Tomás Castillo deja la dirección de AMICA cuando la asociación cumple 40 años

La nueva gerente será la actual responsable técnica, María José Cabo

Tomás Castillo, psicólogo, era uno de los jóvenes profesionales que hace ahora 40 años fundaron Amica. La ha dirigido desde entonces y, por primera vez, no se presentará a la reelección como director gerente, tras lograr un nuevo concurso para elevar los precios que paga el Servicio Cántabro de Salud por el lavado de ropa de los centros sanitarios. El cargo lo eligen los propios trabajadores de Amica, que ya se han decantado por María José Cabo.


En 1984 nacía Amica en Torrelavega. Una asociación sin ánimo de lucro creada por un grupo de padres de personas que tenían alguna discapacidad y jóvenes profesionales comprometidos con este problema, la mayoría procedentes del campo educativo. La iniciativa trataba de paliar la escasez de medios públicos y privados que sufrían estas familias, pero parecía más voluntarista que realizable. En estas cuatro décadas, sin embargo, Amica se ha convertido en un holding en el que trabajan 670 personas (es una de las entidades con mayor plantilla de Cantabria), compuesto por talleres de confección, lavanderías, plantas de selección de residuos, centros de día, residenciales, de formación, de tratamiento desde la infancia, servicios de ayuda a domicilio, de apoyos personales… Amica ha atendido a más de 9.000 personas en su trayectoria, formado laboralmente a más de 4.500 y creado más de 2.300 oportunidades de empleo. Cifras sorprendentes en una comunidad autónoma tan pequeña, que le han convertido en un referente internacional.

Sin embargo, Amica nunca ha tenido una trayectoria fácil y se ha visto obligada a superar situaciones críticas, como cuando, a poco de nacer, el presidente regional Juan Hormaechea dejó de pagar las subvenciones comprometidas con la Asociación.

De todas ellas ha ido saliendo gracias al arraigo social que pronto alcanzó su proyecto y al apoyo institucional que ha encontrado dentro y fuera de Cantabria.

Entonces consiguió el dinero en Bruselas, donde los responsables de los organismos comunitarios mostraron un reconocimiento hacia su trabajo que no hallaban en las instituciones de su región de origen. Ya en 1990 recibió el Premio Helios de la Unión Europea.

Su inclusión en el Programa europeo Horizon no solo fue una tabla de salvación económica para Amica, sino que la convirtió en una entidad fiable para las instituciones comunitarias, más cautelosas a la hora de entregar las subvenciones de lo que solemos suponer. No se entiende el crecimiento de Amica sin los fondos aportados por los más de 30 proyectos europeos que ha gestionado, todos con éxito, trayendo a Cantabria una importante suma que ha servido para transformar las expectativas de muchas personas con discapacidad y para cambiar  el modo de entender este fenómeno, descubriendo las capacidades de las personas, y creando una innovadora metodología de apoyos personalizados, con resultados muy significativos, como que la mayoría de las personas formadas estén trabajando ya en otras empresas.

Además de sus centros de atención de día y otras prestaciones para personas discapacitadas, Amica tiene talleres de confección de prendas de trabajo, sanitarias y de hostelería, lavanderías, centros de selección de residuos, centros de formación… En estos centros especiales de empleo ofrece una salida laboral a personas con discapacidad que no la encuentran en otros ámbitos.

No obstante, Amica se ha enfrentado en los últimos años problemas económicos derivados de los precios que percibe de la Administración por sus servicios, que no se han actualizado en función del incremento de los costes, o como consecuencia de factores que no se estimaron adecuadamente cuando se firmaron estos acuerdos, como los miles de prendas que Amica presta a los hospitales y centros de salud cántabros y que nunca vuelven a la asociación. También ha sido muy oneroso para la Asociación el claro empeoramiento de la separación de residuos en los hogares de Cantabria, que ha disparado los costes de sus centros de selección.

En una organización muy dependiente de los contratos públicos, la solución a estos problemas económicos solo podía llegar por una revisión de los precios de lavandería y del alquiler de ropa hospitalaria, algo que por fin acaba de materializar el Ejecutivo de Sáenz de Buruaga con la adjudicación del nuevo concurso.

