La falta de trabajadores cualificados frena el crecimiento de la construcción en Cantabria
El sector ha perdido miles de empleados, entre ellos, los oficiales con experiencia
Quince años después del gran batacazo que acabó con casi la mitad del sector, la construcción se recupera, pero cada vez es más evidente que el camino de vuelta no llevará, ni mucho menos, a los números vertiginosos de entonces. A día de hoy, el principal factor que ralentiza ese proceso no es la subida del coste de las hipotecas, ni la escasez de suelo calificado como consecuencia de los planes urbanísticos anulados, ni el incremento de precio de los materiales. Todos estos obstáculos no lo ponen fácil, pero el auténtico cuello de botella es la escasez de profesionales, sobre todo los más cualificados, que han salido del mercado en estos años y no tienen reemplazo.
En 2007 Piélagos concedió más licencias de obra para viviendas (1.365) que toda la comunidad autónoma de Cantabria en 2023. A día de hoy, es difícil entender que tanto las autoridades locales como la CROTU dieran el visto bueno a ese modelo de urbanismo que puede transformar de la noche a la mañana todo un municipio. Las consecuencias vinieron después: derribos, urbanizaciones que quedaron sin vender, promotoras arruinadas y entidades financieras que perdieron decenas de millones de euros.
Ni siquiera era un caso puntual, porque muchos otros ayuntamientos se habían lanzado a la misma carrera, especialmente Castro Urdiales, que la empezó bastante antes, y Santander, que hizo un plan general para agotar todo el suelo del municipio sin tener en cuenta que el retroceso de su población difícilmente podía justificar la intención de duplicar el tamaño de la ciudad, al margen del absoluto desprecio que suponía para quienes gobernasen en el futuro, que se quedaban sin capacidad alguna de decisión.
En ese momento, solo la construcción de vivienda nueva aportaba al PIB de Cantabria 930 millones de euros al año. A día de hoy, y después de nueve años remontando, solo aporta 140 millones.
Aunque la obra pública se haya sostenido y la rehabilitación de viviendas haya actuado como amortiguador, es evidente que el despeñadero de la vivienda nueva se llevó por delante buena parte del sector: promotoras, constructoras, empresas auxiliares… y mucho empleo.
En 2009 había en Cantabria 18.649 trabajadores de la construcción por cuenta ajena y 7.379 por cuenta propia. A día de hoy solo quedan 19.500, de los que únicamente 10.721 son asalariados, un 43% menos. Ningún otro sector, ni siquiera el agrario, ha conocido una jibarización semejante en tan pocos años, pero la realidad es aún más dramática: la mayor parte de los trabajadores del sector se perdieron en los tres primeros años de crisis.
La construcción es un trasatlántico que necesita mucho tiempo para frenar y más tiempo aún para alcanzar la velocidad de crucero, y cuando por fin empezaba a ver la luz se ha encontrado con que no es posible ir más deprisa porque no puede recuperar ese personal perdido.
A nivel estatal, se estima que se necesitan 700.000 trabajadores en este sector. Teniendo en cuenta que Cantabria representa en torno a un 1%, podríamos hablar de unos 7.000 puestos de trabajo a nivel regional.
Muchos de los que entonces perdieron el empleo acabaron por reinventarse profesionalmente en otros sectores. Quienes permanecieron a la espera de volver a ocupar un puesto parecido al que tenían eran, sobre todo, los oficiales más cualificados, que solían ser también los de más edad.
Al demorarse tanto la recuperación del negocio inmobiliario, muchos de ellos acabaron jubilados o son, a día de hoy, parados de muy larga duración, con pocos ánimos de retornar a la actividad. Aunque la construcción genera ofertas de empleo constantemente, las estadísticas indican que solo tiene un centenar de parados, lo que técnicamente se considera pleno empleo, y entre estos parados es muy frecuente este perfil.
Bien porque se hayan jubilado, bien porque ya no estén predispuestos a volver con más de 55 o 60 años a un sector duro, o bien porque la Formación Profesional no produzca titulados al ritmo que los demanda el mercado, es la falta de trabajadores la que está impidiendo en estos momentos que el sector crezca más deprisa.
Envejecimiento
El envejecimiento se ha convertido en un problema estructural. De acuerdo con la Fundación Laboral de la Construcción, “desde 2008 hasta 2022, la cantidad de personas jóvenes (menores de 30 años) ocupadas en el sector se ha reducido del 25,2% al 9,2%”, mientras que “las personas ocupadas de 50 y más años, que son las que se jubilarán en un corto-medio plazo suponían ya el 35% de la fuerza laboral del sector en 2022”.
La construcción ha pasado a presentar un mayor grado de envejecimiento que los sectores de la agricultura, la ganadería y la pesca, donde los trabajadores menores de 29 años representan el 14,5% del total, según datos del INE.
