Cantabria se lanza a la carrera del hidrógeno como combustible
MarCA invita a las empresas a sumarse a su proyecto
El clúster de la industria naval cántabra (Marca) está impulsando un proyecto piloto para que Cantabria se convierta en un referente en el uso del hidrógeno como combustible. La iniciativa sigue la exigencia comunitaria de descarbonización de la industria pero tendría otras ventajas para la región, desde evitar su dependencia energética e impulsar la I+D a la posibilidad de ser pionera en el enorme ámbito de negocio que se espera alrededor del hidrógeno.
Hay ingredientes culinarios de toda la vida que un día se ponen moda y a partir de ese momento aparecen en todos los platos. Con la utilización del hidrógeno como combustible ocurre algo parecido. No es nuevo pero, de la noche a la mañana, parece que vaya a ser la fuente energética por excelencia. La veda la abrió la Unión Europea en 2018, al darle un papel protagonista en la descarbonización de la economía que pretende que sea completa para 2050. Ahora le dedica grandes recursos de los fondos de recuperación, de forma que se aventura un número de proyectos inimaginable, entre ellos, el denominado Green Hidrogeno Cantabria.
Eva Novoa, directora general de la Fundación Soermar, que ha elaborado el proyecto, anuncia que para 2030 –prácticamente pasado mañana– en España ya habrá 227.000 empleos vinculados a la producción de energía limpia a través del hidrógeno, que habrá creado un volumen de negocio en el país de 1.300 millones de euros.
A petición del clúster MarCa, que preside Juan Luis Sánchez, director de Astilleros de Santander, Soermar ha elaborado un proyecto piloto para aprovechar las capacidades tecnológicas de Cantabria y dar a la región una posición muy relevante en la línea de salida de esta carrera. Los astilleros ya están trabajando para poder cumplir las nuevas normas sobre las emisiones de gases de efecto invernadero que han de cumplir los barcos y Sánchez asegura que el hidrógeno abre grandes oportunidades, no solo para su sector.
Después de haber hecho un estudio sobre las condiciones de Cantabria, Novoa está convencida de que puede ser una de las comunidades que mejor aproveche la generación y el consumo de hidrógeno como combustible por sus características industriales y por las infraestructuras que ya posee, especialmente la red de gas natural, que también permite canalizar el hidrógeno, lo que reducirá mucho los costes logísticos y facilitará su uso en el ámbito doméstico.
El problema de la electrolisis
A pesar de que es uno de los elementos más abundantes en la naturaleza (está en el agua y está en el aire), generar hidrógeno no es sencillo ni barato. Tanto que mucho del que ahora se utiliza en procesos industriales, se obtiene del petróleo, lo que obviamente no puede ser el objetivo que buscan los países que se pusieron de acuerdo en conseguir la neutralidad climática para 2050. Ese es el hidrógeno gris, caro y contaminante (por el procedimiento de obtención). Lo que se pretende conseguir es el hidrógeno verde pero, dado que el procedimiento para obtenerlo –la electrolisis del agua, que la descompone en hidrógeno y oxígeno– exige un gran consumo de energía, la única solución pasa por el uso de renovables.
Si no se contamina en la obtención del hidrógeno y no se contamina al usarlo como combustible en un vehículo, una industria o una casa, ya que el único residuo es agua, debería ser la fórmula definitiva para llegar a un modelo energético sostenible, pero para eso deben darse varias circunstancias.
El problema es que se han abierto muchas vías distintas para llegar al mismo fin. Todas ellas requieren costosas inversiones y, durante algún tiempo, van a tener que competir hasta demostrar cuál es la más eficiente.
El hidrógeno obtenido por electrolisis requiere, para ser competitivo, que el precio del kw/hora utilizado no pase de los 2,5-3 céntimos, lo que depararían un coste de 2,5 euros por kilo (hoy está entre 3,5 y 5 euros por kilogramo). Eso puede lograrse utilizando para la electrolisis los excedentes nocturnos de energía producidos por los aerogeneradores, que en ese momento no encuentran otra demanda, pero la realidad es que, hoy por hoy, la electrolisis es muy cara y el hidrógeno obtenido por este procedimiento es apenas un 5% del total.
