Villarejo tumba el sistema
Por Alberto Ibáñez
El coronavirus es solo uno de los muchos virus que carcomen la sociedad española, más empeñada en acumular problemas que soluciones. Cuando el excomisario Villarejo, para tratar de esquivar la cárcel, amenazó con tirar de la manta y llevarse por delante todas las instituciones y buena parte de las grandes empresas del país costaba imaginar que fuera tan cierto. Que un solo hombre, actuando en ocasiones en nombre del Estado (o de quien gobernase) y en otras por su cuenta, tuviera minados todos los pilares del país en que vivimos ni siquiera resultaría creíble en las novelas, pero no era un farol.
A raíz de sus filtraciones y de los cabos sueltos de los que están tirando jueces y fiscales no va a quedar nada en su sitio, ni la monarquía, ni los grandes empresarios del Ibex, ni el buen nombre de muchos dirigentes policiales atiborrados de medallas a los que teníamos por pulcros servidores de la ley. Villarejo ha puesto el Estado a sus pies, con sus grabaciones y documentos, y todos hemos seguido su juego. Lo único que puede dejarnos satisfechos es que, ni con esta ingente ristra de bombas nucleares, ha conseguido librarse de la cárcel.
Los fontaneros de la patria, como en su día le ocurrió a Amedo, acaban llegando demasiado lejos cuando se creen impunes. También los que se saben inimputables. En Roma, Marco Aurelio encargó a un esclavo que le acompañase en sus baños de multitud para recordarle que era mortal, ante el temor de ser ganado por la soberbia. Pitaco, general que venció a los atenienses y uno de los Siete Sabios de Grecia, decía que “si queréis conocer a un hombre, revestidle de poder. El poder no corrompe, solo desenmascara”.
La lista de los que están quedando desenmascarados en España por una u otra circunstancia es tan larga, que asusta. Y ninguno de ellos tomó la precaución de que un propio le advirtiese durante el éxtasis: “mira que tenemos a Villarejo en contra (o de nuestra parte –da igual porque el resultado va a ser idéntico–) y lo tiene todo grabado”. Se están arrepintiendo mucho.