El resurgir de las barberías
La demanda de los servicios de peluquería para hombres ha llevado a muchos jóvenes a abrir su negocio
España es el país europeo de las peluquerías. Hay una por cada 900 habitantes, cuando el promedio es de una por cada 1.500. Unos negocios que siempre han estado más orientados a las mujeres, hasta que el interés de las nuevas generaciones de hombres por su cuidado personal ha dado lugar a un resurgimiento espectacular de las barberías, o barber shops, como suelen denominarse ahora. En Santander hay más de una veintena, con locales caracterizados por una decoración generalmente retro, donde las técnicas clásicas conviven con las más modernas y un ambiente muy particular, que suele incluir desde ver videoclips musicales a jugar a la Play Station.
Hace ya varios años que la barba ha vuelto en todo su esplendor, y con ella, un oficio que parecía en extinción, el de los barberos, aunque ha evolucionado mucho. Cortes de moda, lociones, mascarillas, música y hasta videojuegos, son parte del ambiente de las barber shops, que tanto han proliferado en las ciudades de medio mundo en los últimos años. Y Cantabria no es una excepción.
Al escribir ‘barber’ en el buscador, Google arroja más de una veintena de resultados en Santander, pero son muchas las localidades cántabras donde han resurgido estos establecimientos para hombres.
Aparición de las ‘barber shops’
Es muy difícil precisar cuándo comenzaron a generalizarse las llamadas barber shops. Peluqueros, estilistas y barberos sitúan el auge “de cinco años para acá”, aunque su resurrección viene de algo más atrás, en torno a una década.
En realidad, es una tendencia que llega del otro lado del Atlántico. “En España, el mundo de las barberías ha crecido mucho en los últimos años. En República Dominicana, existe una larga tradición de peluquería para hombres. Allí, es impensable que alguien salga a la calle si no tiene el pelo perfecto”, comenta el barbero Jonathan Rodríguez.
Nápoles Barber Shop
La continuación de un oficio centenario y familiar
Javier Taco está al frente de la barbería Nápoles. Su abuela, peluquera, prácticamente le obligó a estudiar esta profesión cuando era adolescente. Aunque se convirtió en el peluquero de sus amigos, el ecuatoriano decidió estudiar un grado superior de salud ambiental. Sin embargo, ante la necesidad de comenzar un negocio, decidió abrir su propia barbería.
En 2013, con solo 21 años, abrió Nápoles en la rampa de Sotileza, en el mismo local de la centenaria peluquería Félix, “una institución”, como la define Taco. Allí ya contaba con un empleado y Nápoles comenzó a hacerse famosa por ser una de las primeras barber shop de Santander, así como por sus cortes old school.
“Además de las lecciones que me dio el propio Félix, siempre he querido mantener el ambiente de la barbería de vieja escuela: un lugar donde los hombres van a comentar sobre política, deportes y lo que ocurre en la ciudad”, comenta este joven de 29 años.
Ante la buena marcha de su negocio, en 2018 se trasladó a su actual local de la calle Cádiz, donde pudo ampliar la plantilla con un trabajador más.
Siempre siguiendo la moda, los cortes french crop y los tintes blancos son parte de su sello.
Todo fenómeno cultural acaba teniendo su particular incidencia en el mercado y uno de los distintivos de la cultura hipster (calificativo que hace alusión a aquellas personas que están en contra de las convenciones sociales y rechazan los valores de la cultura comercial predominante) fue la resurrección de modas totalmente desfasadas, como las camisas retro o las barbas pobladas. Y es que no hay hipster que se precie que no mantenga una cuidada barba. Eso se ha traducido en Europa en la resurrección del casi extinto negocio de las barberías.
Las primeras aperturas ya comenzaron a rescatar el ambiente retro de estos locales: mandiles y sillones de cuero, decoración de épocas pasadas, rodillos giratorios en las fachadas para señalar su ubicación… También recuperaron las técnicas más tradicionales, entre las que destacan el arreglo de barba y corte de pelo con navaja, o los cortes de pelo de gran precisión al más puro estilo old school de los años 40 y 50.
Podía parecer otra moda pasajera más pero el tiempo va pasando y las barberías siguen gozando de muy buena salud en el sector de la peluquería. No bajan las aperturas de nuevos negocios; las marcas de productos lanzan cada vez más líneas masculinas y los cursos de formación en peluquería para hombres son cada vez más demandados por profesionales de toda la vida que quieren subirse a la nueva ola.
