San Cándido duplica su residencia para mayores con un nuevo edificio
El centro pasará a tener de 409 plazas
La Residencia San Cándido ha aumentado su complejo asistencial de Cajo con un nuevo edificio. A final de año entrará en funcionamiento un anexo a las actuales instalaciones, que sumará 180 plazas a las 229 existentes aunque, por el momento, buena parte de ellas se emplearán en alojar a los residentes que ahora ocupan el módulo actual mientras se rehabilita. La institución fue creada en 1928 y es uno de los mayores centros de atención a la dependencia de Cantabria.
La historia de cómo ha evolucionado la asistencia a nuestros mayores en el último siglo tiene un referente inexcusable en la Residencia San Cándido. Un recorrido por la gran finca de Cajo en la que comenzó su andadura permite visualizar, incluso en la diferente arquitectura de los edificios, las fases que ha ido atravesando, la residencia desde su creación en 1928.
Una condición que se verá aumentada cuando a final de año inaugure el nuevo anexo que ha construido al Este de las actuales instalaciones. La finca de 30.000 metros cuadrados permite una ampliación que añadirá otros 12.400 metros cuadrados construidos a los 14.000 con los que ya contaba, para elevar el número de plazas de esta residencia desde las 229 actuales hasta las 409.
Con ello ayudará a dar respuesta a la creciente necesidad que existe en Cantabria –especialmente en Santander y Torrelavega– de plazas para mayores, y lo hará con un modelo de alta calidad asistencial, como permiten aventurar las características del nuevo edificio y la experiencia del centro
Una donación que allanó el camino
El proyecto de ampliación de la residencia se comenzó a plantear en 2009, impulsado por dos circunstancias. Por un lado, las antiguas instalaciones acusaban el paso del tiempo, a pesar de su adaptación a las nuevas normas que regulan la construcción de residencias. Por otro, la plena ocupación del centro, tanto en plazas concertadas, unas 170, como en privadas, impedía acoger a nuevos usuarios.
La Fundación San Cándido optó por convocar un concurso de ideas y en 2012 se decantó por el presentado por la constructora OHL y el gabinete de arquitectura BOD. La elevada inversión que se requería, unos diez millones de euros para la obra civil y un millón y medio para equipamiento, les llevó a plantearse la ejecución de la obra en varias fases. Sin embargo, una oportuna donación hizo posible que el proyecto se llevase a cabo de forma integral, y la obra se pudo iniciar en julio de 2015.
El nuevo edificio anexo está distribuido en seis plantas. En el sótano se sitúa un aparcamiento, la sala de máquinas, los vestuarios y una sala de estimulación sensorial, que ha sido trasladada desde las antiguas instalaciones.
La amplia planta baja se ha diseñado para albergar los espacios comunes que van a ser utilizados por los residentes, y que cuentan con el atractivo añadido de la gran zona ajardinada a la que se abren sus salones. Junto al espacio que ocupará la cafetería, con terraza también exterior, y los destinados a zona de juegos infantil, biblioteca y comedor, se articulan diferentes zonas de estar, separadas solo por la disposición del mobiliario. De esta forma se combina un gran espacio diáfano con diversos ambientes en los que el residente puede encontrar una sensación de intimidad.
También en esa planta baja se ubicará el Centro de Día que la Residencia abrió en 2008, que duplicará sus plazas, hasta alcanzar las 70. Unos paneles móviles permitirán que el espacio se pueda modular, para adecuarlo a las actividades que se desarrollen en cada momento.
Las cuatro plantas que completan el edificio cuentan con una estructura similar: sala de visitas, dos salas de estar, siete habitaciones dobles y 33 individuales, con cuartos de baño adaptados, comedor, botiquín, baño geriátrico, office, almacén y cuarto de ropa.
Uno de los aspectos más llamativos del nuevo edificio es el deambulatorio, un pasillo en espiral que desde la zona central de la primera planta comunica con las plantas superiores y que está coronado por un lucernario. Lo que para un profano podría parecer una opción decorativa responde, sin embargo, a un objetivo terapéutico, ya que las personas con demencia senil tienden a ir hacia los focos de luz, y el deambulatorio está pensado para estimularles a caminar. El sonido del agua procedente de un surtidor situado en esa zona central completará el relajante ambiente que busca crear el lucernario para los residentes.
En consonancia con la gran capacidad de esta nueva ala, el edificio está equipado con cinco ascensores, y su confort quedará asegurado por sistemas de climatización, de renovación de aire y calefacción radiante.