Eva Novoa augura que los costes del hidrógeno verde se reducirán en un 70% en los próximos 10 años o incluso más si los precios de la electricidad procedente de fuentes renovables siguen disminuyendo al ritmo actual.
Cantabria está en condiciones de aprovechar esta evolución mejor que en otras comunidades si impulsa una red de recarga. Novoa parte de la base de que para que el hidrógeno se asiente también “se requiere una transmisión y una distribución rentables”. A largo plazo, el sistema más barato es el de los gasoductos, mientras que a corto y medio plazo habría que atender la demanda con camiones, que surtirían a las estaciones de servicio, industrias, trenes, etc a través de unos tanques cilíndricos de almacenamiento donde el gas va a una presión de 350 o 700 kilogramos por centímetro cuadrado (dependiendo del tipo de tanque).
El proceso, que explica el director técnico de Soermar, Alfonso Carneros, parte de la disociación del hidrógeno y el oxígeno presentes en el agua (la materia prima) en un electrolizador. Una vez comprimido el gas se almacena a la espera de su traslado a las hidrogeneras, la alternativa a las actuales gasolineras que serán las que suministren a los vehículos, o alimentarán los tanques de almacenamiento de los que se servirán las industrias o los edificios que dispongan de pilas de combustible para aprovechar este gas energéticamente. Los responsables de Soermar suponen que en este primer estadio serán, sobre todo, edificios públicos, hoteles, puertos, etc.
El proyecto que han elaborado para Cantabria incluye una pequeña planta de generación de hidrógeno verde, hidrogeneras para el repostaje de vehículos públicos y privados adaptados a este combustible y otras estructuras para su uso industrial o residencial. Con ello se permitiría impulsar la venta de vehículos que pueden consumir este combustible y empezar a crear una cadena de valor con las empresas que participen en esta iniciativa, a la que pueden sumarse todas aquellas que lo deseen.
Rendimiento
El rendimiento de los vehículos que utilizan hidrógeno es notable. Un autobús urbano convencional, que pueda almacenar 38,5 kilos de hidrógeno, tendrá una autonomía de entre 547 y 622 kilómetros, teniendo en cuenta que el consumo es de entre 5,73 y 6,52 kilos por cada cien kilómetros. Un coche puede recorrer más de cien kilómetros con un solo kilo de hidrógeno.
El tiempo de recarga para un coche se estima entre 3 y 5 minutos, semejante al que se emplea para la gasolina. De la hidrogenera pasa a unos depósitos interiores semejantes a pequeñas botellas de oxígeno, colocados sobre una batería de alto voltaje que, por lo general, van situado en la parte trasera del vehículo. Bajo las plazas delanteras, estaría ubicada la pila de combustión, donde el hidrógeno y el aire se transforman en electricidad y agua y en el lugar donde habitualmente se encuentra el motor de combustión estará el motor eléctrico, que es el que realmente mueve el coche. No hay ningún tipo de emisiones, salvo unos restos de agua.
Soermar asegura que en el mundo ya se ha pasado de la fase de planificación a la de inversión y en este momento hay proyectos relacionados con el hidrógeno por valor de 300.000 millones de dólares y 30 países han trazado ya sus hojas de ruta de hidrógeno. En el caso concreto de España, calculan que en esta década se le dedicarán unos 3.560 millones de euros, y en 2030 habrá 140.000 coches eléctricos con pila de combustible, lo que evitará la emisión de 15,1 millones de toneladas de C2.
Financiación comunitaria
Soermar calcula que el proyecto piloto propuesto para Cantabria podría estar en marcha en tres años, con un coste de 6,2 millones de euros.
Las empresas que participen en el consorcio (las que forman parte del clúster y cualquier otra que desee sumarse a la iniciativa) tendrían que sufragarlo, pero dan por seguro que, al menos un 60% se cubrirá con subvenciones comunitarias, dado el interés que ha puesto la UE en desarrollar esta tecnología y el apoyo del Gobierno de Cantabria. Los socios podría conseguir luego otros retornos particulares, ya que cada uno de ellos será propietario de la tecnología que desarrolle.