El nuevo Centro de Iniciativas Empresariales, listo para funcionar

Tras 21 meses de obras y una inversión superior a tres millones, este singular edificio espera a sus ocupantes

Santander dispone de un Centro de Iniciativas Empresariales en el Mercado de México, una instalación municipal destinada a apoyar los nuevos proyectos empresariales, pero sus espacios hace tiempo que quedaron obsoletos. En 2018 fue licitado un nuevo edificio a la entrada de Santander por la S-20, financiado por fondos europeos, aunque la obra no comenzó hasta 2022 y concluye ahora. Un edificio singular situado en la calle La Tesilla que ha costado algo más de tres millones de euros y cuyo interior produce la sensación de un oasis para el trabajo.


El Centro de Iniciativas Empresariales del Ayuntamiento de Santander, ubicado en la calle La Tesilla, al borde de la S-20 ya es una realidad y solo espera a ser ocupado para entrar en funcionamiento.

Aunque las obras se licitaron en 2018, no comenzaron hasta agosto de 2022. Han tenido una duración de 21 meses y un coste superior a tres millones de euros, financiado por el programa de la Unión Europea Estrategias de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado.

El acceso al edificio se hace desde la planta baja. El interior contrasta con el exterior. En la imagen, la recepción y las escaleras centrales.

El Ayuntamiento pretende que sirva para promover el emprendimiento y empleo vinculado al mundo digital y las nuevas tecnologías.

Un edificio multidisciplinar

El edificio se ha construido sobre dos parcelas de titularidad municipal de unos 1.500 m2 que se encuentran en un lugar especialmente visible de la entrada a la ciudad por La Albericia. Pero ni siquiera este protagonismo permite hacerse una idea de su interior, que cuenta con espacios modernos, zonas abiertas para favorecer la interrelación, una gran luminosidad, paneles de insonorización, domótica… 

Al ganar la licitación, el estudio De la Fuente Arquitectos se enfrentaba al reto de diseñar un edificio que se adaptara simultáneamente al trabajo en equipo y al individual; que compaginara de manera adecuada descanso y actividad y que fuera capaz de dar cabida a todo tipo de empresas, facilitando la colaboración entre ellas.

“Debía servir de contenedor para actividades que cambian y, por lo tanto, adaptarse a las necesidades de cada momento”, explica Blanca de la Fuente, autora del proyecto. Así, se generaron espacios estanciales abiertos pero con la privacidad suficiente para poder trabajar, descansar o reunirse según los requerimientos del momento. 

“En este espacio cambiante resultaba fundamental que fuera ordenado”, explica la arquitecta. Se consiguió modulando todo el edificio en ejes de cuatro metros, lo que ha dado lugar a un sistema estructural claro y barato.

Quien se adentra en este edificio de hormigón, se sorprende de la luminosidad y el silencio de su interior y de los amplios espacios polivalentes.

El patio central del edificio, que no solo es uno de los grandes focos de luz del Centro Empresarial, sino también un lugar de esparcimiento.

Las tres plantas y sótano han deparado una superficie construida de casi 2.000 m2. En la planta baja están la recepción, los despachos de dirección y la sala de mantenimiento. El resto es prácticamente diáfano, con varias zonas para trabajar de manera autónoma o en grupo. 

La distribución gira en torno a un pequeño patio central acristalado y accesible al que llega una gran cantidad de luz natural desde la claraboya de la última planta. En el juego de volúmenes que se da en todo el edificio, ese patio permite crear un espacio semiexterior cuando se abren sus cristaleras en diagonal.

También llama la atención la gran zona para eventos y conferencias, compuesta por un gran graderío para 134 personas, con techos que casi alcanzan los ocho metros de altura. Está equipada con una gran pantalla de última tecnología compuesta por varios paneles que hacen que se pueda trasladar o incluso dividir para que los usuarios puedan exponer sus proyectos.

Completan esta planta una pequeña zona de descanso, con un office abierto y un espacio para instalar máquinas de vending.

Al acceder a la primera planta por una de las dos escaleras interiores se llega a una zona común con diferentes áreas abiertas para facilitar el coworking.

Esta planta de más de 400 m2 está dedicada a la tutorización de empresas emergentes, con siete despachos cerrados y dos abiertos, junto a unas salas de reunión y trabajo en grupo. 

En la planta hay espacios  diáfanos reservados a servicios comunes, que acogerán algunas máquinas de oficina propiedad del Ayuntamiento que ahora mismo están en el Centro de Emprendimiento del Mercado de México, como impresoras 3D o plastificadoras, para que los usuarios del centro puedan utilizarlas.

Algunos de los despachos de la primera planta, presididos por los paneles fonoabsorbentes

La segunda planta, de unos 360 m2, se convertirá en el área de formación. Para ello cuenta con dos salas, con capacidad para 15 y 17 personas equipadas con pizarras digitales, grandes mesas y espacios para albergar el equipamiento informático. Se trata de un espacio para empresas de base tecnológica destinado a promover un campus para desarrolladores en programación.

Además, hay cinco despachos y varias estancias que responden a las necesidades tecnológicas que le trasladó al Ayuntamiento la Asociación Cántabra de Empresas de Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (ASCENTIC).

