Las exportaciones de Cantabria no dependen de Trump
La región no vende en EE UU más que en Brasil o en México
Donde poco hay, poco se puede perder y Cantabria apenas va a sentirse afectada por las políticas arancelarias de Trump porque nunca ha conseguido penetrar en aquel mercado, de por sí bastante proteccionista. Las normas internas son complejas y difíciles de cumplir para quien exporta a EE UU ocasionalmente y algunos de los exportadores más habituales, como el grupo Armando Álvarez o Hergom acabaron por abrir fábricas allí para evitar esas trabas. A pesar de su dimensión y capacidad de compra, Cantabria apenas vende a Estados Unidos una décima parte de lo que le vende a Francia, pero es muy probable que sus aranceles tengan una mayor repercusión indirecta, porque la región aporta muchos bienes intermedios a empresas europeas que luego exportan a EE UU, y si esas ventas se resienten, también lo harán sus compras a proveedores españoles.
El propio presidente Trump reconoció en su discurso de investidura que el mundo se ha vuelto impredecible al tratar de avalar sus polémicas políticas, que parecen más propias del nacionalismo del siglo XIX que del globalismo del XXI. Es posible que en su pensamiento, la catarata de medidas que ha adoptado hasta ahora conduzcan a un escenario de más certidumbres pero, para la inmensa mayoría, lo que traen son más dudas, y Cantabria no es una excepción.
Las exportaciones que realiza nuestra comunidad a los Estados Unidos son tan reducidas que casi pueden considerarse marginales. En 2023, apenas vendió productos por valor de 64 millones de euros (bastante menos de lo que vende en los Países Bajos) y lo más significativo es que las cifras varían cada año, sin una tendencia clara, lo que indica que muchas de estas exportaciones se producen en función de las circunstancias. No es una buena noticia que la comunidad autónoma no haya sabido nunca abrir la lata del mercado norteamericano, el mayor consumidor del mundo, y apenas coloque allí el 1,9% de todo lo que comercializa en el exterior, el mismo porcentaje que representan sus ventas a Brasil o a México. Tres países muy distintos entre sí en los que obtiene el mismo resultado.
Tampoco es mucho más relevante lo que la región compra en EE UU (88 millones de euros) cuando se trata del principal suministrador de tecnología, herramientas y productos de gran consumo del mundo, en competencia con China, a la que le compramos el doble.
El hecho de que tanto las exportaciones como las importaciones de Estados Unidos sean relativamente pequeñas, reduce mucho los efectos directos de las medidas proteccionistas adoptadas por Trump.
Cantabria sufre mucho más por el estancamiento alemán que por los aranceles de Trump, porque Alemania nos compra casi dos veces más que en todos los países de América del Norte, Centro y Sur juntos. El hecho de que haya en la región varias fábricas vinculadas a multinacionales alemanas, contribuye mucho a esta gran facturación, mientras que la presencia de factorías estadounidenses, que fue muy relevante en los años 60, 70 y 80, es ahora bastante menor.
Los productos que vendemos a EE UU son muy diversos, desde anchoas a componentes de centrales nucleares, cuyo peso en el resultado final hace que el saldo comercial varíe mucho de un año a otro y pueda pasar de negativo a positivo. También se exportan a Estados Unidos acero, fármacos, cremas, áridos y productos de química básica. A cambio, le compramos ordenadores, teléfonos y todo tipo maquinaria industrial, fármacos, soja y productos alimentarios.
Un mercado que siempre ha sido difícil
Vender en EE UU nunca ha resultado fácil, aunque el país siempre haya presumido de ser un referente de liberalismo económico. Antes de Trump ya había aranceles para muchos productos y normas locales que no son fáciles de superar para un exportador ocasional o de escasa cuantía. Por eso, algunas empresas que deseaban ampliar su presencia en aquel mercado, como Hergom o Aspla, optaron por abrir fábricas en el país para que el producto fuese considerado local y evitar esas trabas.
Cuando se habla de la burocracia europea no se suele tener en cuenta que entrar en otros países tampoco resulta fácil para los que intentan exportar o que a veces las trabas invisibles son más complejas de superar que los aranceles.
Aspla tuvo un asentamiento difícil en Texas, donde se encontró con una cultura económica muy distinta y se vio forzada a hacer un sobreesfuerzo para superar la crisis inicial. Una vez superada esa fase, la empresa torrelaveguense no solo crece con fuerza en EE UU sino que está en vías de levantar una nueva fábrica para sus láminas de plástico destinadas a la agricultura.
Incluso el Banco Santander sabe muy bien de los sinsabores del mercado norteamericano, y en varias ocasiones ha estado en posición de retirada, ante las dificultades para crear marcas bancarias que trasciendan los ámbitos locales. Su filial de crédito al consumo parece que por fin está consiguiendo el éxito que tanto ha buscado y la financiación de la Fórmula 1 pretende asentar en aquel mercado la marca de su banco por internet, el último intento de asaltar aquel bastión. El banco que preside Ana Botín ya financiaba una escudería pero ha cambiado de estrategia para que su nombre se asocie a la competición: De esta forma, todas las vallas y cartelería de los tres grandes premios que se celebran en territorio estadounidense llevan su logo, aunque no lo ha conseguido por el momento con el que se disputa en Miami, donde ya estaban comprometidos con otro patrocinador.
