Roberto Ontañón (director del MUPAC): ‘Hay que integrar el turismo rupestre en la oferta de Cantabria’
Pregunta.- Cantabria es uno de los destinos rupestres de Europa, probablemente el mejor. Sin embargo, hasta 2016 no se elaboró un Plan Estratégico para sacar partido turístico de estos recursos e impulsar las visitas. ¿Qué se pretendía?
Roberto Ontañón.- El turismo regional tiene un componente estacional muy fuerte y el rupestre sigue ese mismo patrón, a pesar de que puede practicarse todo el año. Este plan trata de la conservación, investigación y difusión del arte rupestre, y una de sus líneas es, precisamente, desestacionalizar esta oferta.
En verano, las cuevas tienen todo el turismo que pueden soportar, por lo que hay que buscar cómo distribuirlo a lo largo de todo el año. Y nos conviene, además, redistribuir los flujos de visitantes entre las cuevas, ya que hay algunas más conocidas y demandadas que otras.
P.- ¿Se han percibido los resultados?
RO.- La pandemia ha paralizado todo, pero en 2019, gracias a la excelente gestión promocional del Ayuntamiento de Camargo, la Cueva de El Pendo había aumentado exponencialmente sus visitas, siempre respetando los parámetros de conservación. Pero tanto en el MUPAC como en las cuevas nos sigue faltando promoción.
P.- ¿Qué estrategias de divulgación o marketing se llevan a cabo?
RO.- Además del programa Caminos de Arte Rupestre Prehistórico, para dar a conocer nuestras cuevas fuera de nuestras fronteras, y de la difusión en las redes sociales de la actividad de la Sociedad Regional de Educación, Cultura y Deporte (SRECD) y algunas campañas puntuales, como Fitur, no hay más promoción.
Cuando la Consejería de Cultura incluía Turismo íbamos más de la mano, pero al cambiar el organigrama gubernamental, se ha perdido el esfuerzo sostenido para promocionar nuestros bienes de arte rupestre como patrimonio turístico. Espero que cambie y nuestros dirigentes políticos centren su atención en esto.
P.- ¿Atraen las cuevas el turismo que pensamos?
RO.- En los pocos estudios de público que hemos hecho nos encontramos con dos casos: personas que eligen Cantabria como destino por nuestro patrimonio rupestre, que son un porcentaje pequeño, y una gran cantidad de gente que lo descubre estando aquí. Estos últimos son un público generalista, que contempla este tipo de ocio como una alternativa, sobre todo en días de mal tiempo.
Este ‘descubrimiento’ se da también con el MUPAC (Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria). Es sorprendente cuánta gente, incluso de Cantabria, no sabe de su existencia, y resulta conmovedor ver los comentarios muy positivos que dejan en Google o Tripadvisor.
P.- ¿Y cuál es el perfil medio del visitante?
RO.- En el caso de MUPAC no difiere del perfil de visitante de museos de España: una mujer de mediana edad, con estudios universitarios y que reside en la ciudad. La mayor parte de las visitas se hacen en grupos no organizados, bien familiares o de personas conocidas.
Aunque nuestra exposición es interesante y didáctica, seguimos necesitando hacerla atractiva para el sector de la población que no es nuestro público.
P.- ¿Las cuevas tienen entonces el tirón que le falta al Museo?
RO.- La ventaja de las cuevas es que forman parte del turismo rural, de naturaleza y aventuras, que está viviendo un boom desde hace años y se ha incrementado con la pandemia.Sin embargo, para alguna parte de la población, como la gente de determinada edad, acceder a una cueva supone un problema.
P.- ¿Cuánta gente mueven las cuevas y el Museo?
RO.- En 2019, unas 150.000 personas visitaron el MUPAC y las cuevas. Si a esto le sumamos las 250.000 visitas de Altamira, son casi medio millón de personas al año. Esto demuestra que es un subsector del turismo que funciona y que hay que promocionar más.
P.- Altamira está en manos del Estado, mientras que el resto de las cuevas son de titularidad autonómica. ¿Altamira ejerce de tractor para el resto de patrimonio rupestre de la región?
RO.- Altamira, además de ser un lugar icónico, tiene la gran ventaja de estar al lado de Santillana del Mar, un lugar muy turístico, y [la réplica] no tiene restringido el número de personas por motivos de conservación. Aunque colaboramos mutuamente en la difusión, tenemos que ser más persistentes.
Yo he propuesto varias veces en los patronatos de Altamira que exista una entrada conjunta. Esto nunca se llega a concretar porque debe de ser bastante complejo desde el punto de vista administrativo. Pero integrarnos en un mismo circuito sería decisivo. Viendo las cifras, hay 100.000 personas que visitan la Neocueva que se nos escapan.
P.- ¿Cómo se reparten los visitantes entre el resto de las cuevas, las de competencia regional?
RO.- Las Cuevas de Monte Castillo (El Castillo y Las Monedas) son las que pueden acoger un número mayor de visitantes y las más demandadas.
Cullalvera también tiene una gran capacidad, pero es de las menos demandadas.
El Pendo tiene una buena capacidad de acogida y, como decía, su demanda ha aumentado en los últimos años.
