El nuevo muelle de ferries ya está en servicio
Una semana después de presentar el ‘Santoña’, el último barco de Brittany Ferries, el Puerto de Santander ha puesto en servicio el nuevo muelle de ferries de Maliaño, al que se traslada la línea con Gran Bretaña cuyos barcos han sido durante cuatro décadas una estampa cotidiana del centro de Santander.
El muelle se ha construido sobre los anteriores de Maliaño 1 a 7, que aunque se conocen con este nombre están ubicados en el corazón de Santander, a la altura de la Biblioteca Central. Unos muelles que se levantaron entre 1928 y 1938 y protagonizaron un incidente revelador sobre su estado en 2017, cuando una parte se hundió bajo el peso un camión góndola que portaba una máquina de obras públicas.
Ahora se pone en servicio el espacio que se correspondía con los tramos 1 a 4 y el añadido de una estación de suministro de GNL, imprescindible para repostar los buques que Brittany Ferries empieza a incorporar con este combustible más ecológico y para cualquier otro que barco que entre en Santander y utilice este combustible.
Los trabajos han durado 18 meses, en los que se ha construido un frente de metros de longitud y 16 de anchura y con un calado de 9 metros.
Las obras le han costado al Puerto 28,4 millones de euros, de los que el muelle ha requerido 18,65 millones; la nueva rampa ro-ro, 4,9; y la terminal ro-pax, 4,82.
El presidente de la Autoridad Portuaria de Santander, Francisco Martín, ha destacado “el monumental esfuerzo económico y humano que han realizado su equipo, las empresas constructoras y los operadores portuarios para concluir esta obra a tiempo”, y la inversión de 170 millones de euros que “en tan solo dos años” está realizando el puerto para su modernización, la optimización de su espacio y la protección medioambiental de la bahía.
Martín se ha puesto como meta superar de inmediato la barrera de los 7 millones de toneladas y llegar en dos o tres años hasta 9 millones de toneladas.
El nuevo muelle de Maliaño incluye una terminal de suministro de gas natural licuado para el uso como combustible marino (búnker de GNL) que Repsol prevé concluir en las próximas semanas. Cuenta con una capacidad de almacenamiento de 1.000 metros cúbicos y su cliente más asiduo será el ‘Santoña’, uno de los pocos barcos de gas que ya surcan los mares, aunque hay muchos más en construcción.
La capacidad estructural del nuevo muelle de ferries poco tiene que ver con los precedentes, que colapsaron parcialmente en 2017. El actual va soportado sobre unos profundos pilotes hincados diez metros en el fondo de lodo y rocas, para asegurar su resistencia, sobre los que descansan una contudente losa de hormigón y aunque el tráfico de ferries (camiones y pasajeros) no implica grandes pesos, también deberá dar servicio a buques ro-ro cargo y ro-pax. Ocasionalmente también será utilizada por cruceros y en su extremo Sur, por pequeños buques inactivos.
Las obras han incluido una rampa flotante para mercancía rodada para la carga y descarga de mercancía rodada y una terminal para los pasajeros del ferry, que ya no pasarán por la Estación Marítima, reservada, como el Muelle de Bloques para el atraque de cruceros.
Aunque las previsiones para este año indican que harán escala entre 15 y 17 cruceros, el puerto de Santander aspira a que en pocos años el número supere la treintena por ejercicio. De esta forma, aunque el atraque de los ferries se desplace hasta la altura de la Zona Franca, la espectacular estampa de los grandes barcos de pasajeros no desaparecerá del centro de Santander, aunque será más ocasional que antes.