La deuda acumulada

Amica no consiguió que el Gobierno anterior actualizase los precios de los servicios de lavandería y alquiler de ropa que presta a los hospitales de la región y los de la selección de basuras, lo que ha desembocado en una descapitalización y en unos graves problemas de liquidez que han retrasado gravemente el pago a sus proveedores, a los que, a su vez, ha sumido en unas tensiones de tesorería muy considerables.

El problema social que se avecinaba ha llevado al nuevo Gobierno de Sáenz de Buruaga a valorar la situación crítica de la Asociación y tratar de buscarle remedio, pero eso no va a servir para disipar la deuda acumulada en estos últimos años en los que ha trabajado a pérdida, por mantener el servicio y los puestos de trabajo.

Las tarifas no habían variado en cuatro años, mientras que en ese tiempo el coste salarial por trabajador de Amica se había incrementado más de un 40% y los costes industriales en un 30%, lo que ha venido provocando pérdidas diarias crecientes desde hace más de dos años, hasta alcanzar los 4.000 euros por jornada.


Una estructura financiera siempre complicada y con un fuerte endeudamiento

Quienes crearon Amica en 1984 nunca imaginaron que estaban poniendo los cimientos de un grupo industrial de economía social. Su intención era crear centros de día para personas con discapacidad, mejorar su calidad de vida y ayudar a sus familiares. Pronto fue evidente que lo que muchas de estas personas necesitaban era incorporarse laboralmente, pero en ese momento ni había plazas reservadas para ellos en las empresas ni una sensibilidad social para crearlas. Ni siquiera hoy, cuando muchas cosas han cambiado a mejor, encuentran una salida laboral fácil.

La necesidad hace virtud y, de una forma muy modesta, surgió en Torrelavega su primer taller de confección de ropa de trabajo. Era el año 1990 y se convertía en el primer centro especial de empleo de Amica.

El centro de selección de residuos de Candina, durante una visita escolar.

La información que les proporcionaba la propia actividad y las muchas crisis de empresas, empezó a ponerles a tiro más instalaciones para poder dar ocupación a más personas. A la fabricación de uniformes de trabajo se le fueron sumando la ropa de cama y batas para hospitales o para hostelería y las lavanderías. Eso permitió evolucionar el negocio social: Ya no solo confeccionaban o lavaban prendas sino que también podían prestar un servicio de más valor añadido: Amica fabricaba esas prendas para sí misma, que el cliente alquilaba, desentendiéndose tanto de la compra como del lavado tras su uso. Amica también hacía la recogida y la reposición de ropa limpia, un proceso que, en el caso del Hospital Valdecilla, se ha sofisticado tanto que son armarios inteligentes los que suministran las prendas al personal a medida que las necesitan.

Siete años después de crear el centro especial de empleo de Torrelavega abrió otro en Santander, esta vez en el campo del medio ambiente. El Gobierno regional estaba obligado a acometer la selección de residuos y confió la tarea a Amica, que abrió una planta para ello en Candina, hace ahora 25 años. Cualquier otra solución hubiese sido más cara para la comunidad autónoma y, de esta forma, también se atendía a personas con serias dificultades de inclusión laboral.

Llegan Diversia y la fábrica de Reinosa

Talleres de confección, lavanderías, centros de selección de residuos… Con el carácter emprendedor de Tomás Castillo, que recibió el reconocimiento de Emprendedor Social del año 2014, Amica crecía como holding empresarial aún sin proponérselo, y algo parecido ocurrió cuando en 2016 recibió una gran finca en la provincia de Valencia que convirtió en su tercer centro especial de empleo (el Campus Diversia), donde podía formar a las personas con discapacidad en actividades laborales completamente distintas, relacionadas con la agricultura o el turismo rural. También abría una vía para facilitar un encaje más adecuado a personas con discapacidades que no se encuentran cómodas en entornos cerrados.

