Un proyecto cántabro estudiará cómo se produce el envejecimiento

La iniciativa MIES, dotada con casi dos millones de euros, está impulsada por la UC, el Idival y el Grupo Ámbar

Cantabria se convirtió en una región ‘envejecida’ en 1995, cuando el número de mayores de 64 años superó al de menores de 18. Desde entonces, ese fenómeno se ha ido acentuando muy rápidamente: en 2013 el índice de envejecimiento era del 135% y en una década ha alcanzado el 178%, por lo que no tardaremos mucho en tener el doble de personales con más de 64 años que menores de 16. En este escenario surge el proyecto MIES, destinado a diseñar una herramienta de referencia para gestionar mejor el reto que plantea el envejecimiento de la población.


El envejecimiento no solo supone una serie de cambios a nivel físico, sino también a nivel cognitivo. El proyecto MIES, impulsado por la Universidad de Cantabria (UC), el Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla (Idival) y el Grupo Ámbar, ha comenzado a desarrollar una plataforma para la gestión del envejecimiento saludable. Se trata de medir la capacidad funcional de personas mayores alojadas en residencias geriátricas.

Este proyecto de I+D+i nace en una región como Cantabria donde ya casi el 8% de la población tiene más de 80 años y está financiado por el Ministerio de Ciencia y por la UE a través de los Fondos NextGeneration. Va a contar con un presupuesto de 1,94 millones de euros y los trabajos, que se desarrollarán durante 36 meses, requerirán la contratación de 26 personas.

El objetivo es disponer de herramientas que sirvan para evaluar la capacidad física y cognitiva de los pacientes, lo que a su vez permitirá prolongar la autonomía de los mayores y facilitar un envejecimiento lo más saludable posible.

Pruebas no invasivas

El proyecto se encuentra en su primera fase, en la que se están definiendo las pruebas o tests que permitan valorar cómo se produce el envejecimiento de los participantes. “Se están definiendo con el equipo médico las variables que se controlarán en las pruebas para hacer ese análisis”, adelanta Roberto García, director de Ámbar Telecomunicaciones, que subraya que estas mediciones “serán fáciles y no invasivas”, casi siempre a través de técnicas de juego (gamificación). En la parte cognitiva, se analizará la evolución de capacidades como la memoria, la atención o la agilidad mental y en la apreciación del estado físico, se utilizarán pruebas tan sencillas cómo valorar cómo se levantan de una silla o cómo llegan de un punto a otro de una habitación. 

El director científico del Idival, Marcos López-Hoyos; el rector de la Universidad de Cantabria, Ángel Pazos; el presidente del Grupo Ámbar, Pablo Gómez; el catedrático en Ingeniería Fotónica, José Miguel López-Higuera; y el director de Ámbar Telecomunicaciones, Roberto García, durante la presentación del proyecto.

Buena parte de los datos de atención, velocidad motora, memoria visual o fuerza se obtendrán con sensores, pulsadores, piezas para ensamblar o tarjetas de juego, de forma que ni siquiera será necesario estar junto al paciente, lo que elimina el sesgo introducido en escenarios clínicos. 

Prueba piloto en San Cándido

Tras esta fase inicial, que se extenderá durante todo este año, se iniciará una prueba piloto en la Residencia San Cándido (Santander), para testarlo en un escenario real. 

Si el proyecto se valida con el éxito esperado, los promotores esperan un triple impacto. El primero, doble, en el ámbito sanitario y económico al mejorar la calidad de vida de los pacientes y aliviar el estrés del sistema de salud, evitando las pruebas presenciales.

Establecer patrones de cómo evolucionan las capacidades de los ancianos permitirá mejorar la detección temprana y los tratamientos

El segundo efecto positivo se daría en la calidad de vida y el estado del paciente. Las herramientas propuestas para la detección precoz y la mitigación de deficiencias físicas o cognitivas prolongarán su autonomía, al reducirse el riesgo de caídas, preservarán durante más tiempo de funciones cognitivas y contribuirán a mejorar tanto su salud ósea como sus funciones musculares.

Finalmente, desde el punto de vista científico, deparará un conjunto de herramientas que, una vez validadas por la comunidad científica internacional, podrían ser utilizadas en cualquier otro lugar del planeta para la detección temprana de la fragilidad en diferentes niveles, así como del deterioro cognitivo.

La gran cantidad de información sobre el proceso de envejecimiento que recopile el proyecto será sometida, además, a una analítica de datos y a programas de inteligencia artificial para ponerla al servicio de los sanitarios que, de esta forma, tendrán una referencia muy útil para la atención de cada paciente. 

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