De hecho, la Confederación Nacional de la Construcción denuncia que el envejecimiento acelerado del sector está poniendo en riesgo los compromisos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia financiado con fondos europeos, y recuerda que siete de cada diez euros de los 160.000 millones que recibirá España entre transferencias directas y créditos van a estar relacionados con la actividad constructora.
El presidente de la Asociación de Constructores y Promotores de Cantabria, Javier Palomera, confirma que “la demanda de empleo en Cantabria se debe, en buena medida, a la necesidad de reemplazar trabajadores que se jubilan. De hecho, la estimación de creación de nuevo empleo real (no de reemplazo), solo se produce en puestos de cualificación elevada, detectándose una tendencia negativa en los niveles de cualificación medio y bajo, que evidencian la importancia de cualificar adecuadamente a los trabajadores”.
La mujer a pie de obra, uno de los retos del sector
En 2023, las mujeres afiliadas a la Seguridad Social en el sector de la construcción fueron 154.837, l7.500 trabajadoras más que el año anterior. Nunca antes habían tenido una participación más elevada, un 11,2% del total de las plantillas.
No obstante, la mayoría de los mujeres en el sector no trabajan a pie de obra, sino que tienen estudios superiores de ingeniería –seis de cada 10– o arquitectura, seguido de las profesionales con funciones de gestión administrativa y financiera, según el informe ‘Mujeres en el Sector de la Construcción’ que ha elaborado la Fundación Laboral de la Construcción.
Sin embargo, la percepción de dureza del trabajo a pie de obra y los estereotipos creados sobre que la obra ‘no es un trabajo para mujeres’ dificultan su incorporación como personal de oficios.
El responsable de la Fundación Laboral en Cantabria considera que “aunque es un sector muy masculinizado, hay que seguir peleando, ya que desdeñar al 50% de la población activa no tiene sentido. Y más cuando vamos a hacer un sector más cómodo, con mayor protección, con mayor sensibilidad hacia el trabajo y mayor aporte de valor de la tecnología”.
Reconoce, no obstante, que aunque ya hay presencia femenina tanto en la Formación Profesional como en los cursos para personas desempleadas, siguen representando solo un 1% o un 2% del alumnado.
La construcción no atrae a los jóvenes
Esta carencia de interés por parte de los jóvenes responde a múltiples causas, aunque pueden resumirse en la pérdida de prestigio del sector.
Palomera considera que “la construcción se presenta ante la gente joven como un sector desconocido, del que tienen una percepción un tanto distorsionada. Su conocimiento sobre esta actividad es muy superficial y está basado en estereotipos. Ese es uno de los principales inconvenientes con los que se encuentra el sector y que hace que la atracción hacia él se vea mermada“.
El presidente de la patronal cántabra reconoce que la dureza del trabajo, por el esfuerzo físico que requiere, y el que se desarrolle la intemperie son las circunstancias que más mencionan los jóvenes al definir el sector, pero enfatiza que “la construcción también es un sector donde hay tecnología e innovación, factores clave que definen el trabajo ideal para la población joven”.
El gerente de la Fundación Laboral de la Construcción, José Antonio Valcárcel, también es consciente del escaso interés entre los jóvenes y aboga por mostrarles de cerca las posibilidades que ofrece. “Desde la Fundación y las patronales tenemos mucho que hacer, tenemos que acercarnos a los institutos y organizar ferias de empleo para presentar a la gente joven un sector nuevo que ha apostado por la industrialización, la digitalización y la sostenibilidad”, explica Valcárcel, y matiza que “a día de hoy no se trabaja como se hacía antes: el manejo de maquinaria, los materiales que se utilizan…”.
El director de la Fundación Laboral de la Construcción en Cantabria subraya que, a pesar de que históricamente “la construcción parecía la opción para las personas que no han estudiado y no encontraban su sitio en otras profesiones, ahora lo que busca el sector es gente preparada, formada y que continúe aprendiendo durante el ciclo de vida laboral para poder seguir creciendo”. Así, cualquier persona que entre como peón puede convertirse en albañil y seguir subiendo peldaños hasta convertirse en encargado e incluso en jefe de obra. “Si tus habilidades, tus capacidades y, sobre todo, tu motivación te lo permiten, la construcción es un sector que genera oportunidad de desarrollo profesional”, asegura Valcárcel.
Aunque las dificultades ce reemplazo no son específicas de la construcción, y afectan a otros sectores, como la hostelería, las causas en su caso no se pueden buscar en los bajos salarios o malas condiciones de convenio.
Valcárcel destaca que se trabaja de lunes a viernes en un horario que permite conciliar –normalmente se suele acabar la jornada a las seis de la tarde–, y se cobra por encima de la media. Añade que, en general, el convenio de la construcción es uno de los más atractivos.
