Moda ‘vintage’ por kilos

Flamingos Vintage demuestra que en Santander también interesa la ropa usada de calidad de EE UU

Hubo una época, cada vez más lejana, anterior a Internet y a las compras online, en la que era bastante habitual escuchar cosas tales como “me he traído de un mercadillo callejero de Londres unas botas doctor Martens, una chupa de cuero de aviador y un vestido que no encuentras aquí en ningún lado”. Era una forma un tanto esnob de presumir y de reivindicar al mismo tiempo tener algo exclusivo y único que no se podía encontrar en nuestra pequeña comunidad autónoma. Uno escuchaba tantas veces esta mítica frase que irremediablemente se acababa haciendo la misma pregunta: ¿Por qué no habrá aquí una tienda que venda ese tipo de productos? Por lo general, esta duda se solventaba siempre por la vía rápida con un “esto aquí no funciona, esto es un pueblo y este tipo de tienda es propio de las grandes ciudades”. 

En 2019, Antonio Rodríguez y Ana Brasal desafiaron esta máxima montando en la calle del Cubo de la capital de Cantabria Flamingos Vintage Kilo, una tienda de moda única, tanto en producto como en la forma de facturar. Ellos ponen al alcance del cántabro de a pie ropa vintage icónica de calidad y en óptimo estado de conservación que se cobra al peso. 

El tiempo les ha dado la razón. Casi cinco años después, han reunido una amplia cartera de entusiastas clientes del estilo ‘Flamingos’ diseminados por toda la región y tienen previsto abrir un segundo establecimiento enfocado a la moda vintage deportiva.

-¿Cómo surgió la idea de abrir la tienda en Santander? ¿Hubo un proceso previo de maduración?

-Desde hace años somos consumidores de moda vintage. El vintage te aporta un estilo diferente, asegura una calidad de la que carece la ropa actual de las grandes cadenas, que fabrican en países subdesarrollados (fast fashion), y además aportas tu grano de arena para reducir el impacto medioambiental de esta industria.  Lo tuvimos claro desde el principio, era totalmente necesario un negocio así en Cantabria.

-No es un concepto que le resulte familiar al comprador santanderino, y menos aún vuestro sistema de facturación. 

-Tienes razón en que es un concepto totalmente nuevo y diferente. No obstante, mucha gente de Cantabria que ha viajado o vivido fuera ya ha visitado tiendas vintage. Lo que más nos diferencia en Flamingos Santander es que vendemos la ropa al peso; tenemos varios precios por kilo en función del tipo de prenda o marca. La gente elige la prenda que le gusta y se pesa. Por ejemplo, un pantalón Levi´s de toda la vida es a 39€ el kilo, por lo que una unidad sale aproximadamente entre 20 y 30 €; una blusa o falda es a 48€ el kilo, por lo que la unidad puede oscilar entre 6 y 12€; un polo o una camisa Lacoste, Burberry o Ralph Lauren cuesta aproximadamente 15€. También hay algunas piezas especiales que tienen un precio fijado, por ser artículos de coleccionismo, complementos o ropa customizada a mano por nosotros.

-¿Qué podemos encontrar en la tienda?

-Una gran variedad de género, que va desde los años 60 hasta los 2000, de la máxima calidad y en buen estado de conservación. Tenemos ropa para todos los gustos y estilos, desde ropa formal de las mejores marcas hasta las prendas más icónicas auténticamente americanas:  Vestidos, petos, chaquetas, jerséis, botas de cowboy, cazadoras 100% de cuero, ropa militar, camisas hawaianas, chalecos… ¡Lo que puedas imaginar y más!

-¿Cómo llega el género a la tienda? 

-Toda nuestra ropa proviene de Estados Unidos. Somos parte de una franquicia de tiendas que lleva funcionando más de diez años. Ellos nos seleccionan las mejores piezas una a una y las envían a la central de España donde se realiza el reparto entre las diferentes tiendas del país. 