Finalmente, en 2020, y por otra petición del Gobierno cántabro, que trataba de evitar las consecuencias del cierre de la fábrica Ilunion de Reinosa, Amica se quedó con estas instalaciones, convirtiéndolas en su cuarto centro especial de empleo, en este caso dedicado a la recuperación y reciclado de plásticos. Un proceso que no resulta fácil de rentabilizar y en el que ha de volcarse en la investigación, porque se trata de conseguir un reciclado a la medida de los clientes y para eso es imprescindible homogeneizar los plásticos y determinar las calidades y comportamientos, porque nada tiene que ver los que se destinarán como combustible a una cementera con los que serán fundidos de nuevo para fabricar parachoques y otras piezas de coches.

Amica tiene talleres textiles, lavanderías, centros de reciclaje y explotaciones agrarias con medio millar de trabajadores

Amica tiene, además, seis centros de día para adultos con grave discapacidad en Torrelavega, Santander, Santillana del Mar y Santoña, y viviendas, a modo de mini-residencias o tuteladas.

En total, atiende cada año, de una u otra forma, a 1.797 personas y cuenta con 1.180 socios, 57 voluntarios y 125 empleados. Todos los miembros de la Junta Directiva son familiares de personas con discapacidad o personal técnico de la entidad.

Su gasto anual es de 5,6 millones de euros, de los que el 74,5% proceden de entes públicos (por el concierto de las plazas de sus centros o por subvenciones) y un 25,5% de entidades privadas. La gestión consume únicamente el 7,6% de los recursos totales.

Los brazos industriales

Sus brazos industriales son Soemca (talleres textiles, lavanderías…) y Saema (gestión de residuos). Soemca tuvo unos ingresos en 2022 de 6,6 millones de euros, y contaba en ese momento con 311 empleados, 244 de ellos con discapacidad.

Saema, por su parte, tenía 104 empleados (82 con discapacidad) y facturó 1,8 millones de euros.

La Sociedad de Apoyo al Empleo, titular de la fábrica de Reinosa, tenía 22 empleados (16 con discapacidad) y sus ingresos en ese ejercicio fueron de 366.000 euros.

Finalmente, Diversia, facturó 127.000 euros con siete empleados, seis de ellos con discapacidad.

En 2022 las cuentas de la entidad aún registraban un beneficio de poco más de 25.000 euros, pero el deterioro de los márgenes por el retraso del Gobierno en actualizar las tarifas, el aumento de los gastos financieros para soportar ese desfase, el gasto que genera la injustificable desaparición de prendas sanitarias y los que requiere la puesta en funcionamiento del Campus Diversia han provocado que las cuentas de la Asociación pasasen desde entonces a los números rojos.

Estos datos proceden de un informe de la Fundación Lealtad, que audita a las ONGs más conocidas, cuyos expertos indican que, en ese ejercicio de 2022, Amica “no tiene una estructura financiera desequilibrada” y califican como “moderado” su endeudamiento, con una ratio del 75,4% sobre los fondos propios, que en ese momento bordeaban los 10 millones de euros. La Fundación Lealtad sí reconocía, en cambio, las tensiones de liquidez, que se han ido agravando desde entonces por los problemas citados.


Diversia, una oportunidad y un problema

Amica no solo necesita reequilibrar la descapitalización que ha sufrido en este tiempo. También deberá encontrar soluciones para su proyecto más ambicioso, el Campus Diversia. Aunque los 5,5 millones de euros que ha empleado en esta finca de Valencia desde que pasó a sus manos hace casi una década solo representan el 3% de los presupuestos totales de la asociación en este tiempo, la entidad reconoce que no se han cumplido los plazos para poner en marcha algunos de los servicios allí previstos, y lo achaca a las dilaciones administrativas que ha tenido que superar: “La verdad es que los agricultores tenían toda la razón cuando salieron a protestar por la enorme burocracia que soportan, porque nosotros lo hemos comprobado allí”, apuntan fuentes internas.

 También justifican el esfuerzo hecho en ese proyecto: “Cada día que trabajamos a pérdida en la lavandería o en la selección de residuos nos estábamos descapitalizando, pero lo que hemos invertido en el Campus Diversia ha incrementado su valor patrimonial, porque es evidente que aquello vale mucho más que cuando recibimos la finca”.

El Gobierno no había renovado en cuatro años las tarifas de lavado y de la selección de basuras

El proyecto Diversia se desarrolla en una enorme propiedad rural en los montes de Valencia. Se trata de un latifundio agrario prácticamente abandonado que les fue cedido, donde ha podido ensayar métodos de formación y empleo para personas con discapacidades, creando oportunidades laborales tan necesarias en el campo.

