El agua del Cantábrico se ‘mediterraniza’

La temperatura media del mar en las playas ha subido un grado y medio en 16 años y supera la de algunas de la Costa del Sol

Es muy probable que, si se hace una encuesta, la inmensa mayoría de los españoles respondan convencidos que el agua del Cantábrico está más fría que la de las playas de Huelva o de Cádiz. Algunos, incluso, asegurarán que mucho más, pero la realidad ya no se corresponde con esos patrones históricos. El Cantábrico se calienta más deprisa que el Océano Atlántico y las temperaturas medidas el pasado verano por los satélites del sistema europeo Copérnico indican que el agua de sus playas ya está grado y medio por encima del que ofrecen las de la vertiente atlántica andaluza, aunque estén mucho más al sur.


Las pocas horas de sol de este verano en Cantabria quizá sean usadas como argumento por quienes niegan el cambio climático, pero es algo más que el clima lo que está cambiando. El agua del Cantábrico nunca estuvo tan caliente, y lo que puede constatarse en las playas está restando validez a muchas creencias.

El pasado verano, la temperatura media del agua en las playas guipuzcoanas estuvo por encima de los 22º, una temperatura mediterránea. El calor parece concentrarse especialmente en ese fondo de saco del Cantábrico que tiene como eje la frontera francoespañola, y va disminuyendo a medida que nos desplazamos por la costa septentrional hacia el Oeste, pero de forma muy tenue. En Cantabria, la media estuvo bastante cerca, 21,6º, pero en la costa atlántica gallega  se quedó en los 20º que, no obstante, para un bañista santanderino representarían algo así como un viaje atrás en el tiempo, porque esa era la temperatura media habitual en el agua de las playas de Cantabria hace década y media.

El agua en el sur no siempre está caliente

Lo que probablemente desconcierte más a los bañistas es comprobar que, si viajan mil kilómetros al sur, notarán la misma sensación. En las costas de Huelva o en las playas de Algeciras también se va a encontrar esos 20º de media, porque el agua del océano no se está calentando a la misma velocidad que la de los mares más pequeños, como el Cantábrico o el Mediterráneo. De acuerdo con las mediciones, en quince años, las temperaturas en las playas atlánticas han subido un grado y en las cantábricas 1,5, y la tendencia va a continuar, de forma que la diferencia entre unas y otras va a ser mayor a medida que transcurra el tiempo.

En el Mediterráneo el salto que se ha producido en las temperaturas del agua es todavía mayor, hasta el punto que en las playas murcianas (las aguas más cálidas del país junto a las valencianas, con más de 27º de promedio en verano) han escalado nada menos que 3,3º en estos quince años.

La mayor o menor proximidad al océano da lugar a que las diferencias sean muy notorias incluso en zonas que se ofrecen al veraneante como un entorno turístico único, como la Costa del Sol. Mientras que a un extremo, en la provincia de Cádiz, el agua está a esos 20º citados de media en verano, en algunas playas de Granada sube a 24º.

En la frontera de Girona con Francia se alcanzan ya los 22,6º, cuando en 2007 la temperatura era la que ahora tienen las playas gallegas de la vertiente norte. Solo cien kilómetros más al sur, en Santa Cristina d’Aro la media el año pasado ya fue de 26º.

El agua en Marbella solo está una décima de grado por encima de la de Santander

Hablar de promedios solo ofrece una idea de cómo se va a encontrar el agua quien se anime a probarla, porque la realidad es muy cambiante. En Noja, la temperatura más alta medida en el agua fue de 24,49º el 23 de agosto del año pasado, pero la mínima constatada en verano fue de 14,19º el 1 de junio de 2013 (para los sistemas meteorológicos el verano incluye los meses de junio, julio y agosto). En el Cantábrico no baja nunca de esos 14º en verano que, no obstante, no invitan en absoluto al baño. Pero en eso tampoco hay tanta diferencia con el Mediterráneo, que tiene sus mínimas estivales en el entorno de los 15º, aunque no son habituales, ni mucho menos.

El agua de Noja rozó los 25º el verano pasado

Cada vez que se teoriza sobre la progresiva conversión de Santander en la Marbella del Norte se echa mano del cambio climático y algunos datos lo confirman. En las playas marbellíes, la temperatura del agua alcanzaba hace ahora un año los 25,7º, pero lo habitual es que su media estival sea de 21,6º, una décima menos que en las playas de Isla o de Santoña y solo una décima más que en las de Santander. Por tanto, quien quiera disfrutar de la playa no va a encontrar mucha diferencia entre una y otra. Desde luego, nada que ver con los menos de 18º de promedio veraniego en las aguas de la Costa da Morte gallega pero también de los 28º que tuvieron de media algunas playas valencianas o las del Mar Menor.

La gran variedad de playas de Cantabria, con circunstancias distintas da lugar a que, incluso en el mismo lugar, el Puntal, las dos orientaciones (norte y sur) tengan temperaturas distintas.

No obstante, es evidente que hay diferencias entre arenales muy próximos, incluso del mismo municipio, según su orientación y su conformación más o menos recogida. Dentro de las mismas playas pueden cambiar según las mareas y las horas de insolación; en la tarde suelen estar más caliente, sobre todo aquellas donde la carrera de la marea es muy larga, lo que hace que en esa lámina de agua sea más notorio el calor absorbido durante el día, algo que no ocurre allí donde el fondo toma rápidamente profundidad o donde actúan las corrientes.

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