Barber Shop by Jonathan Rodz
Café, vino y barba para todos los clientes
Jonathan Rodríguez tiene 30 años y es de República Dominicana. Lleva siete años viviendo en Cantabria y, después de dedicarse a la hostelería durante años, decidió apostar por una de sus pasiones: el mundo de la peluquería masculina. Durante dos años, regentó junto a unos socios una barbería en Torrelavega, pero apostó por volar solo y el pasado octubre abrió su barber shop en la calle Guevara de Santander. A pesar de la difícil situación que origina la pandemia, está muy contento con la acogida y ya cuenta con clientela fija.
En el local, llama la atención una pequeña barra en la que Jonathan dispone de multitud de bebidas, con las que obsequia a sus clientes. “Quería asociar el mundo de la hostelería, que también me gusta, a mi negocio, así que invito a mis clientes a que tomen algo”, explica.
Además de los servicios de corte de pelo y barba y de limpiezas faciales, Rodríguez ofrece tintado de barba. “Las barbas están muy de moda. Al que no tiene, hay que ponerle”, afirma entre risas el barbero, y explica que esta opción dura entre 15 y 20 días, queda muy natural y está siendo una de las favoritas de sus clientes.
Tanto es así que va a introducir la micropigmentación capilar, tanto para la barba como para la cabeza. Una técnica derivada de la que se usa para hacer tatuajes, que da solución a los problemas de calvicie, densidad capilar y cicatrices simulando el nacimiento del pelo. “Se trata de una novedad en este mundillo, pero que está teniendo muy buena acogida”, asegura.
La barbería Nápoles, en colaboración con la academia Premier, imparte todos los lunes una master class para peluqueros que quieren aprender las técnicas de moda en lo que al cabello masculino se refiere.
Y es que esta tendencia retro ha ido evolucionando hasta dar paso a estilos más modernos y arriesgados, a medida que los hombres perdían complejos en el ámbito del cuidado personal y se convertían en los nuevos consumidores de belleza y moda.
Perfil del cliente
Hace unos años, el cliente de cualquier peluquería masculina acudía a cortarse el cabello solo cuando consideraba que no podía dejarlo más. El cliente de estos establecimientos, en cambio, va cada pocas semanas, cuando su cabello ha crecido uno o dos centímetros. Ha elegido un estilo capilar y debe mantenerlo.
¿Y qué buscan esos clientes? Conceptos como el grooming (el cuidado de barba con un afeitado perfecto) o el fade (un corte de pelo degradado), que han resurgido de la estética de los años 20 del siglo pasado para convertirse en tendencia de la cultura urbana actual. Los tupés conviven con los rapados radicales, las rayas marcadas a navaja y los diseños más originales, al más puro estilo de las estrellas del reguetón y del trap, entre los que destaca el hair tattoo (el corte de pelo con formas geométricas, tribales u otro tipo de dibujos). “Lo que más pide la clientela son degradados, rayas y pequeños hair tattoos y perfilados de barba”, confirma Diego Macho, de Macho’s Barber Shop.
Macho’s Barber Shop
Creó el trabajo de sus sueños en la pandemia
El santanderino Diego Macho está a punto de cumplir 23 años y ya tiene su propio negocio. Con 10 años ya afirmaba que de mayor iba a ser peluquero y, en cuanto su edad se lo permitió, empezó a trabajar de aprendiz mientras estudiaba para convertirse en estilista. Después, se especializó en el mundo de la barbería.
Aunque el 2020 no ha sido el mejor año laboral para muchas personas, Diego no dudó en abrir su propia barbería. Si bien el nombre –Macho’s– parece elegido por tratarse de un establecimiento para hombres, es el apellido del joven barbero. A pesar de llevar solo cuatro meses abierto, está muy contento con los resultados.
Además de los cortes y peinados, los arreglos de barba y los productos capilares, a Diego le gustaría entrar en el mundo de los tintes. Él mismo suele usarlos para cambiar de look a menudo. El principal obstáculo es no contar con ayuda. “Al estar uno solo es complicado hacerlo, porque teñir lleva un tiempo en el que podría estar atendiendo a más clientes”, explica. Pero su sueño acaba de empezar, y tiene cuerda para rato.
Cada vez son más los que se atreven a seguir los estilismos de sus artistas favoritos –entre los que destaca J Balvin por sus atrevidos cortes– y no dudan en teñirse en colores antes impensables, como el blanco platino, una de las últimas tendencias de moda, como pueden confirmar Javier Taco y Michael Vega, especialistas en este look.