De hecho, en el nuevo convenio sectorial se ha introducido el Plan de Pensiones de Empleo Simplificado, una remuneración económica diferida, que le garantiza al trabajador una cantidad adicional sobre la pensión que recibirá en su futuro retiro, lo que debe contribuir a prestigiar el sector.
Desajuste educativo
España padece un desajuste entre la formación que se imparte y la que necesitan las empresas. Los jóvenes eligen profesiones con menos demanda, en detrimento de otras que tienen el empleo casi garantizado y que, paradójicamente, pueden requerir menos cualificación. Este desajuste lleva a que el país se coloque a la cabeza del ranking de trabajadores universitarios que realizan tareas no cualificadas. Una situación que afecta al 14,4% de los ocupados, muy por encima de la media de la Unión Europea, que es de 8,6%.
Además, desde la Fundación Laboral de la Construcción destacan que existe un importante desajuste entre el sistema educativo y el sector de la construcción y dan por hecho que “la Formación Profesional en Edificación y Obra Civil no podrá abastecer la cantidad de personal que se necesita en la construcción a corto plazo”.
Cada año, pasan por el centro cántabro unas 4.000 personas. Además de los estudios reglados (la Formación Profesional), la Fundación oferta formación no reglada, que normalmente va dirigida a personas desempleadas. “Son cursos más cortos, de 300 o 400 horas, y bastante específicos, que sirven para convertirse en montador de andamios, pintor-decorador, dedicarse a hacer revestimientos o montaje de ladrillos…”, explica Valcárcel. En su opinión, son “una muy buena oportunidad para incorporarse al sector de la construcción”.
Coincide con él Palomera, que considera que “la construcción está plenamente capacitada y preparada para absorber muchos trabajadores de otros sectores mediante procesos de formación y reciclado”.
Mano de obra extranjera
Sin nuevas generaciones de españoles que quieran incorporarse al sector, la mano de obra extranjera está sirviendo para suplir esa casi absoluta ausencia. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) revelan que los inmigrantes representan ya el 25% del total de los empleados de la construcción, el mismo porcentaje que en otro sector con dificultades de reemplazo, la agricultura.
Ya en los años del boom de la construcción, gran parte de las personas que se incorporaron procedían de países hispanoamericanos. Al estallar la burbuja, muchos regresaron a sus países y ahora han vuelto.
En Cantabria, destacan los trabajadores procedentes de países hispanoamericanos, pero también los del Centro y Este de Europa que, en algunos casos, han creado sus propias pymes.
El sector en Cantabria
A pesar de estas dificultades para encontrar mano de obra, y aunque las cifras poco tengan que ver con las que se registraron en los años del éxtasis inmobiliario, se puede decir que el sector de la construcción en Cantabria está viviendo un buen momento.
El gerente de la Fundación Laboral de la Construcción apunta que “aquí la actividad es muy lineal, muy constante, y eso creo que es bueno”. Reconoce que, aunque la nueva construcción es escasa, la rehabilitación supone un balón de oxígeno para el sector.
Por su parte, el presidente de la Asociación de Constructores y Promotores señala que “es complicado realizar perspectivas económicas en un contexto de incertidumbre muy elevada. Por tanto, cualquier proyección está sujeta a un importante margen de error y debe interpretarse con cautela”.
Pero se aventura a prever que “las perspectivas para el sector de construcción para el año 2024 se mantienen positivas a nivel global, tanto en su valor como en volumen de actividad económica”.
En ese sentido, resalta el impulso que supondrán los planes estatales en materia de vivienda: la línea de préstamos ICO de 4.000 millones de euros destinados a la promoción de 43.000 nuevas viviendas en alquiler asequible a partir de 2025. “Es un plan muy ambicioso y muy positivo, pero factible. Está teniendo mucho interés por parte del sector y en dos años podría realizarse”, opina Palomera.
A pesar de las buenas previsiones, desde la patronal que aglutina a las grandes constructoras cántabras advierten que 2024 será “un ejercicio restrictivo para la licitación pública de obra civil”. El motivo será la finalización del programa de licitaciones del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que supuso alrededor del 13% del volumen total de contratación en España en los tres últimos años e impulsó el crecimiento en la licitación pública de 2022 y 2023 un 26% y un 17%, respectivamente.
Desde la asociación de constructores se siguen quejando de la lentitud con la que trabajan las administraciones municipales a la hora de conceder las licencias. “Este comportamiento mina el ritmo y la cantidad de las operaciones de promoción. Es un punto de preocupación enorme, y sobre lo que deberíamos reflexionar”.
Advierte que “la actitud que mantienen las administraciones públicas de carácter local determina el mapa de preferencias de inversión” y eso puede acabar haciendo que los promotores busquen otros lugares para edificar.
A pesar de estas circunstancias, Palomera augura que “en el caso de Cantabria, la construcción será la actividad económica que liderará el crecimiento durante el año 2024”.
María Quintana