La Bahía como espectáculo
Los nuevos edificios públicos de Santander apuestan por las terrazas visitables mientras muchas caen en desuso
Santander fue considerada la novia del mar en el cancionero popular pero tiene menos terrazas y restaurantes panorámicos para contemplarlo que otras ciudades costeras. Quizá por eso, todos los proyectos de inmuebles públicos en curso están coronados con una terraza de libre acceso y casi siempre con explotación hostelera. El edificio de Tabacalera, la Estación Marítima, el Museo Marítimo, la sede del Banco Santander, la del antiguo Mercantil, el propio Palacio de Festivales… Todos apuestan por la bahía como espectáculo.
En casi todas las ciudades costeras los chiringuitos se alinean frente a las playas para venderle al cliente las vistas como un ingrediente principal de menús y copas, mientras que apenas media docena de restaurantes de la capital santanderina ofrecen esta opción. Curiosamente, son las instituciones las que parecen dispuestas a cambiarlo.
Todos los proyectistas de los grandes edificios públicos y privados que se reforman en Santander, tengan el destino que tengan, parecen haberse puesto de acuerdo en incluir terrazas panorámicas. La primera y más justificada, fue la del Centro Botín, que diariamente atrae a cientos de personas dispuestas a hacerse un selfie con la bahía o con el Paseo de Pereda como fondo.
El Gobierno regional también ha querido subirse al carro y, en la puesta al día del Palacio de Festivales, ha incluido la apertura de su terraza. No solo ha abierto el acceso a la terraza intermedia ‘Carmen Amaya’, desde abril hasta septiembre, para que quien quiera disfrutar de sus magníficas vistas a la bahía pueda hacerlo, sino que está habilitando la azotea como mirador.
Las obras, que finalizarán a finales de este año, permitirán acceder a su terraza en voladizo, que se encuentra sobre el escenario de la Sala Argenta y a las dos torres que se proyectan hacia Gamazo.
Si se cumplen las previsiones, se convertirá en una parada obligatoria para que cántabros y visitantes admiren la Bahía desde otra perspectiva, y dispondrá de un espacio hostelero para el ocio y la celebración de eventos.
A su vez, el Banco Santander no solo ha apostado por las terrazas sino que lo hace por triplicado. En la reforma de la antigua sede del Banco Mercantil –convertida ahora en su sede territorial– ha creado una terraza que hace las delicias de quienes pueden visitarla.
Pero no va a estar sola. Cuando el Banco concluya la renovación de su sede social del Paseo de Pereda quedará coronada por una gran terraza de libre acceso y con servicios de hostelería, por supuesto orientada hacia la Bahía. También habrá otra superior –en una planta añadida al edificio– destinada exclusivamente a eventos.
A escasos metros se levantará el centro asociado al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía – Archivo Lafuente. La que fuera sede local del Banco de España quedará transformada en museo a principios de 2026 y, por supuesto, también dispondrá de una azotea-mirador, en la que se realizarán exposiciones exteriores y eventos.
Las obras del futuro Museo de Prehistoria, situado en la antigua sede del Gobierno regional, en Puertochico, estarán concluidas a finales de 2025 o inicios de 2026. El edificio también incluirá, cómo no, otro espacio de observación muy ajeno a los contenidos de las vitrinas y expositores. En la tercera y última planta se ubicará una sala de exposiciones temporales con la consabida terraza con vistas, ya que la idea del estudio ganador del concurso de ideas es alternar los espacios expositivos con otros en los que el visitante pueda conectar con la ciudad mediante puntos de contemplación.
La hostelería no aprovecha la oportunidad
Bares y restaurantes en azoteas (rooftops) se han puesto de moda en Madrid donde esa combinación de un servicio de calidad y vistas inéditas de la ciudad atrae a mucha clientela. Algunas de ellas no solo ofrecen bebidas y comida, sino también música en directo y DJs, e incluso piscina.
También en Bilbao han proliferado las terrazas de altura sobre los tejados de la ciudad, con vistas a la ría, el Guggenheim o el monte Artxanda.
Aunque este tipo de terraceo exclusivo conquista muchas otras ciudades y ha demostrado que los clientes están dispuestos a pagar más por sus consumiciones en espacios singulares, el sector hostelero de Santander no acaba de aprovechar las vistas incomparables que ofrecen varias zonas de la ciudad para subirse a este carro y su apuesta se queda en las terrazas a pie de calle.