La clientela de las barberías cubre una horquilla muy amplia. “Tengo clientes desde los dos años hasta los 80”, asegura Rodríguez. “Nuestro cliente más mayor tiene 98 años, pero atendemos a niños casi a diario”, asegura Vega. Aunque Taco y Macho coinciden en la diversidad de edades, reconocen que los más fieles se encuentran en un rango de edad de entre 15 y 30 años. Muchos de ellos acuden a cortarse el pelo todas las semanas, subrayan todos los entrevistados.
También son de los que más productos compran. Y es que, en la mayor parte de barberías dedican un espacio a la venta de productos capilares para hombres, desde lacas y ceras para el peinado; a peines, champús y toda una gama dedicada a la barba, que incluye navajas, brochas, cuencos, after shaves y aceites. No obstante, la estrella son los polvos de peinado (como la cera, pero en polvo) y los aceites de barba, que proporcionan brillo y olor”, concreta Macho.
Y si en las barberías de la antigua Grecia, los hombres se reunían, además de a cortarse el cabello, a filosofar y politizar, en las barber shops del siglo XXI también se mantiene ese ambiente de tertulia, aunque de fondo se escuchen los temas musicales del momento y se estén subiendo stories a Instagram. “Hablamos con los clientes y creamos vínculos. Muchos ya han pasado a ser amigos”, afirma Vega.
Los nuevos estilistas
La imagen del barbero ha evolucionado, y mucho. Los nuevos suelen ir ataviados con deportivas y delantales de cuero donde cuelgan sus navajas y maquinillas, al más puro estilo retro. Muchos lucen tatuajes y, por supuesto, los estilismos de cabello del momento. Y es que, el nuevo negocio de las barberías está regentado casi siempre por jóvenes emprendedores de entre 20 y 30 años.
Quizá por eso, no choca ver en sus locales trípodes y aros de luces, como si fueran parte de la decoración. Son los complementos perfectos para que puedan hacer fotos y vídeos como auténticos profesionales. Material que luego compartirán en las redes sociales de sus negocios –Instagram, sobre todo–, para llegar a un mayor público. Su trabajo es su mejor reclamo publicitario.
Elegante Stylo
Disponibilidad casi total y tratamientos faciales
Michael Vega (26 años) nació en Colombia, pero vive en Santander desde 2008. Con 16 años decidió que quería dedicarse al mundo de la peluquería y se formó para ello. Tras trabajar en varias peluquerías unisex, decidió que había llegado el momento de abrir su propio negocio y dedicarse a lo que más le gustaba: la barbería.
“A mi edad, mucha gente hubiera usado el dinero que había ahorrado para comprarse un coche o una moto, pero yo decidí apostar por mi propio negocio y no me arrepiento”, recalca Vega.
El estilista cuenta con dos empleados que tienen experiencia previas en otras barberías –incluso de EEUU–, y además de los servicios habituales de corte y peinado, realiza varios tratamientos faciales y depilaciones de cejas.
Durante el primer año y medio, su negocio, Elegante Stylo, atendía a su clientela los siete días de la semana. Ahora descansan los domingos. Todos los días (incluidos sábados y festivos) abren desde las 9:00 hasta las 22:30 horas, aunque su horario se ha visto reducido por el toque de queda. “Mucha gente trabaja hasta tarde y también los sábados, así que nosotros estamos disponibles los días y horas que ellos tienen libres”, explica el barbero.
A Rodríguez le encantan las redes y, en el corto espacio que su barber shop lleva abierta, ya ha conseguido 10.000 seguidores en su cuenta de Instagram, donde sube los cambios de look que hace con sus clientes.
Más de 11.000 seguidores tiene Nápoles, a los que Taco, aprovechando sus conocimientos de fotografía, muestra sus estilismos más originales y a sus clientes más conocidos, generalmente jugadores de fútbol.
Los barberos de Elegante Stylo también comparten con sus más de 3.000 seguidores sus creaciones capilares mediante fotos y vídeos y consiguen mucho feedback. Y, aunque Macho, de momento, tiene una cifra más modesta (cerca de los 1.000 followers), ha abierto una cuenta de TikTok –la red social de moda entre los más jóvenes– en la que sube vídeos de sus trabajos. Además ha realizado una colaboración con un conocido TikToker y, ante el éxito de esa primera incursión, va a seguir profundizando en esta red social.
Cuando una profesión tan antigua como la de barbero converge con las ganas, la ilusión y las influencias exóticas que absorbe la generación más globalista, los resultados son deslumbrantes. La vieja barbería del siglo XIX y gran parte del XX, de muebles oscuros, suelo en forma de damero y sillones elevables de metal ahora convive con los móviles, los cortes arriesgados, lo cool y las redes sociales. Una mezcla aparentemente explosiva que ha acabado por resultar natural.
María Quintana