Talento (José Villaverde Castro)

De las diversas acepciones que el diccionario de la RAE ofrece del vocablo talento, las tres primeras son las que mejor encajan con lo que comúnmente entendemos como tal. La primera de ellas lo equipara con la inteligencia, esto es, con la capacidad de entender; la segunda lo hace con la aptitud, o capacidad para el desempeño de algo; y, la tercera se refiere a la persona inteligente o apta para una determinada ocupación. 

La cuantificación y distribución territorial del talento lleva algún tiempo siendo objeto de atención, a escala internacional, por el INSEAD y, en España y desde una óptica regional, por la Fundación COTEC y el IVIE. La reciente publicación del tercer informe sobre el particular ofrece algunos datos importantes que merecen ser conocidos por cuantos más mejor. 

La relevancia del talento como factor clave para el crecimiento de las naciones no sólo es indiscutible sino que, además, ha ido en aumento con el progreso tecnológico, especialmente el que se produce en materia de TICs. En consecuencia, y tal y como se indica en el informe, ‘la capacidad de atraer y retener talento afecta de forma directa a la distribución de la población sobre el territorio’ y al desempeño de la misma desde una perspectiva económica. 

Siguiendo la metodología aplicada por el INSEAD, pero adaptándola al caso español, el informe COTEC-IVIE construye un índice de talento para nuestro país y cada una de sus comunidades autónomas que se basa en seis pilares: facilitar, atraer, crecer, retener, capacidades técnicas y conocimiento; además, compara todos ellos con Alemania para que, así, tengamos una idea más clara de cómo estamos en comparación con un país que, en muchos sentidos, podemos tomar como modelo a seguir. Dicho esto, hay que empezar por subrayar que, de acuerdo con los dos índices considerados, nuestro país está muy por debajo de Alemania, tanto en lo que se refiere al índice global como en lo que atañe a cada uno de los pilares que lo conforman. La Figura 1 muestra esta circunstancia en relación con el índice del INSEAD, pero el panorama mostrado por el de COTEC-IVIE es muy similar.

Un aspecto que resulta particularmente curioso a la par que preocupante en este sentido es que, pese a que España es un país que en los últimos años ha aumentado su población gracias a los inmigrantes, exportamos casi cuatro veces más talento del que importamos (Figura 2), con lo que nuestra situación relativa al respecto lo único que hace es empeorar. 

Al descender al ámbito regional, el panorama del talento en nuestro país muestra diferencias muy acusadas, que, amén de mantenerse sin cambios sustanciales en los últimos años, justifican, al menos en parte, las que se manifiestan tradicionalmente en materia de productividad y renta per cápita. La Figura 3 es, respecto a este particular, muy ilustrativa: sobre una media nacional de 49,1 (la referencia es Alemania con un valor de 100), hay tres comunidades (Madrid, Navarra y País Vasco) que sobrepasan el nivel de 60 y una (Cataluña) que lo está rozando, al tiempo que otras cuatro (Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha y Murcia) no alcanzan el 35; el resto de comunidades anotan valores que no muestran grandes desviaciones por encima o por debajo de la media nacional.

¿Y cuál es, en este mapa del talento, la posición de Cantabria? Pues, por desgracia, y como se repite en tantos otros ámbitos, y en particular en los ya mencionados de la productividad y la renta per cápita, una no muy boyante. Como, según sostiene el dicho popular, una imagen vale más que mil palabras, merece la pena mirar con detenimiento la que se ofrece en la Figura 4. Como puede apreciarse, el índice global de Cantabria está un poco por debajo del de España y, en consecuencia, bastante por debajo del de Alemania; en cuanto a los respectivos pilares, se registran resultados muy sorprendentes, tanto en lo positivo como en lo negativo. Por el lado positivo, sorprende, en efecto, que Cantabria tenga una capacidad para hacer crecer el talento superior a la media española e incluso a la alemana, y que también esta sea superior a la media nacional, y muy similar a la alemana, en lo que atañe a retenerlo; en el primer caso somos líderes en educación formal y, en el segundo, en temas como protección ambiental o tiempo invertido en ir al trabajo. Por el lado negativo, lo más llamativo es la enorme diferencia que nos separa de España y, sobre todo, de Alemania, en las capacidades técnicas (cualificaciones de nivel medio y empleabilidad) y al conocimiento (cualificaciones de nivel superior e impacto del talento). 

El posicionamiento de Cantabria en el índice global y en los índices parciales nos lleva a hacernos algunas preguntas que no tienen fácil contestación. Una de ellas, que siempre me ha llamado la atención, es la de cómo es posible que saliendo tan bien parados en todos los aspectos formativos, lo hagamos tan mal en los relativos a capacidad técnicas y conocimiento. ¿No existe, o debería existir, una relación muy estrecha entre unos y otros? ¿En qué fallamos? ¿Quizás el tipo de formación que impartimos no propicia el desarrollo del talento? ¿Por qué una parte importante de la población cántabra que emigra, casi el 60%, está altamente cualificada? ¿Por qué, aunque puntuemos bien en el pilar de retención del talento, tiene que emigrar un buen número de nuestros jóvenes mejor preparados? Por desgracia, no tengo respuesta para ninguna de estas preguntas, salvo la de que nuestro tejido productivo y nuestro tejido social no es el más adecuado para explotar al máximo nuestras capacidades. Y esto, que seguro que tiene muchas motivaciones, me parece que tiene mucho que ver con el hecho, como se nos recordó no hace mucho en un foro económico, de que aquí contamos con muchos negociantes pero con pocos que sean verdaderos empresarios y emprendedores. Cierto que es un mal general del país pero cierto también, o al menos esa es mi impresión, que aquí está algo más acusado.

José Villaverde Castro
Catedrático de Fundamentos del
Análisis Económico.
Universidad de Cantabria

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