Rosa Fernández: ‘El sobao es mucho más que un dulce’

La Empresaria 2024 cree que la competencia de los sobaos industriales no pone en peligro a los artesanales

Rosa Fernández comenzó su andadura en el obrador familiar Casa El Macho con apenas 21 años. Para entonces, ya conocía muy bien el negocio de la fabricación artesanal y la venta de sobaos y quesadas. Ahora es copropietaria y acaba de recibir el Premio Empresaria 2024 por su trayectoria al frente de esta compañía de Selaya, una de las más conocidas del sector. Su objetivo es potenciar aún más su tienda online, que en los últimos años no ha dejado de crecer.


La tercera generación de Casa El Macho ha protagonizado un salto significativo en la evolución del obrador familiar y ahora tiene otro hito más del que sentirse orgulloso. Su copropietaria, Rosa Fernández, acaba de recibir el Premio Empresaria 2024, concedido por la Asociación de Mujeres Empresarias de Cantabria (ADMEC). 

El galardón ha reconocido su labor en la consolidación del obrador dentro del panorama agroalimentario regional y su filosofía aperturista, que le ha llevado a vender en todo el territorio español, un escenario inimaginable hace 70 años, cuando se fundó.

Una remesa de quesadas, antes del empaquetado.

Rosa se muestra entusiasmada con el reconocimiento:“No me lo podía creer. Ha sido una sorpresa para mí y un orgullo muy grande. Un premio que dedico a la memoria de mis ancestros, porque he convivido con ellos y he conocido muy bien su trabajo”. 

En la Gala en la que las Mujeres Empresarias le entregaron el premio, disfrutó del calor y la compañía de sus familiares –algunos también compañeros de trabajo–, y de los 17 empleados, de los cuales 14 son mujeres. “Si estamos aquí, también es gracias a ellas”, constata.

Fernández cree que la situación actual del obrador solo puede entenderse por el esfuerzo y sacrificio de sus abuelos Gumersindo García y Matilde Sainz, y el de sus padres y tíos. “Ellos crearon los cimientos del obrador”. Entre esos cimientos apunta una filosofía muy clara: “siempre hemos sabido trabajar de manera conjunta y usar una materia prima de primera calidad”.

Atribuye a sus abuelos una gran visión empresarial. Cuando el negocio era solo un bar-tienda en Selaya, el establecimiento era un punto de encuentro para los niños que estudiaban internos en el colegio de los Escolapios de Villacarriedo y sus padres, que los visitaban los fines de semana. Juntos pasaban la tarde y merendaban en el bar. “Venían niños de todas partes de España. El colegio tenía mucha fama, y como no había una red de transportes como la de ahora, no tenían otra alternativa que quedarse internos”, recuerda.

Más adelante, decidieron montar un salón-comedor donde también se celebraban bodas. En él las quesadas eran el postre inevitable, en una época en que las tartas no habían adquirido el protagonismo que ahora tienen en los eventos sociales.

Una vida entera

Rosa ha dedicado toda su vida profesional a los sobaos y quesadas. Aunque comenzó a trabajar formalmente en la empresa a los 21 años, “desde pequeña he estado metida entre hornos. Antes, todo el proceso de elaboración se hacía a mano. Incluso la confección de los gorros de papel del sobao, los hacíamos entre todos”.

Su trayectoria no ha estado marcada por los ascensos laborales, como ocurre en otras empresas, ya que la estructura del obrador es completamente horizontal. Eso le ha permitido conocer en profundidad todos los puestos, desde la atención al cliente en el mostrador hasta el empaquetado de la producción.

‘Con la subida de las materias primas, el sobao se ha puesto a un precio considerable’

No obstante, advierte que entregarse al negocio familiar nunca fue para ella una obligación sino una elección. “Siempre me ha encantado mi trabajo”, asegura, y agradece el compromiso que muestra su familia. “Mi hija Arancha y yo nos ocupamos de la contabilidad de la empresa y cuando el repartidor no está, es Francisco, mi marido, quien se encarga”.

Una empleada supervisa que la masa del sobao se deposita de manera equitativa en cada molde.

Pablo, otro de sus hijos, también ha tenido un papel importante en la adaptación de Casa El Macho a los nuevos tiempos. Él fue quien impulsó la tienda online durante la pandemia y, gracias a esa decisión estratégica, los sobaos y quesadas de El Macho llegan a cualquier punto del país en menos de 48 horas. “Las ventas a través de Internet van estupendamente. Es un canal que cada día crece más, y ya podemos decir que supone una parte importante de los ingresos”, confiesa Rosa.

Sus sobaos y quesadas también se pueden encontrar en grandes cadenas comerciales como Carrefour y El Corte Inglés, en los más de cien supermercados que Lupa tiene repartidos por la comunidad y en los establecimientos de Mercadona. 

Entre sus clientes, también hay tiendas delicatessen de toda España y pequeños comercios.

Fernández está convencida de que la compañía está más que consolidada, pese a que nunca antes hubo tantos obradores. “Antes éramos contadas las personas que elaborábamos sobaos. Ahora existen muchas marcas, y también se hacen en cualquier obrador, panadería o pastelería”.

Los dulces saliendo del horno.

Tampoco teme que los sobaos baratos de las marcas blancas lleguen a poner en peligro el futuro de los obradores artesanos. Incluso se muestra empática con quienes no pueden permitirse adquirir los suyos: “Con la subida de las materias primas, el sobao se ha puesto a un precio considerable y la clientela ha de pensar cada vez más a qué destina su dinero. Qué más quisieran todos que comprar los sobaos más ricos y naturales, pero las familias tienen que amoldarse a su situación”, acepta comprensiva.

Incluso con esta competencia de los fabricantes industriales, El Macho fabrica 20.000 unidades al día y más del doble en verano.

Rosa atribuye al sobao unas características muy especiales: “Es mucho más que un dulce. Está presente en momentos de celebración y de compartir. Por eso, cada vez que la gente viaja lleva unos sobaos para regalar a familiares y amigos”.

Si la receta de los sobaos hace mucho que dejó de ser un secreto de las familias pasiegas que los elaboraban, la receta del éxito radica, en su opinión, en el trabajo incansable de la familia a lo largo de las décadas y en el boca a boca de los clientes. “Casa El Macho ha contribuido a poner en el mapa a Selaya, los Valles Pasiegos y Cantabria, pero los verdaderos embajadores son los cientes que llevan nuestros sobaos por el mundo. Son ellos los que nos hacen llegar a tantísimos hogares”, agradece.

David Pérez

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