Las incertidumbres se acumulan en las grandes industrias cántabras
Inesperado otoño caliente para el Gobierno
Ferroatlántica sigue con la mayor parte de sus hornos apagados, Solvay anuncia que reducirá un tercio su producción; en las fábrica de Celsa todo son incertidumbres, al quedarse los acreedores con el grupo; Siemens-Gamesa tiene un gravísimo problema comercial; BSH acorta su producción y plantilla y Reinosa Forgings & Castings vuelve a una situación complicada. El panorama económico ha cambiado en muy poco tiempo y el nuevo Gobierno cántabro, que parecía llegar en un momento de placidez industrial, se va a encontrar este otoño con una sucesión de temporales en los que apenas tendrá capacidad de maniobra, porque las decisiones de estas empresas se toman fuera de la región.
Quedan lejos los otoños calientes de la Transición, con las enormes tensiones que provocaban las reconversiones y la firma de convenios cuando las inflaciones eran de dos dígitos, pero aparecen los otoños de incertidumbre. De la buena evolución industrial de la región en los últimos años hemos pasado a un auténtico campo de minas, con serios nubarrones sobre varias de las mayores fábricas de la región.
La noticia de que SEG Automotive de Treto ha obtenido 9 millones de euros de los Fondos de Recuperación para montar una línea de electrónica en la planta, en la que invertirá 20 millones, o las ampliaciones permanentes de plantilla de las TIC apenas pueden paliar las preocupaciones que suscitan otras fábricas. Solvay ya ha anunciado que reducirá en un tercio su producción de carbonato, una decisión que sorprendía en una fábrica que lleva años comprando cientos de miles de toneladas de derechos de emisión de CO2, a pesar de su alto precio, para producir mucho más de la cuota que tiene asignada (unas 700.000 toneladas).
Al reducir en 300.000 toneladas la producción, Solvay se ahorrará esos derechos de emisión, que cotizan cerca de los 100 dólares por tonelada. Además, se centrará en el producto de más alta calidad, el que va dirigido a obtener bicarbonato farmacéutico. Ambos factores deben deparar un aumento de los márgenes, con lo que la que la fábrica puede resultar bastante más rentable produciendo menos.
Competir con los carbonatos naturales que vienen de EE UU o Turquía, que se pueden extraer directamente de la tierra con excavaciones superficiales, es casi imposible para los de origen químico, como los que se fabrican en Barreda, cuyos costes se han disparado tras la subida de los precios de la energía. En cambio, nadie puede replicar la calidad del bicarbonato de la planta cántabra, porque la caliza que utiliza como materia prima es la más pura del mundo, y Solvay aprovechará esta ventaja que tiene Cantabria para centrarse en un producto de más valor añadido.
Celsa, un grupo vital en Cantabria
Más preocupante es lo que pueda ocurrir en las fábricas del Grupo Celsa tras pasar la propiedad a los fondos de inversión que compraron su deuda a los bancos. Es cierto que el Gobierno español solo admitirá que se queden con esta industria, que por sus dimensiones se ha considerado estratégica, si los nuevos propietarios dan suficientes garantías de que mantendrán las actividades y las plantillas, en lo sustancial, pero los sindicatos no se fían. Los fondos, por definición, tienen un carácter especulativo. Su intención no es tener un gran grupo acerístico sino conseguir todas las plusvalías posibles cuando, dentro de dos o tres años, se lo revendan a un nuevo propietario. También es consciente de ello el Gobierno de Cantabria, que reclama garantías para las empresas de la región.
Y es que Celsa es el primer grupo industrial de Cantabria, con tres centros productivos y una facturación de 857 millones de euros, lo que representa el 49% de todo lo que produce el sector metalúrgico regional, aportada en su mayor parte por sus filiales Global Steel Wire y Global Steel Products. Los 1.145 puestos de trabajo que suma en Cantabria suponen el 3,6% del empleo industrial de la comunidad.
Sus dimensiones son tan importantes para la región, se utilice el ratio que se utilice, que el temor que suscita esta incertidumbre es grande. La empresa ha invertido más de 467 millones de euros en Cantabria en los últimos veinte años y su presencia tiene muchas otras derivaciones. Por ejemplo, es vital para el Puerto, donde el pasado ejercicio movió 1.895.000 toneladas, el equivalente a casi 80.000 camiones (más de 300 diarios), cifras que la convierten en el primer operador portuario por volumen de mercancías.
Para el Ejecutivo cántabro, el Gobierno de España “debe implicarse” para que los nuevos propietarios aseguren el cumplimiento estricto de los compromisos asumidos en el Plan de Reestructuración, “garantizando la viabilidad del Grupo Celsa y la integridad de sus unidades de negocio y centros de producción”.
Celsa no solo representa un problema local, y eso juega a favor del Gobierno cántabro. En el conjunto de España, da empleo a 4.410 personas, y tiene plantas en Cataluña, País Vasco, Cantabria, Galicia, Asturias, Madrid, Comunidad Valenciana y Andalucía. Lo que le ocurra afecta también a otras naciones, ya que sus 120 centros de trabajo están repartidos por nueve países europeos, en los que genera 9.600 empleos directos y 72.300 indirectos.
