La fórmula de Irlanda para crecer cuando todos caen
El país se ha consolidado como uno de los centros tecnológicos del mundo
Irlanda tiene algo menos de cinco millones de habitantes y una bucólica geografía que recuerda mucho a la de Cantabria. Tradicionalmente, fue un país agrícola pero hoy, sin que hayamos estado muy atentos a cómo lo ha conseguido, es un país tecnológico. Su PIB per capita ha alcanzado 73.590 euros, triplicando los 23.640 de España. En 1995, sin embargo, ambos países tenían la misma riqueza por habitante. ¿Cuál es el secreto?
Cuando hace poco más de un año los irlandeses se preparaban para celebrar su Día de San Patricio, pocos podían imaginar los acontecimientos que iban a obligar a cancelar una de las citas más importantes del calendario, y eso fue solo el principio. 12 meses después, San Patricio ha vuelto a celebrarse en la intimidad, sin el tradicional desfile en la ciudad de Dublín. Como todos, los irlandeses no han sido ajenos a los efectos de la pandemia, pero si algo han aprendido de esta situación es que cuando salgamos de ella tendremos que hacerlo “preparados para un futuro verde”, y esa es una de las claves que explican por qué la suya fue la única economía comunitaria que creció en 2020, concretamente un 3%, mientras que el PIB de la Unión Europea se reducía un 6,8% por la pandemia.
Es difícil imaginar que uno de los países más afectados por la Gran Crisis que empezó en 2018, como Irlanda, dé ahora lecciones de solvencia y crecimiento a todos los demás. Le costó salir del hoyo, como a España, con una pérdida de más del 11% de su PIB, pero en 2015, al presentar la Oficina de Estadística de Irlanda una revisión del crecimiento previsto para ese ejercicio del 7,8% a nada menos que el 26,3%, analistas de gran prestigio mundial ridiculizaron esas cifras hasta el punto de opinar que el Gobierno irlandés “hace la economía de los duendes”, en referencia a las viejas leyendas del país.
Tan descomunal revisión al alza era consecuencia de imputar el valor que generan en toda la UE algunas multinacionales norteamericanas que se han instalado en su territorio. La vieja Irlanda había pasado de las ovejas a las grandes tecnológicas, que llegaron en tropel atraídas por la posibilidad que les brinda Irlanda para acceder a todo el mercado comunitario y hacerlo, además, con un coste fiscal muy bajo (el Impuesto de Sociedades estaba en el 12,5%, menos de la mitad del que tienen la mayoría de los países europeos).
Con esta forma de competir discutible y discutida, ha conseguido que un puñado de multinacionales extranjeras de enorme dimensión les proporcionen ya el 65% de todos los ingresos que obtiene el país por el impuesto de sociedades.
No es el único secreto de los irlandeses para el crecimiento. También están haciendo una apuesta muy decidida por la economía verde, hasta alcanzar el quinto puesto en el Green Future Index 2021, un ranking que mide los progresos de 76 países en su compromiso con la reducción de emisiones de carbono. Más concretamente, este índice compara la apuesta de las diferentes economías por un modelo productivo en el que primen las energías renovables y otras alternativas más sostenibles.
Además, Irlanda se ha hecho fuerte en el sector farmacéutico. El pasado año fue el quinto exportador mundial de productos relacionados con la lucha contra el Covid, según datos de la OCDE, solo por detrás de China, EE UU, Alemania y Suiza.
Estas circunstancias pueden explicar por qué, en mitad de la catástrofe general, Irlanda creció un 3% el pasado año y éste crecerá un 3,4%, si se cumplen las previsiones.
Cuesta hacerse a la idea de que un país tan bucólico se ha consolidado como uno de los mayores centros tecnológicos del mundo. La agencia de comercio e innovación del gobierno irlandés, Enterprise Ireland, invierte más de 1.000 millones en compañías locales especializadas en tecnologías digitales y el país ya ocupa el primer puesto a nivel mundial en inversión en capital de riesgo en el ranking Pitchbook.
“La mejor forma de apreciar la transición de este país hacia un modelo productivo más verde es fijándose en la estrategia de las empresas irlandesas más innovadoras, muchas de las cuales llevan la sostenibilidad en su ADN”, explica Alberto Cisterna, director de Enterprise Ireland en España. Esta agencia apoya a numerosas empresas que encajan en esta descripción, como AMCS, Anecto, Crowley Carbon o EM3. Varias de ellas tienen importantes clientes en Cantabria, sobre todo en el sector energético.