Luego tenemos Chufín, Hornos de la Peña y Covalanas, más pequeñas y que pueden acoger un menor número de visitantes, pero tienen una gran demanda, especialmente Covalanas.
Debemos optimizar la capacidad de cada una de ellas, dando más información.
P.- ¿Podría tener que cerrarse alguna de estas cuevas al público por motivos de conservación?
RO.- Esta pregunta nos lleva a un tema fundamental: el turismo de un destino rupestre no puede medirse del mismo modo que el turismo a instalaciones museísticas. Las cuevas son sitios naturales con un ecosistema propio, por lo que tenemos que saber cuál es el impacto de los visitantes.
Las visitas afectan a todas. Nosotros lo medimos y valoramos los umbrales de lo que cada una puede admitir, que puede variar de un año a otro, sobre todo ahora, con el calentamiento global, que también aumenta la temperatura interior de las cuevas. Por ese motivo, los cupos podrían variar.
La cueva de Lascaux, en Francia, se cerró a cal y canto por problemas de conservación y han construido un centro de interpretación que atrae a miles de visitantes al año. El arte rupestre en sí mismo mueve a tanta gente que no es necesario que vean la cueva original. Hoy en día existen herramientas para acercar al público sin comprometer la conservación de las cuevas.
P.- ¿Cuánto personal hay en la actualidad dedicado al Museo de Prehistoria y las cuevas?
RO.- En el MUPAC hay cuatro guías y en las cuevas prehistóricas el personal fluctúa según la temporada. A medida que se han ido jubilando los guías que pertenecían al Gobierno, sus plazas no se han renovado y actualmente queda uno. Las demás se cubren con contrataciones, a través de una empresa pública. Hay un cupo de guías fijo a lo largo de todo el año, que aumenta en verano. En temporada alta, entre MUPAC y las cuevas se superan la veintena de personas.
Con la apertura del Centro Rupestre vamos a necesitar más y con el nuevo MUPAC, el personal se multiplicará. Desde el punto de vista de la creación de empleo, es un sector en crecimiento continuo.
P.- Además de generar empleo, ¿qué papel jugarán el Centro de Arte Rupestre de Cantabria (CARC), que se construye en Puente Viesgo, y el nuevo Museo de Prehistoria?
RO.- Queremos que el CARC sea la recepción para todos los visitantes que quieran conocer nuestro patrimonio. Allí podrán adquirir entradas y tendrán una exposición permanente para conocer el arte rupestre de una forma dinámica y visualmente muy impactante, que les va a servir o de introducción a las cuevas o como un complemento a esta experiencia. Por ello, entre el Centro y las cuevas tiene que haber un diálogo constante.
Cantabria es una comunidad autónoma pequeña y se trata de que la gente sea consciente de que existe un circuito rupestre y de que se puede recorrer fácilmente. Que alguien que visite el CARC quiera conocer las cuevas, y viceversa.
El MUPAC, por su parte, al estar situado en Santander, será un gran receptor de turistas. Tiene que ayudar a la descentralización del turismo y conseguir que los visitantes vayan a las zonas rurales en las que se encuentran las cuevas.
P.- El turismo cultural puede estar interesado, también, en otros productos, como el turismo de aventura o la gastronomía. ¿Se ofrecen suficientemente bien esas alternativas?
RO.- No. Eso lo hacen muy bien en Francia, donde la cultura es un sector estratégico. Por ejemplo, en la Dordoña este patrimonio está perfectamente integrado en la oferta turística de la zona, junto a la naturaleza y la gastronomía. Venden el todo.
En el caso de Cantabria, debemos integrar las cuevas en las actividades que ofrecen esas zonas rurales de Cantabria, tanto de naturaleza como gastronómicas.
En Puente Viesgo se han llevado a cabo algunas acciones con la hostelería local para tratar de aunar el turismo de las cuevas con el pueblo. De hecho, situar el CARC a medio camino entre las cuevas y el pueblo es una forma de que sirva de intermediario. El Centro no tendrá restaurante, por lo que invitará a la gente a disfrutar de Puente Viesgo.
P.- ¿Es posible saber cuál es el impacto económico real del arte rupestre en la región?
RO.- Vamos a realizar un estudio pero puedo hablar de varios casos, como el del parque pirenaico del arte prehistórico de Tarascon-sur-Ariège, vinculado a unas cuevas abiertas al público en Francia, algo similar a Puente Viesgo.
Se trata de una zona donde la mayor parte del turismo es de mochila y naturaleza, y ha conseguido una dinamización que genera unos retornos económicos –cuantificados en noches de hotel, restaurantes, etc.– que supera con creces el gasto que ha hecho la Administración para crear ese centro.
El arte rupestre, la prehistoria y la evolución humana son conceptos que tienen que ver con la ciencia y la cultura pero también pueden mover la economía real, por lo que hay que conseguir que se integren con el resto de oferta turística de la región.
María Quintana
Francamente, es difícil encontrar una imagen más repetida en la promoción turística que el bisonte de Altamira. Y la inversión acumulada en rupestre (Altamira, Cuevas, CARC y MUPAC) solo la supera el parque de Cabárceno (aunque Cabárceno es por el borrachín del helicóptero 🙂