Cantabria durante más de 30 años, que a partir de ahora se exhibirá en la que fue casa de José María de Pereda en Polanco. También Rosa Coterillo, viuda de José Luis Casado Soto, ha entregado 3.500 libros de la biblioteca de su marido al pueblo de Güemes, y los dibujos al MAS de Santander.
No sé si los periodistas de mi generación hemos vivido unos tiempos más interesantes que los precedentes o los venideros pero sí me doy cuenta de que hemos recopilado una cantidad ingente de material sobre los que otros podrán opinan. No vendrá mal que se pasen por cualquiera de estos centros culturales y comprueben cómo ha cambiado este país a través de las fotos de Pablo o de Armando, que vean cuánto le tiene que agradecer la historia local a José Luis Casado o a qué distancia hemos dejado en el tiempo mental las historias negras que nos ha recordado Ramón tantas veces en las páginas de los periódicos.
Nos hemos convertido en material de archivo, lo que no resulta muy reconfortante en un país que no tiene memoria, y además se precia de ello.