-¿Cuál es el perfil de vuestro cliente?

-Tenemos clientes muy tradicionales y de edades avanzadas con un gran sentido del estilo y la calidad, y también tenemos un público más joven que apuesta por una compra sostenible. Algo en lo que coinciden todos es en que la ropa de antes se hacía con más calidad que la de ahora, y también en la personalidad que te da el vestir una prenda única, que nadie más tiene y que no se consigue con facilidad.

-Santander tiene fama de tradicional e incluso de clasista. ¿Os ha costado abriros un hueco? ¿Existe algún tipo de prejuicio sobre vuestros productos?

-Este es un estigma que debemos retirar de nuestra ciudad. La acogida en Santander ha sido espectacular, ya que es una ciudad muy cosmopolita con mucho gusto y sensibilidad para la moda. La gente que entra en nuestra tienda comprende que reciclar y reutilizar es el futuro. Somos una opción más para vestir y está absolutamente normalizada. 

-¿Cómo veis el futuro del comercio en Santander?

 -El comercio en Santander es lo que le da vida a las calles. Es posible que las grandes cadenas vayan perdiendo su lugar en el centro de la ciudad teniendo que desplazarse hacia los centros comerciales, pero las pequeñas tiendas que ofrecemos experiencias diferentes siempre estaremos al pie del cañón, amparados por nuestros vecinos,  que aman tener este tipo de comercios en la puerta de casa.

-Dado que hay muchas páginas de venta de ropa reciclada o de segunda vida, ¿Internet es un duro competidor para vosotros? 

 -Hay cosas que puedes comprar por Internet. Por ejemplo, si necesitas un cable para la impresora, sabes que nada puede fallar, pero a la hora de comprar un pantalón, una camisa, unas botas o un vestido siempre va a ser mejor ir al comercio, poder probarlo y decidir con las prendas en la mano. Además, cada semana recibimos cientos de prendas nuevas, por lo que para nosotros Internet es un gran aliado que nos permite informar a todas las personas que nos siguen del nuevo material. También hay mucha gente que nos hace pedidos online a través de las redes sociales, ya sea para recoger en tienda o para que se lo enviemos a cualquier punto de la península.

-¿Por qué creéis que en ciudades pequeñas como Santander no abundan este tipo de propuestas habituales en grandes urbes? ¿Hay reticencias hacia lo novedoso o alternativo?

-Realmente, en casi todas las ciudades del país contamos con alguna tienda de ropa vintage. Sólo de Flamingos Vintage Kilo hay más de 20 tiendas. Entre ellas, la casa Gralla de Barcelona, un espacio/museo dedicado a prendas de época donde la gente puede disfrutar de la confección de siglos anteriores, que es un espectáculo. La era del vintage ha llegado para quedarse y cada vez está más a la orden del día; lo podemos ver en televisión, en la prensa… 

-¿El resultado de los casi cinco años que lleváis es el que esperabais?

– Lo teníamos todo súper pensado y contábamos con una buena acogida, pero sinceramente nos sorprendió la buena recepción tanto de Santander como de toda la comunidad. Las personas que nos visitan cada día son los que nos instan a traer más ropa a la tierruca cada semana. De hecho, este mismo año abriremos nuestra segunda tienda a petición de la gente. Una tienda más conceptual enfocada a la moda vintage deportiva, que también tiene mucha demanda.

-A poco de empezar surgió la pandemia. ¿Cómo recordáis aquella época tan oscura y dura para todos, especialmente para el comercio físico?

-Es evidente que tuvimos que cerrar la tienda, pero fue un punto de inflexión para digitalizarnos un poco más y estar al alcance de todas las personas en el momento más crucial. Supuso un trabajo que a la vuelta vimos recompensado por toda la gente que nos había conocido a raíz de la pandemia. Fue una época difícil pero al fin y al cabo son nuestros comienzos y de eso siempre hay que estar orgullosos. 

Eduardo Illarregui Gárate

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