Concentración en pocas empresas
Las exportaciones cántabras, en general, se concentran en el mercado europeo, especialmente en la UE, con lo que los riesgos están poco repartidos. Cantabria es una región industrial, ya que el 21% del PIB procede de este sector, muy por encima de la media nacional (16%), y dado que la propensión a la exportación de la industria es bastante mayor que el de otros sectores, cabía imaginar que la región fuese una de las más exportadoras del país. Sin embargo, como constató el director territorial del ICEX, Manuel Madrazo, en la presentación del I Plan De Internacionalización de Cantabria, la realidad es muy distinta. Apenas aporta el 0,9% de lo que exporta el país, cuando por PIB o población el porcentaje debería estar entre un 1,1 y un 1,2% del total nacional. Además, esas ventas al exterior están concentradas en muy pocos países, todos ellos del área europea, y en muy pocas empresas: GSW, SEG Automotive, Nestlé, el Grupo Armando Álvarez, Solvay, Cementos Alfa, Reinosa Forging & Casting, Mercedes… Solo cinco empresas concentran el 32,2% de la exportación regional y las 25 primeras reunen el 70%.
Apenas 154 empresas facturaron más de 500.000 euros en ventas al exterior en 2023, y solo 82 de ellas, más de cinco millones de euros.
Es cierto que el número de exportadores ha ido creciendo y en 2023 hubo 1.703 empresas cántabras que vendieron al exterior, pero la mayoría de ellas lo hacen de forma ocasional y, en ocasiones, solo si no consiguen colocar toda su producción en el mercado interno. Los auténticos exportadores, los que lo hacen año tras año, son algo menos de 400, aunque es posible que este 2025se supere esa barrera.
El I Plan de Internacionalización de Cantabria, que ha presentado Sodercan, recoge estas debilidades e intenta buscar soluciones, aunque no resulta fácil, en parte por la propia estructura económica de la región. Como reconoce Raquel Manzanares, directora de Exportación de Sodercan, “frente a lo que ocurre en otras regiones, en donde las exportaciones están bastante concentradas en unos pocos productos, en Cantabria tenemos un poco de todo y mucho de nada”. Esa circunstancia impide poner el foco promocional en unos pocos productos.
Las sanciones a Rusia se han convertido en sanciones a Cantabria
Las sanciones occidentales a Rusia han sido un mal negocio para Cantabria. Desde que se implantaron, no vendemos nada a ese país, y eso ha supuesto un sacrificio para empresas que habían empezado a abrirse allí un mercado. Lo sorprendente es que sí que le compramos. En los diez primeros meses del año pasado, unos 15 millones de euros, lo que supone el 0,7% de nuestras importaciones. No parece mucho pero es más de lo que compramos en México, Argentina y Chile sumado. Por tanto, los auténticos damnificados por las sanciones a Rusia somos nosotros, por desconcertante que resulte.
La comparación anterior revela otra paradoja, la enorme distancia que hay entre lo emocional (nuestra relación fraternal con los países americanos de habla hispana) y las transacciones económicas. En toda la América castellanohablante vendemos lo mismo que en Portugal y, lo que es peor para ellos, les compramos la mitad de los que les exportamos, apenas 75 millones de euros entre enero y octubre del año pasado. Mucho menos de lo que adquirimos en África, por ejemplo.
Con el Bréxit, Gran Bretaña nos vende más
Hay más circunstancias que merecen una reflexión. Cuando se produjo el Bréxit, parecía evidente que las relaciones comerciales con Gran Bretaña se resentirían, aunque Cantabria seguía manteniendo una relación estrecha, a través de la línea de ferry. Gran Bretaña, obviamente seguía necesitando muchas importaciones del exterior y parecía que era una oportunidad, pero no se ha materializado. Todo lo contrario, el Reino Unido, a pesar del Bréxit, se ha convertido en nuestro principal proveedor, hasta el punto que le compramos el doble de lo que le vendemos. Como ocurre con la guerra comercial con Rusia, llevamos las de perder en estas situaciones. No obstante, en el último año las importaciones desde el Reino Unido han bajado significativamente (-16,5%), mientras que nuestras exportaciones a ese país han crecido casi un 10%. Incluso con esa evolución estamos muy lejos de equilibrar la balanza comercial, con un déficit de 225 millones de euros en diez meses, más del que tenemos con China.
Falta cultura exportadora y expertos
El estudio realizado por Sodercan también indica que en la mayor parte de las empresas falta cultura exportadora y tampoco les está resultando fácil encontrar personal especializado en comercio internacional. “Muchas empresas nos llaman para preguntarnos si conocemos a alguien que hable idiomas y conozca bien los mecanismos de exportación, pero la realidad es que nosotros tampoco podemos proporcionarles nombres”, lamentó Manzanares públicamente en la presentación del Plan. Por ese motivo, Sodercan trata de becar la formación de jóvenes licenciados en comercio exterior y su incorporación a las empresas. Para muchas de ellas, no disponer de personal cualificado supone renunciar a tratar de conquistar mercados foráneos.
Pueden ser esas circunstancias las que justifiquen que la región no siga la pauta de las comunidades del norte, mucho más exportadoras. Navarra exporta el 47,7% de lo que produce; el País Vasco, un 41,2%; Asturias, un 24% y Castilla y León un 23,2%, mientras que Cantabria se queda en un 20,4%.