La escasa oferta se concentra en la zona del Sardinero y aprovecha las vistas a las playas. La terraza del BNS es un clásico para tomar unas copas con una panorámica espectacular del Sardinero desde su enclave en plena playa de La Concha.
A escasos metros, otra emblemática terraza corona el Casino. El hostelero Carlos Crespo se hizo con la gestión de sus espacios gastronómicos y, además de los dos salones que ya explotaba para eventos privados, decidió crear La Terraza del Gran Casino Sardinero, un restaurante pop up ubicado en una de sus privilegiadas terrazas con vistas al mar que solo funciona en verano.
En la otra punta del Sardinero, el Hotel Chiqui estrenó después del covid una piscina infinita con unas vistas inigualables, de uso exclusivo para los clientes alojados. No solo se ha convertido en el único hotel santanderino con piscina, si no que es una de las pocas en azotea de la ciudad.
Volviendo al centro, el Hotel Bahía también dispone de una atractiva terraza en su azotea que, aunque abrió momentáneamente para cenas en el verano de 2021, ha vuelto a reservar únicamente para eventos privados.
Terrazas sin gente
A pesar de que este tipo de espacios son un auténtico imán tanto para los turistas como para los santanderinos, y así lo demuestra la permanente presencia de visitantes en la terraza del Centro Botín, se han desaprovechado algunas oportunidades.
En la última rehabilitación de la Estación Marítima de Santander también se incluyó una gran terraza descubierta, para sacar más partido a uno de los edificios característicos de Santander que, a pesar de estar al borde del mar y en un lugar muy céntrico, sigue estando poco aprovechado y siendo un desconocido.
Sin embargo, varios años después de que acabasen las obras, la terraza del edificio proyectado por Ricardo Lorenzo sigue sin abrir, ya que en el único intento de hacerlo, cuando en 2021 la Autoridad Portuaria sacó a licitación la explotación de la cafetería, no hubo interesados.
A finales de 2023, la Autoridad Portuaria autorizó la prestación provisional de este servicio para atender a los pasajeros que mueven los ferris mientras se vuelve a licitar la concesión, pero han pasado los meses y ningún hostelero parece animarse a aprovechar este emplazamiento.
Algo parecido ocurre con la gran terraza de la última planta del Museo Marítimo. Un lugar que nunca tuvo el éxito esperado hasta el pasado año, tras la reforma de la zona hostelera del edificio.
El atractivo acabado, que asemeja la cubierta de un yate y su concesión al grupo regional Bodi, famoso por sus tortillas, consiguieron dar más vida a ese espacio, que durante años había explotado la empresa pública Cantur como restaurante, pero sin dar uso a las terrazas.
La alegría solo duró los tres meses y medio que ofrecía el contrato gestionado por el anterior Gobierno regional. Tras su repentino cierre se colgó un cartel de “cerrado hasta nuevo aviso’, y así continúa a día de hoy.
Aunque no está cerrada, también tiene mucho menos uso del que muchos desearían la terraza que corona el centro cívico de Castilla Hermida, habilitado en el antiguo edificio de Tabacalera, que Patrimonio del Estado cedió, en parte, al Ayuntamiento de Santander.
El Consistorio lo transformó en un centro cívico, que se hizo famoso por contar con el jardín vertical interior más grande de Europa. La terraza, aunque no se ha hecho tan conocida, ofrece unas magníficas vistas a la bahía, Somo y El Puntal.
El Ayuntamiento parecía dispuesto a aprovechar este espacio como escenario de actuaciones musicales y creó ‘La Terraza de Tabacalera’, un ciclo de conciertos gratuitos que se celebró en el verano de 2021 con cierto éxito. Sin embargo, este ciclo no se ha vuelto a repetir y, desde entonces, este singular escenario solo ha abierto sus puertas con motivo de algún esporádico concierto, organizados principalmente por La Noche es Joven y dirigidos a un público menor de 30 años.
El último fue organizado por Cadena Dial y tuvo lugar el pasado mes de junio. Por el momento, no hay otros eventos programados en esta azotea, que tampoco tiene otros usos.
Esta anómala explotación de las terrazas creadas en estos edificios públicos hace que nunca sea fácil saber si están abiertas o no, y tampoco las razones, lo que puede hacer pensar que no hay tanto interés del público como parecía.
Lo probable es que se trate de un problema de gestión, ya que de lo contrario no estarán justificadas todas las que están en camino, que van a convertir la ciudad en el paradigma del terraceo de altura, un modelo que en las grandes ciudades está ganando para el ocio las azoteas de los edificios públicos más notables.
María Quintana