En esta finca de 412 hectáreas, que supera el tamaño de algunos municipios, se realizan cultivos de vino y aceite, huerta ecológica, explotación forestal y se ha creado un gran sumidero de CO2. Un proyecto que culmina la idea de crear oportunidades de empleo en el cuidado de los entornos naturales, como ya ocurriera con la eliminación de los plumeros en Cantabria. En este lugar, Amica propone crear un gran espacio europeo de innovación social.

8,7 millones para el Parque de la Prehistoria 

La asociación creada en Torrelavega hace ahora cuarenta años también se ha convertido en un referente nacional, y promovió hace algunos años que el Ministerio para la Transición Ecológica aportase una ayuda de 8,7 millones de euros para renaturalizar los espacios públicos en terrenos de la antigua mina de Reocín que quedaron sin uso, y donde viene proponiendo la creación de un espacio dedicado a la Prehistoria de Cantabria.

Amica ideó este parque temático de ocio para aprovechar la proximidad del lugar a la Cueva de Altamira y encontrarse, también, en el centro de la mayor concentración de cuevas declaradas patrimonio de la humanidad del mundo. Su intención era reforestarlo, y recrear en el espacio tal como se presume que lo contemplaban quienes pintaron Altamira hace unos 14.000 años. 

La Asociación cree que Altamira y el resto de cuevas rupestres con las que Cantabria cuenta son referencias de primer nivel para atraer turistas, pero se le puede sacar más provecho: “No basta solo con tener visitantes porque, desde que hay autovías, para mucha de esa gente, lo que antes requería una noche de hotel, se puede hacer en una excursión de un día. Estamos convencidos de que este proyecto puede conseguir que una parte de quienes solo permanecen unas horas se planteen pernoctar, para visitar también el parque. Con ello, no solo vamos a crear puestos de trabajo para personas con discapacidad sino que el proyecto influirá en todo el sector hostelero local”. “Por eso”, añaden, “tenemos que liberar los recursos que concedió el Ministerio”. Un dinero que desde hace muchos meses permanece en las arcas del Gobierno de Cantabria


Liderazgo compartido

María José Cabo, la nueva directora gerente de Amica.

A lo largo de estos 40 años Amica siempre ha contado con un equipo comprometido formado por familias y profesionales. Como director, Tomás Castillo ha sido capaz de generar confianza en miles de personas y familias que han tenido en la Asociación el apoyo que han ido necesitando a lo largo de su vida.

Su visión transformadora ha hecho que Amica sea un referente en la valoración de cada persona, resaltando sus capacidades por encima de sus limitaciones y teniendo en cuenta el papel que juega su entorno personal y social. Por estas ideas, Castillo fue reconocido en 2001 por la Organización Mundial de la Salud como consultor de la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud. Una clasificación que ha servido de base para los actuales baremos que valoran la situación de discapacidad en España.

 La transferencia y el intercambio de conocimientos que Amica practica como resultado del aprendizaje adquirido en los programas europeos han impregnado la gestión de la entidad y han propiciado una cultura colaborativa. Y es que Tomás no se ha conformado con generar buenas prácticas, sino que ha potenciado la apertura de puertas y ventanas de su organización, considerando que el conocimiento que Amica ha generado debe formar parte de la colaboración institucional.

La nueva directora

Amica es hoy una entidad en plena madurez que asume con responsabilidad la decisión tomada por su gerente en este aniversario y, con la elección de María José Cabo, demuestra que los pilares firmes del liderazgo compartido que en ella se practica harán posible 40 años de futuro.  

La nueva gerente es pedagoga, especialista en Educación Especial y en Gestión y Evaluación en Autonomía, Dependencia y Discapacidad.

Trabaja en Amica desde 1989 como terapeuta en los servicios de apoyo en el hogar, infancia y apoyos a personas con graves discapacidades. Desde 1994 y hasta la actualidad forma parte del Equipo Estratégico de la Asociación como Directora Técnica, con el objetivo principal de asegurar que el apoyo que se presta a las personas va dirigido a conseguir sus objetivos personales.


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