Rehabilitación del edificio antiguo
El proyecto se ha extendido también a la remodelación de los servicios de cocina y de lavandería actuales, pero no va a ser el único cambio que experimenten las antiguas instalaciones. La entrada en funcionamiento del anexo va a ser aprovechada para trasladarle los 124 residentes que ocupan ahora el edificio central del complejo de San Cándido. De esta forma las plazas libres no pasarán de 40, por el momento. La intención es rehabilitar el edificio que se va a desocupar para adecuarlo a la nuevas exigencias residenciales, un trabajo que se desarrollará planta por planta y que comenzará el próximo año. De hecho, la planta baja de ese inmueble, que se comunica con el nuevo anexo, ya ha sido reformada y el lugar que antes ocupaban la capilla, la sala de rehabilitación y un almacén, se ha convertido en un luminoso y amplio pasillo con diferentes zonas de estar.
Para atender al elevado número de residentes en San Cándido, (229, de los que 170 son plazas concertadas) el centro cuenta con una plantilla de 150 profesionales, entre psicólogos, educadores, enfermeros, auxiliares de enfermería y personal de servicio.
El aumento de plazas tras la entrada en funcionamiento del nuevo anexo dará lugar a un progresivo incremento de plantilla según se vayan ocupando. “Desde 2006 siempre hemos tenido lista de espera, tanto en las plazas privadas como en las concertadas, y no hemos tenido ninguna sin ocupar”, señala la directora de la Residencia, Gema de la Concha.
El primer centro que admitió hombres
A la larga historia de la Residencia San Cándido va unido el carácter pionero de algunas de sus iniciativas. Lo fue, por ejemplo, el convertirse en el primer centro de Santander en admitir a residentes masculinos, algo que hasta entonces no había sido posible, porque todas las residencias estaban atendidas por religiosas. Fue en la década de los ochenta, cuando la Fundación Marcelino Botín construyó un módulo anexo al primer edificio pensado para acoger a residentes varones y a matrimonios.
San Cándido también ha estado a la vanguardia en la creación de unidades específicas para residentes con problemas de alzheimer o demencia senil. “Estas dolencias siempre han existido –señala la directora de San Cándido–, pero cuando nos hicimos cargo de la gestión del centro iban a plantas normalizadas y eso generaba muchos problemas de relación con otros residentes y de atención a las personas afectadas”. En 2006 se decidió crear la primera unidad, con 21 plazas, y los comienzos no fueron fáciles, porque a las propias familias les costaba en muchos casos entender que esas patologías requieren de un cuidado especial, y que atender a sus mayores en una unidad especializada no suponía crear un guetto dentro de la residencia. Sin embargo, la experiencia resultó un éxito y San Cándido cuanta hoy con dos unidades de psicogeriatría, con 45 plazas.
Escuela infantil y viviendas tuteladas
San Cándido no es solamente un complejo de carácter residencial; la gran amplitud de la finca en que se ubica y las sucesivas ampliaciones y remodelaciones de los edificios también le han permitido crear un Centro de Educación Infantil y seis apartamentos tutelados. Los dos servicios se ubican en el inmueble que albergó la primera residencia, que ha sido totalmente rehabilitado tras haber servido de alojamiento a las religiosas que gestionaron el centro hasta 2005.
Esa rehabilitación integral permitió crear, en 2015, un Centro de Educación Infantil, para niños de hasta tres años y una ludoteca para los de más de tres años. Cuenta para ello con tres aulas y 38 plazas, que responden a una demanda de la plantilla de profesionales de la residencia, formada casi íntegramente por mujeres, aunque también está abierta a las familias del entorno.
En el mismo inmueble, y a modo de experiencia piloto, se optó también por habilitar en 2015 seis apartamentos tutelados, una necesidad en alza y para la que aún no hay demasiada oferta en Cantabria. Los apartamentos, de 50 metros cuadrados y totalmente equipados, son una opción para personas válidas que quieran vivir de forma autónoma pero en un entorno protegido y con todas sus necesidades cubiertas.
Ambas instalaciones completan la evolución que el complejo de San Cándido ha conocido a lo largo de sus cerca de 90 años de existencia y son una muestra de su capacidad de adaptación a los cambios que demanda la sociedad en la labor asistencial que cumplen las residencias. Una puesta al día de la que el nuevo anexo es un buen ejemplo de hacia donde camina el modelo residencial del futuro.
Jesús Polvorinos