Precisamente por su condición de empresa estratégica para España, el Consejo de Ministros aprobó en junio de 2022 una ayuda de 550 millones de euros procedentes de los Planes de Reestructuración de la UE.
Siemens-Gamesa, del éxito a la incertidumbre absoluta
Otra gran fábrica cántabra que ha pasado a formar parte de los desvelos del Gobierno es la que posee Siemens Gamesa en Reinosa. Su propietario, el grupo alemán Siemens Energy, ha registrado unas pérdidas de 3.632 millones de euros en los nueve primeros meses del año, lo que supone quintuplicar los números rojos del mismo periodo del año anterior, y esas cifras tan escandalosas son consecuencia de los problemas que tiene su filial Siemens Gamesa, tras detectarse fallos en componentes de los últimos modelos de turbinas eólicas.
La multinacional alemana definirá este mes el futuro de cada una de sus fábricas que se encuentran en una situación inverosímil, si se tiene en cuenta que su cartera de trabajo es mayor que nunca.
En la carrera por ofrecer al mercado un aerogenerador cada vez más potente y cerrar el paso a las importaciones chinas, la compañía ha apurado los tiempos y ha sacado a la venta dos modelos que no estaban suficientemente maduros.
Las turbinas problemáticas pueden seguir funcionando, pero para garantizar un funcionamiento a largo plazo, la multinacional ha recomendado hacer algunos ajustes en los mantenimientos. Esto no es suficiente para tranquilizar a los promotores de nuevos parques eólicos, que podrían anular los pedidos, temerosos de verse envueltos en los problemas jurídicos que se aventuran o de que la empresa no llegue a atenderlos.
El problema técnico, que ya se detectó el pasado año, ha quedado plenamente confirmado y eso ha supuesto una bomba para una empresa que parecía un modelo de éxito. En los nueve primeros meses de su año fiscal, había registrado un volumen de pedidos de 39.869 millones de euros, un 52,9% más que el año anterior, mientras que los ingresos sumaron 22.598 millones, un 14% más.
También los electrodomésticos
El sector de los electrodomésticos tampoco vive sus mejores momentos. Teka, aunque por fin consiguió refinanciar su pasivo de 239 millones de euros, está en el punto de mira de los fondos de inversión, que preven que la empresa cántabra y su filial alemana Thielmann pueden salir a la venta y estiman su valor en unos 500 millones. La compañía, de capital alemán, acaba de nombrar al brasileño Mauro Correia (anterior responsable de mercados internacionales) consejero delegado, en sustitución de Stefan Hoetzl.
Por su parte, la fábrica de encimeras y equipos de cocción BSH, que tiene 340 empleados en Cantabria, pretende despedir a 40 trabajadores como consecuencia del descenso de pedidos, anunciando que probablemente no sean los únicos si la planta no mejora los costes productivos en los próximos años. BSH está sufriendo la caída de ventas en Ucrania que es uno de sus principales mercados.
Cambio de gestores en Reinosa F & C
Reinosa Forgings & Castings también ha cambiado a su responsable, Michel Tellier, como CEO de la compañía, que la ha capitaneado desde la llegada de los actuales titulares, el Grupo NFL. La fábrica campurriana se encuentra en una situación financiera compleja, a pesar de las ayudas públicas, y Borja Lambea, actual director comercial, y Miguel Ángel Díez, director industrial, serán los encargados de liderar a partir de enero esta compañía, uno de las principales fabricantes mundiales de grandes piezas forjadas y fundidas. Ambos adquirirán la condición de CEO y desarrollarán una gestión complementaria bajo supervisión del consejo de accionistas.
Borja Lambea, ingeniero, es responsable desde hace siete años de marketing y ventas, pero también está formado en administración y dirección de empresas, negocios internacionales y finanzas corporativas.
Miguel Ángel Díez también es ingeniero industrial, en este caso por la Universidad de Cantabria, y durante siete años gestionó la planta de Sidenor en Vitoria donde destacó por conseguir un significativo aumento de la productividad, una notable reducción de costes y la integración en esta planta de diferentes instalaciones y procesos provenientes de otras fábricas. Lo dos tendrán que superar las dificultades de un sector de muy cíclico, sin tener detrás el músculo financiero de un gran grupo.
El problema de los precios energéticos
El problema de la energía, aunque las medidas adoptadas por el Gobierno están siendo eficaces, también se encuentra muy presente en la evolución de otra fábrica, la de Ferroatlántica en Boo de Guarnizo, donde sus 145 trabajadores tampoco ven el horizonte muy despejado. Después de muchos meses sin actividad, en agosto ha encendido uno de sus tres hornos para cumplir los compromisos con la Administración, pero lo cierto es que sigue sin tener el contrato de suministro de energía a largo plazo que pretende y abastece el mercado desde otras plantas que tiene fuera del país.
Todas estas paralizaciones y recortes de la producción se han dejado notar ya en las ventas globales del sector industrial cántabro y en las exportaciones, que llevan cayendo con fuerza desde la primavera, lo que a su vez genera otro problema para la Administración cántabra, la reducción de ingresos fiscales, ya que se reparte el IVA generado al 50% con el Estado.