Menas, ahora sí

Hace un año, el nuevo Gobierno de Cantabria, encabezado por María José Saenz de Buruaga, rechazaba de pleno la inversión del Ejecutivo central para convertir el antiguo hospital psiquiátrico de Parayas en un centro de estancia temporal de menas (menores no acompañados). Desestimó los 30 millones de euros y los puestos de trabajo que hubiese creado porque Cantabria, en su opinión, no deseaba tener a esos jóvenes (niños, algunos) que han llegado a España de forma irregular.

Doce meses después, el Gobierno cántabro acepta su corresponsabilidad en el reparto de menas por todo el país, esta vez sin inversión del Estado. La único que ha cambiado es que hay que resolver el problema de una comunidad que cogobierna el PP (Canarias) y que quien ha decidido por todas las comunidades del Partido Popular es Alberto Núñez Feijoo. Lo que opine su partido en una de ellas (que ya sabemos lo que opinaban) importa poco.

Hasta ahora en la política española se había mantenido, al menos de cara a la galería, la autonomía de cada presidente de comunidad autónoma frente a sus partidos. Aunque muchos de ellos acabasen aceptando disciplinadamente las directrices internas, no era habitual la existencia de campañas coordinadas para que todas las comunidades gobernadas por el PSOE o todas las del PP tomasen simultáneamente la misma decisión, y si lo hacían, dejaban transcurrir el tiempo para que no se notase tanto.

Feijoo ha roto este tabú, decidiendo él mismo por todas las autonomías que gobierna su partido y, además, haciéndolo con toda la notoriedad, como si de esta forma quisiese demostrar que es el único que manda en el PP y que todos los barones territoriales sean conscientes de su sometimiento, en un mensaje que quizá tenga como destinataria a la presidenta de la comunidad de Madrid.

Fueran partidarios o no y aunque tengan que desdecirse de declaraciones anteriores, todas las comunidades del PP acogerán menas y lo harán en el número que pacte Feijoo con el Gobierno de Sánchez. Igual que todas presentarán recursos de inconstitucionalidad contra la Ley de Amnistía porque lo ha decidido Feijoo.

Quienes redactaron la Constitución tuvieron un especial cuidado en evitar que pudieran surgir en España las ligas de regiones, esas alianzas que tantos problemas causaron en el pasado y que tan problemáticas resultan en el presente en Italia. La única coordinación posible entre regiones estaba en el Senado, donde por cierto, apenas se ha visto. Eso nos ha evitado incómodas alianzas de regiones ricas contra regiones pobres o crear organismos suprarregionales destinados a la confrontación directa con los gobiernos nacionales.

La decisión de Feijoo, de que buena parte de las comunidades españolas tengan una sola voz, la suya, viene a romper esa estrategia preventiva de la Constitución, y el presidente del PP debería curarse en salud evitándola, porque antes o después va a gobernar y crear ligas de regiones, ya sean por geografía o por ideología puede volverse en su contra.

Alberto Ibáñez

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