“Al invertir en esta área de formación, estamos invirtiendo directamente en el futuro de nuestros jóvenes, trabajadores y emprendedores. Estamos preparando a las generaciones futuras para aprovechar las oportunidades de empleo en la ciudad”, ha señalado Chabela Gómez-Barreda.

El edificio también cuenta con 56 taquillas electrónicas a disposición de los usuarios del centro y una terraza en cubierta de casi 100 m2, pensada para usarse como otra zona de esparcimiento y descanso. 

El sótano tiene entrada desde la calle o a través de una tercera escalera en la planta baja. En él conviven las salas de las instalaciones de servicio con un aparcamiento de 11 plazas, todas ellas con cargador eléctrico.

Singularidades

El revestimiento interior de hormigón, con carpintería clara y tuberías a la vista confieren al edificio un aire industrial que contrasta sobremanera con el exterior, pero no es su única singularidad.

Se trata de un inmuebles de alta eficiencia energética, con un aislante térmico en las fachadas y climatización por aerotermia. Ya que las ventanas no se abren, el aire se renueva por este sistema, que además elimina olores, evita condensaciones y recupera el calor.

Aunque está diseñado para aprovechar toda la luz exterior, que entra a través de sus grandes ventanas, el patio central y sus claraboyas, el nuevo centro empresarial está domotizado, para que la iluminación artificial sea totalmente eficiente. Las luminarias se encienden solo cuando la gente entra en las estancias y el sistema permite crear diferentes escenarios para utilizar más o menos luz según los momentos del día y la insolación.

el aparejador del proyecto, Valentín de Freitas (Tafer); la arquitecta, Blanca de la Fuente, y el jefe de obra, Fernando Escallada (Senor).

Además, en la cubierta se han instalado placas fotovoltaicas, para aportar parte de la energía que consumirá el edificio.

El ruido ha recibido la misma atención. Los techos tienen absorbentes acústicos, que en algunas zonas de la primera planta se complementan con paneles fonoabsorbentes, que sirven como mamparas para la separación de espacios y cumplen una tercera labor, la estética, por sus vivos colores.

El suelo vinílico, que imita moqueta, también absorbe el ruido de las pisadas y admite agua. Puede limpiarse perfectamente y, puesto que es autoposante, es fácil de sustituir. 

Superando dificultades

No ha sido una obra sencilla. El concurso lo ganó la UTE compuesta por Senor y Conspur, pero en agosto de 2023, esta última planteó un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para despedir a todo el personal, y ha sido Senor la que se ha visto obligada a realizar un doble esfuerzo para finalizar la obra, que en ese momento estaba a la mitad.

“El proyecto fue un reto desde el primer día, primero porque se trataba de hacer un edificio para un uso con el que no estábamos familiarizados y que implicaba investigar el funcionamiento y profundizar en el modelo. Además, la parcela era muy compleja en la forma y con un difícil aprovechamiento”, resume Blanca De la Fuente.

Su emplazamiento tampoco era fácil: pegado a la S-20 de entrada a la ciudad, “que supone ruidos y limita un acceso peatonal, algo que requería darle una imagen potente o singular”. Precisamente esta cercanía a la autovía obligó a consolidar todo el perímetro con una gran pantalla de micropilotes antes de excavar.

No era el único problema que planteaba el entorno. La convivencia con edificios muy variados (gasolineras, supermercados, talleres y un tanatorio), llevaron a la arquitecta a “volcar el edificio a su interior, de forma que su entorno no supusiera una distracción en la actividad que se iba a desarrollar y que resultara acogedor para trabajar”. 

Una de las dos salas de formación que se dedicaran a impartir formación en nuevas tecnologías y promover el empleo en el sector TIC.

La propia estructura del edificio, con varias partes en vuelo, supuso un trabajo laborioso para todos los implicados en la obra, al igual que la colocación de los paneles prefabricados de hormigón, con pesos de entre seis y ocho toneladas cada uno, que van colgados de la fachada. 

Además, con la obra muy avanzada, las necesidades planteadas por el Ayuntamiento cambiaron y hubo que introducir variaciones sustanciales. Se trataba de dar cabida a una demanda del mercado laboral que planteaban las empresas TIC locales que no encuentran personal. Se decidió añadir espacios destinados a la formación en competencias digitales para desempleados y trabajadores y la arquitecta tuvo realizó una redistribución de la segunda planta, para incluir salas de formación y despachos vinculados a este uso. 

El hecho de que el proyecto fuese de 2018 y las obras no comenzasen hasta cuatro años después requirió otras actualizaciones tanto en materiales como en conceptos. “La ejecución de la obra ha resultado fundamental y aquí es donde el trabajo en equipo y la implicación de todos se ha notado en el resultado final”, subraya De la Fuente, que asegura que, para ella, “ha sido un proyecto único, de los que solo ocurren una vez en la vida, en el que se junta una iniciativa ilusionante con una constructora que aporta muchísimo y que mima la obra cuidando cada detalle”. 

Solo queda que comience a funcionar y que ese mismo espíritu de ilusión con el que se ha diseñado y construido se traslade a los emprendedores y personas en formación que van a utilizarlo.

María Quintana 

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